100 azotes en el potro
No me he portado todo lo bien que mi Amo esperaba de mí, por lo que me merezco un castigo ejemplar
Mi Amo y yo llevamos poco tiempo de relación , pero cada día que pasa y cada sesión que tenemos nos vamos conociendo y compenetrando más, lo que hace que nuestros encuentros cada vez sean más increíbles.
Pero además, mi Amo y yo tenemos una relación fuera del mundo de la dominación y la sumisión, que no por ello deja de ser igual de maravillosa, porque mi Amo es un hombre excepcional se mire por donde se mire, y os preguntaréis, ¿por qué nos cuenta esto? Pues la razón es muy sencilla, porque somos amigos, pero es que además por motivos laborales a veces tenemos cenas o comidas de negocios con otras personas… y os podéis imaginar que ahí, mi Amo tiene su personalidad propia, que no difiere mucho de la de dominante, pero el “problema” soy soy, si habéis leído otros de mis relatos sabréis que fuera de la mazmorra, soy una mujer dominante, soberbia y como mi Amo me denomina, espero que con cariño, altiva y toca pelotas…., en definitiva, que lo que para mí son unas ocurrencias brillantes, tengo una mente rápida y suelo hacer comentarios muy incisivos, para mi Amo son una total falta de respeto. Yo no los veo como una falta de respeto, porque si fuese así ni se me ocurriría hacerlos, pero conque él lo sienta así es más que suficiente para que cambie mi comportamiento en ese sentido.
No penséis que mi Amo quiere cambiar mi personalidad, nada más lejos de la realidad, de hecho creo que si no fuese como soy probablemente no se interesaría por mi cómo lo hace. Pero lo que si que quiere mi Señor es que deje de tocarle las narices. Reconozco que me gusta muchísimo provocarle y retarle, adoro ver esa mirada en la que me está diciendo “prepara el culo perra porque esta me la vas a pagar” Cuando me mira así os juro que se para el mundo. Pero eso también me ocurre, multiplicado por mil, cada vez que dice “buena perra”, así que tendré que portarme bien para que me pueda decir que soy una buena perra más a menudo.
Y es con razón, no es que mi Amo sea de “mecha corta”, que también, si no que reconozco que puedo ser muy irónica en determinadas ocasiones y entiendo que le moleste.
Así que en esas estamos, ahora que se que eso le molesta, evidentemente haré todo lo posible y lo imposible por portarme bien, y como os podéis imaginar él está haciendo todo lo posible y todo lo que está en su mano, que son muchas cosas (flogger, fusta, látigo, vara…) para educar a su perra y conseguir que se comporte en público. Pero a quién quiero engañar, adoro que mi Amo me dome.
Y supongo que como parte de esa educación y disciplina mi Amo me ha ordenado que escriba la penúltima sesión que hemos tenido, y aquí estoy, escribiendo con el culo dolorido y marcado por la última sesión que tuvimos hace dos días, y os podéis imaginar que feliz, por obedecerlo y por poder sentirle tan cerca a través del dolor y las marcas de mi culo.
Pero a lo que íbamos, os voy a contar lo que ocurrió en esa sesión, o lo voy a intentar, porque si me está leyendo alguna sumisa sabe de sobra que entramos en un estado en el que en ocasiones no somos capaces de razonar y mucho menos de pensar, así que desde ya le pido perdón a mi Amo por si me dejo algo, no es que se me haya olvidado, es que me hace sentir cosas tan intensas y brutales que pierdo el sentido.
Ese día mi Amo me ordenó que en vez de esperarle de rodillas, lo hiciese atada de una de las cadenas del techo de la mazmorra y con los ojos tapados, en un primer momento pensé que no iba a poder, pero las muñequeras son de velcro, así que ajusté la de la mano izquierda y con el mosquetón la sujeté a uno de los extremos de la barra que cuelga de la cadena y preparé la de la mano derecha de modo que sólo tuviese que meterla, me tapé los ojos con el antifaz y metí la mano, quedando agarrada a la barra completamente estirada y con las piernas bien abiertas, a estas alturas ya tenía el coño chorreando. Ese momento de espera hasta que llega mi Amo se me hace eterno, además al estar privada de la vista todavía agudizaba más el oído para escucharle bajar las escaleras. Y lo que debieron de ser no más de 2 minutos a mi me parecieron años, cuando deseas algo con mucha fuerza el tiempo parece que se detiene.
Finalmente le oí bajar las escaleras, a medida que sus pasos se acercaban a mí, mi respiración se agitaba, en ese momento sólo puedes pensar en que te toque, en sentirlo, en que te haga algo, no sabes donde está, no sabes lo que va a hacer, y te da igual lo que te haga, sólo quieres sentir sus manos en tu piel, sólo quieres que te ponga tu collar y te reclame, te haga suya una vez más. Me excita mucho que se entretenga, que me haga desearle más y más, que me susurre, que me roce….
Se coloca detrás de mi y me pone mi collar, instintivamente intento rozarme contra él, necesito sentirle, muevo el culo, quiero frotarme contra su polla, pero él se aparta, y comienza a acariciar mi cuerpo, la espalda, los costados, el culo, me va encendiendo más y más hasta que cae el primer azote, me golpea con su mano y me sabe a gloria, ese calor en mi culo es maravilloso. Me pone unas pinzas en los pezones, duelen, pero ese dolor es el que hace que luego me corra como un animal, así que respiro y aguanto, pronto el dolor de los pezones se me olvida porque comienza a azotarme el culo y el dolor se concentra en mis nalgas. Mi Amo me dice
-Eres muy puta- a lo que yo le contesto
-Soy su puta mi Amo.
-¿Siempre estás así de mojada? ¿Siempre eres tan puta? Me pregunta mi Amo
-Sólo cuando estoy con usted mi Amo-. Y es verdad, sólo soy así con él, creo que a mi Amo le gustaría ver cómo me castiga una dómina, o cómo me follan otros, y se que si mi Amo me lo ordena lo haré, al fin y al cabo soy suya y pueda hacer conmigo lo que le plazca. Pero si no es por él o por una orden suya, jamás sería así.
La mazmorra está muy bien equipada, tiene una cruz de San Andrés que ya he probado varias veces, pero hoy al entrar me he dado cuenta de que hay un pequeño potro con las anillas y correas necesarias para inmovilizarme, no está a la vista así que antes de colocarme en posición lo he puesto en mitad de la mazmorra para que mi Amo lo vea, me muero porque me ate a él y me azota. Y eso es lo que hace.
Me desata de la barra del techo y me lleva al potro, me ata las manos y los pies y pasa una correa por mi espalda y otra por mis muslos, estoy completamente inmovilizada, y me encanta….
En esta postura estoy perfecta para que me folle por donde quiera y para que me azote como quiera, totalmente a su merced. Y comienza el castigo.
Como os he dicho al principio a veces fuera de la mazmorra soy un poco toca huevos porque me gusta desafiarle, pues justo un par de días antes tuvimos una cena en un asiático en la que al parecer no me porté del todo bien, siempre anoto mis faltas, y mi Amo al día siguiente de la cena me dijo que anotase “cena en el asiático”; en un primer momento no entendí muy bien la razón, pero a día de hoy os aseguro que la entiendo y he aprendido la lección……
Estando atada como estaba comenzaron a caer los azotes del flogger, el dolor que resulta de un flogger, un látigo corto, una fusta, una vara, una regla o de cualquier instrumento que se use para educar a una sumida depende de muchos factores, de lo excitada que esté, en mi caso con mi Amo siempre mucho…. , de lo que se haya preparado la zona previamente, de la zona en la que caigan los azotes, de la intensidad….
Caían los azotes y empecé a notar que picaban más de lo habitual, mi Amo había cambiado al látigo corto y sentía como si me cortaran la piel, comencé a respirar cada vez más fuerte y a concentrarme en no decir nada y aguantar, siguieron cayendo los azotes y de repente pararon, mi Amo me agarró del pelo, levantó mi cabeza y me metió su polla en la boca, estaba dura como una piedra y me faltó tiempo para empezar a lamerla, adoro la polla de mi Amo, me gusta muchísimo y me produce un placer inmenso tragármela, de hecho cuando me la quita protesto, se que no puedo, pero me gusta tanto que me produce frustración, es como cuando le quitas a un perro su juguete preferido. Pero en esta ocasión no tuve tiempo ni de darme cuenta, porque se situó detrás de mi y me la clavó hasta el fondo arrancándome un grito de placer, tener a mi Amo detrás, follándome, tirando de mi pelo, montándome como la perra que soy, me vuelve loca. Mi Amo sigue bombeando y noto como llega el orgasmo, no voy a poder aguantar más y pido permiso para correrme, en cuanto oigo “perra córrete” exploto en un orgasmo que me sacude y me corro, grito, gimo, gruño y me corro con un squirt bestial. Mi Amo suele decirme que tengo una fuente entre las piernas….
Pero mi castigo no ha acabado y me Amo me anuncia que me va a dar 100 latigazos y que quiere que los cuente, si me equivoco ya se lo que toca, comenzar desde el principio. Como os he dicho antes en las sesiones, y gracias a mi Amo, entro en un estado en el que estoy como flotando y en el que pensar no es una función que lleva a cabo con claridad, por lo que contar 100 azotes después de haberme corrido como un animal y estar casi al borde de perder el conocimiento, me parecía una labor titánica…
Pero no me da tiempo ni de asimilarlo cuando cae el primer azote, aprieto los dientes, contraigo todos los músculos para absorber el golpe y no emitir ni un sonido, porque quiero portarme bien y escucho.
-Perra, he dicho que los cuentes. Zas, cae otro con mucha más intensidad.
Reacciono todo lo rápido que puedo y cuento:
-Uno, gracias mi Amo
Pero los azotes comienzan a caer con más rapidez y no me dejan tiempo más que para contar rápidamente entre uno y otro, intento no perder la cuenta, pero son muchas cosas que controlar y no estoy en condiciones, por lo que cuando vamos por el número 39 yo ya me he liado y he contado de más. Cuando digo 41 esperando a que caiga, no cae y oigo a mi Amo.
-¿41? 41 no perra, son 39 ¿Y ahora que hacemos? Habrá que empezar desde cero ¿no?
En ese momento no me queda más que rezar porque mi Amo se apiade de mí, y tan sólo digo
-¿Amo?-. Con la voz más dulce que consigo poner, y ogio a mi Amo que me dice.
-Cuenta desde 39
Respiro aliviada y sigo contando, ahora caen con más intensidad, no empezamos desde cero pero mi Amo tiene que castigar esa falta, me equivoco más veces, la última en el azote 89, noto que mi Amo para.
-Perra ¿Qué voy a hacer contigo?
Yo sólo puedo gemir bajito, la verdad es que no aguantaría comenzar de nuevo, y cuando estoy pensando en pedir piedad, noto como comienzan a caer los últimos azotes, son tan rápidos que no me da tiempo de contarlos y menos mal porque siento tal dolor que no podría hacerlo. Y finalmente oigo
-y 100-. Muy bien perra
A pesar de los fallos mi Amo debe de estar contento porque me vuelve a dejar lamerle su magnífica polla, tengo el culo y la espalda ardiendo, pero me arde todavía más el coño deseando la polla de mi Amo.
Después del potro me lleva a la cruz, me ata y comienza de nuevo a azotarme, esta vez con el látigo corto y le toca a mi espalda, me azota verticalmente por lo que al levantar el látigo cada vez que me azota éste me roza el coño, al ser sólo un roce lo que consigue es que saque más el culo y desee que me siga azotando, estoy completamente entregada, duele cada latigazo, pero a cada azote me excito más y más y le deseo con más fuerza. Es maravilloso lo que me hace sentir.
Mi Amo se toma un descanso después de azotarme en la cruz, se sienta en el sofá y se abre una cerveza, tengo sed así que le pido permiso para beber agua, pero las perras no bebemos en vaso, así que me acerca un bebedero, lo pone en el suelo y me echa agua para que beba, a cuatro patas como estoy me inclino, saco la lengua y comienzo a beber como la perra que soy. Lo cierto es que me encanta que mi Amo me trate como su mascota, como su perra. Es lo que soy, así me siento y me pone muchísimo que me trate así. Levanto bien el culo para que vea las marcas que me ha dejado con los azotes, en ese momento me siento muy orgullosa, para mi es un privilegio estar marcada por mi Amo, tengo marcas en la espalda y el culo, marcas que durarán días y que me hacen realmente feliz.
Y después de beber agua mi Amo vuelve a dejarme que le coma la polla, la cojo con la mano, con adoración me la meto en la boca y comienzo a lamerle el capullo, está dura, pero con tres lametoncitos se pone como una estaca, notarla crecer dentro de mi boca me vuelve loca. Comienzo a bajar y subir la cabeza, chupando, lamiendo, quiero que mi Amo se corra en mi boca, me encanta, es mi premio y estoy ansiosa por tenerlo, pero todavía no voy a poder disfrutar de él, mi Amo me ordena que a la vez me masturbe con el consolador y tengo otro orgasmo que me hace temblar mientras sigo comiéndole su polla deseando que se corra, pero tendré que esperar un poco más, mi Amo todavía quiere jugar más con su perra, así que me ordena que vaya hacia la cama, hay unas cadenas que cuelgan del techo justo encima de la cama y me hace sentarme y me ata las muñecas a las cadena, para cuando me doy cuenta me ha clavado el consolador en el coño y lo ha puesto a toda potencia, creo que me corrí así 3 veces, la verdad es que no lo se porque pierdo la cuenta, lo que si se es que lo puse todo perdido, ya sabéis, la fuente que tengo entre las piernas. Mi Amo es increíblemente generoso conmigo, todavía no me ha negado nunca el permiso para correrme, alguna vez me hace esperar, algo que es insoportable, pero siempre me ha dejado correrme.
Me da la vuelta y ahora estoy de rodillas en la cama y atada de las mismas cadenas, me coge de las caderas y hace que ponga mi culo en pompa, va a seguir azotándome y ahora le toca el turno a la palmeta con pinchos, es una palmeta normal sólo que tiene unos pequeños pinchos que dejan unas marcas preciosas, es un poco escandalosa porque a cada azote brota sangre, pero a mi Amo le encanta verme el culo así y fui yo la que le sugerí que la comprara…. Así que me encanta.
Me azota en mi culo ya dolorido una y otra vez, pero de repente comienza a hacer algo que me va a matar, a la vez que me azota el culo me acaricia el pecho, la garganta, me recorre el cuerpo con la mano libre con una suavidad increíble bajando hasta mi coño que no es que esté empapado es que está chorreando y suplicando polla…
Os juro que es la sensación más maravillosa que he sentido nunca, tengo un espejo en frente y veo a mi Amo, a mi lado, alto, fuerte y poderoso, azotándome y acariciándome a la vez, mientras me dice
-Te gusta perra ¿Verdad? Te gusta que te haga daño y te acaricie al mismo tiempo
Y entre jadeos me vuelvo hacia él, le miro con auténtica devoción y le digo.
-Si mi Amo, todo lo que me hace me gusta, pero ahora mismo me está volviendo loca. Fólleme por favor se lo suplico.
Mi Amo sigue azotándome y acariciándome y yo ya no puedo más, voy a explotar de placer, me suelta y me limpia la sangre que me ha hecho al azotarme, nos tumbamos en la cama y ahora si, ahora es el momento de mi premio, le recorro el cuerpo con la lengua hasta llegar a sus huevos y se los lamo, me meto su polla en la boca y chupo, succiono, me la trago hasta que noto como su cuerpo comienza temblar y descarga su semen en mi boca, siempre que siento su corrida en mi boca hago unos ruiditos de inmensa satisfacción, porque adoro que se corra en mi.
Estoy exhausta, me acurruco junto a mi Amo en el que es el mejor lugar del mundo, mi Señor me acaricia y me dice “buena perra” Y me produce una inmensa felicidad escucharlo, ¿qué más puedo pedir? Mi Amo me ha castigado, me ha educado , me ha sometido, tengo el culo dolorido por los azotes y el coño dolorido por correrme como un animal, mi Amo se ha corrido en mi boca y me permite tumbarme a su lado. En esos momentos soy una perra muy feliz.