11. Polvo en la playa con joven desconocido.
Mientras su marido está fuera unos días por motivos de trabajo, ella aprovecha algunos ratos para ir a la playa a relajarse y desconectar.
- Polvo en la playa con joven desconocido.
Nada más verla llegar a la arena ya le gustó. Y mucho más cuando vió como se despojó de su camiseta y pantaloncito corto. Fue muy femenina en sus movimientos al desnudarse. Al quedarse en bikini pudo apreciar que lucía un cuerpo muy mono y un culo que prometía. Las gafas de sol permitían poder admirarla sin ser descarado. Aunque la posición de la cabeza lo delataba.
Ella se dió cuenta, se sintió observada, pero no le importó. Más bien al contrario. Le gustaba tener un admirador. Hacía una temperatura agradable. El sol calentaba sin llegar a molestar y apenas había gente. Mientras la observaba, él vió como chateaba con su móvil. En un momento dado, ella levantó levemente su bikini y se hizo una foto de su coño. Eso llamó enormemente su atención no pudiendo parar de mirarla. Se le empezaba a poner dura. Pensó en acercarse y decirle algo pero no sabía qué. Al poco, ella dejó el móvil y se sentó. De su bolso sacó un bote de crema y se puso un poco en sus manos. Esa sería su oportunidad pensó. Ella también lo observaba sin demasiado interés.
Él se incorporó, se armó de valor y se dirigió hacia ella.
-Hola, soy Álex. No hay mucha gente hoy. No he podido evitar reparar en ti…
Ella desvió su mirada disimuladamente hacia su paquete. Se le notaba una incipiente erección. Le gustó haber provocado aquello. Llevaba días sin follar porque su marido estaba en Vigo por trabajo. Y acostumbrada a estar bien regada, su coño llevaba días pidiéndole guerra.
-Hola. Si, apenas hay nadie. A mí me gusta así. Me sobra todo el mundo.
-¡Ups! No quería molestarte. Lo siento. Ya me voy.
No, no lo decía por ti Álex. No me molestas mientras no me tapes el sol.
-No pensaba hacerlo. Descuida. Veo que vas a darte crema. ¿quieres que…
-Si eres de los que no les importa pringarse, adelante.
-No me importa. Será un placer.
Se arrodilló junto a ella, cogió el bote de crema y puso un poco en sus manos para empezar a extendérsela con delicadeza por su espalda.
Ella sintió un poco de remordimiento al principio, pero a medida que aquellas manos recorrían su espalda, se iba encontrando cada vez más a gusto. Sabía que Álex no estaba simplemente echándole crema, le estaba dando un masaje en toda regla. Y no lo hacía nada mal. Él recorría su espalda mientras le miraba el culo. Se preguntaba cómo podría llegar a él sin parecer un salido. Pudo apreciar como sus preciosas tetas trataban de sobresalir por los lados, apretadas contra la toalla.
Ella giró la cabeza y vió como su bulto iba en aumento. Estaba poniéndose bien calentorro mientras la sobaba. Siguió así, mirando como el paquete crecía y se le escapó un suspiro.
-¿Estás bien?
-Estoy en la gloria. No pares por favor. ¡Qué manos!
-Ya no me queda más espalda donde poner crema. No sé si…
-Continúa más abajo. Ponme también en las piernas.
-Ok.
Siguió dócilmente extendiendo la crema por sus piernas. Sin querer rozó por un momento su cadera con el miembro. Ella notó su polla dura contra ella.
-¡Uff, chico! ¿qué tienes ahí?
-Perdón, yo…
Él se puso rojo y dudó.
-Sigue, no pares, me lo estás haciendo muy bien Álex.
Continuó extendiendo crema y se adentró hacia el interior de sus muslos. Ella levantó el culo y lo dejó entrar. Se estaba poniendo cachonda y no quería que él parara. Además le gustaba tenerlo cerca con aquel rabo tan tieso.
De pronto, sus dedos se acercaron demasiado al interior del bikini. Ella se dió la vuelta pero no para reprocharle nada. Le miró fijamente y le dijo:
-Me ha encantado Álex. Ahora te toca a ti. Túmbate boca arriba.
La playa seguía estando prácticamente desierta. Alguna pareja a lo lejos y poco más. Él se puso boca arriba. Ahora se le notaba aún más su pollón duro, luchando por salir del bañador. Ella se sentó sobre sus rodillas y colocó una toalla tapando sus caderas a modo de falda. Empezó a ponerle crema por los muslos mientras lo miraba lascivamente. Su polla iba a estallar. A ella también le ardía ya el coño con tanto magreo. Subió un poco más e introdujo sus dedos por debajo del bañador acariciándole sus testículos suavemente.
-¿Te gusta?
-Siiii… no pares, no pares por favor.
-¿Cuánto te gusta?¿Mucho? ¿Poco?
-Mucho, muchísimo.
¿Mucho? ¿Mucho como para follarme aquí en medio?
Él se quedó perplejo unos segundos y respondió:
-¡Siii, aquí en medio te lo haría zorra!
-Pues vamos a ver que tienes entre las piernas chaval.
Ella le bajó el bañador hasta las rodillas y se sentó sobre su polla.
La polla señalaba tiesa al cielo pero aquello duró un instante. El instante que ella necesitó para guiar aquel pollón hacia su coño mojado que le pedía guerra desde hacía días.
Nada más sentirla dentro, notó un alivio indescriptible. Cubrió con la toalla toda la escena y empezó a cabalgarlo. Las ganas que tenía de pillar polla en ausencia de su marido. No podía aguantar más. Además hacerlo en la playa era una de sus muchas fantasías y aquel chaval había llegado en el momento justo.
Él estaba en el paraíso, su polla se perdía en aquel jugoso y caliente coño y podía notar como los flujos de ella lo iban empapando. Se iba a correr en dos minutos. Los mismos dos minutos que iba a necesitar ella. Iba tan al límite que en cuatro sentadas más le iba a explotar el coño. Lo único que necesitaba era que él la llenara en el mismo momento.
-Me voy a correr…no aguanto más. Me voy a correr…ufff.
-¿A qué esperas cabrón? Es lo que estoy esperando. Toda tu leche dentro de mi, cerdo. Suéltala que es mía.
Eso provocó que él dejara ir hasta la última gota dentro de ella. Ella sabía muy bien qué decir a un tío para que acabara cuando ella quería.
Se corrieron los dos juntos, quedando exhaustos y disfrutando de haber pegado un buen polvo en aquella playa…