10 - De fiesta con el vecinito y sus amigos
El pajero de mis vecinito, y sus amigos igual de pajeros, me cumplen una fantasía.
Después que mi amiga se casó, yo me quedé viviendo sola en el departamento que compartíamos. Entre el trabajo del gimnasio, más las horas de clases que había obtenido en un par de escuelas, y sobretodo con los ingresos adicionales que frecuentemente obtenía a través de Victoria y sus clientes, mi situación económica era bastante buena y me podía permitir pagar un departamento de dos dormitorios.
En la que había sido la pieza de Silvina, me había montado un espacio para hacer yoga y gimnasia, ya que la habitación de ella tenía mucha más luz solar por sus grandes ventanas. La mia en tanto, a pesar de ser más grande, tenía otro edificio casi pegado, por lo que el sol rara vez entraba.
Durante años en el departamento de la otra torre que coincidía con mi ventana, había vivido una señora mayor que casi siempre tenía las persianas cerradas. Pero cuando esta falleció, una familia se había mudado a ese lugar, y la habitación que daba a mi ventana la ocupaba el hijo de la pareja.
Varias veces lo había visto al chico, un pendejo, como les decimos acá.
Una tarde noche, en que salí de ducharme envuelta en mi toalla, me percaté que había olvidado cerrar las cortinas de mi pieza, así que apagué las luces para evitar que se viera de afuera y me dirigí a la ventana a cerrar las cortinas para poder desnudarme tranquila. Fue en ese momento que vi la sombra del pendejo de enfrente a través de sus cortinas, el muy inexperto no había apagado las luces de su cuarto para espiarme. Evidentemente estaba parado tras ellas tratando de fisgonear, pero al estar yo con las luces apagadas y él no, era yo la que lo veía a él en lugar de a la inversa. Lejos de enojarme, la situación me pareció sumamente divertida. Todavía recordaba a mi hermano a esa edad y su descalabro hormonal que lo llevaba a exitarse por todo, así que decidí divertirme un rato con el `pendejo calenturiento y de paso darle material para que se pajeara a costa mía. Las cortinas de la gran ventana de mi habitación estaban totalmente descorridas, así que sólo tuve que volver a salir y hacer como que volvía a entrar, sólo que esta vez si encendí las luces para que pudiera verme. Sentía su mirada clavada en mi, y empecé el show. De un tirón me saque la toalla quedando totalmente desnuda a su vista e inicie mi rutina normal de ponerme crema en el cuerpo como hago siempre.
Comencé por una de mis piernas, la cual subí a la cama, y lentamente empecé a pasarme la crema por ella. Luego hice lo mismo con mi otra pierna, pero mucho más lento. Tenía que reconocer que la situación de saberme espiada me estaba calentando.Luego me puse crema en los brazos y finalmente en las tetas, a las cuales les dedique muchos minutos de masajes. Cada tanto miraba disimuladamente a la ventana de mi espía secreto y veía con placer como la cortina se movía. Evidentemente se estaba masturbando. Para continuar con el show erotico, le di la espalda y me dedique a frotar mis grandes nalgas llegando incluso a pasar los dedos llenos de crema entre mis cachetes. Cuando ya había transcurrido un tiempo largo, y suponía que mi vecinito había terminado o estaba por hacerlo, tome la tanga que tenía sobre la cama y siempre de espaldas a él me la puse muy lentamente. luego me puse una musculosa que uso para dormir y dándome vuelta miré fijo a la ventana y le lance un beso. Su reacción fue inmediata y pude ver como se arrojaba al suelo sabiéndose descubierto. Apague la luz y me acosté en mi cama, donde me clavé una paja fenomenal imaginando a mi nuevo vecinito masturbandose.
El jueguito me gustó tanto que a partir de esa noche, nunca más cerré las cortinas para cambiarme.Casi cada noche, le daba un show al pajero de mi vecino, y cada noche me terminaba pajeando yo.
Pero hubo una noche que fue distinta. Estaba yo recién salida de la ducha y me disponía a calentar al pendejo cuando noté que había dos sombras en la ventana en lugar de una. Preocupada porque pudieran ser los padres del chico, cerré las cortinas y apague las luces para poder ser yo la que espiaba. Después de un rato pude ver como las cortinas de los vecinos se corrían apenas y ahí estaba mi vecinito y un amigo buscando algo que ver en mi habitación. Evidentemente la había contado de su vecina exhibisionista y lo había invitado a espiar. Más calmada, y mucho más excitada, decidí darles a los dos un lindo espectáculo. Me puse una tanga diminuta y con sólo la musculosa, abrí las ventanas y me senté en el marco a fumarme un porrito. La imagen de mi voluminoso orto entangado y apoyada en la ventana, tenía que ser si o si un incentivo para esas jóvenes pijas. Después de un rato me senté de costado y fijé la mirada en las cortinas del departamento del frente, y las dos sombras seguían ahí. les tiré un beso con la mano y de pronto un lado de la cortina se abrió. No era mi vecino, era el amigo que me miraba desde el otro lado con la pija en la mano. Yo le sonreí y le guiñe un ojo mientras me acariciaba una teta sobre la musculosa. Ese gesto le dió valor a mi vecino para abrir de para en par las cortinas y de pronto me encontré con el espectáculo de dos jóvenes pijas en plenitud. No me pude aguantar mucho y parandome frente a la ventana, lejos de miradas más que las de mis espectadores, yo también comencé a pajearme de pie para ellos. Cuando vi la leche saltar de la verga del amigo tuve mi primer orgasmo, al cual le siguió otro cuando vi como acababa mi vecino. Ya satisfecha les lance un beso, apague las luces y me acosté.
Varias tardes después me encontraba yo haciendo algunas compras en el supermercado de la esquina, cuando lo vi a mi vecino con 4 amigos más también haciendo las compras. Salude de lejos y vi como el amigo lo codeaba y entre todos se ponían a cuchichear mirándome “disimuladamente”. La situación me divertía porque suponía que todos ellos sabían de mis espectáculos.
Ya en la cola de las cajas mientras esperaba, el grupito se situó detrás mío y seguían hablando entre susurros mientras me desnudaban con la mirada. La verdad es que el grupito me había calentado bastante. Me bastó una mirada a sus compras para darme cuenta que seguramente iban a estar solos esa noche, ya que además de toda la comida chatarra que llevaban, tenían en el canasto una buena provisión de alcohol. Como mi vecino era el que estaba más cerca mío, junte coraje y le pregunté si le había contado de nuestro juego a sus amigos. No me pudo ni contestar, pero su cara se puso roja de vergüenza. Hacía mucho tiempo que yo tenía una fantasía y este grupito de pendejos pajeros me podía ayudar, así que sólo le dije a mi vecinito que me encantaba que todos supieran, y que si iban a estar solos, mi departamento era el 4 H. Que los esperaba en una hora. Pagué mis compras y me fui del supermercado escuchandolos como exclamaban gritos de sorpresa cuando el vecino les contaba.
Cuando el portero sonó al cabo de una hora, mi corazón se aceleró. Atendí y del otro lado escuche un tímido “hola, soy Alan, el vecino” y desde mi departamento abrí la puerta de abajo. Cuando escuche el timbre de mi casa, mis nervios estuvieron a punto de terminar todo ahí mismo, sin embargo tomé coraje, abrí la puerta y me encontré a los cinco con más cara de nervios que la mía. Los invité a pasar y los llevé directo a la habitación que hacía de gimnasio.
- No quiero saber sus nombres ni que ustedes sepan el mío - les dije estableciendo la primera de muchas reglas - ¿cuántos de ustedes son vírgenes? - 3 de ellos alzaron las manos, entre ellos mi vecinito, tras mirarse tímidamente un segundo - Bien, deben saber que si están acá es porque yo lo quise y porque quiero hacer algo en particular. Ninguno de ustedes me va a penetrar bajo ningún punto de vista, pero si pueden acariciarme, lamerme o tocarme donde y como quieran - les explique mientras veía cómo se iban relajando un poco - Ahora, mientras yo voy a prepararme, ustedes se van a desvestir y me van a esperar en bolas -
Mientras los dejaba a los cinco desnudandose en el gimnasio, yo fui a mi habitacion y me saque la calza que llevaba puesta y la remerita, quedandome solo en tanga y corpiño, ambos negros, y que me quedaban fantásticos. Cuando volví a la habitación los 5 ya estaban desnudo y con las pijas paradas esperándome. Había vergas para todos los gustos, grandes, chicas, cabezonas, circuncidadas y no. Me llamó la atención particularmente la verga de mi vecino, que sin ser la más grande, si era la más gorda y atractiva de todas.
Caminé entre ellos tocando y acariciando cada una de sus pijas y cuando llegue al centro de la habitación y les dije que estaba lista, que hicieran lo que quisieran salvo penetrarme.
Dos de ellos se me acercaron por detrás y comenzaron a acariciar mi espalda y mi cola, otro de ellos fue derecho a tocarme la concha y el amigo pajero de mi vecino me sacó el corpiño y comenzó a chuparme las tetas. El único que parecía no arrancar era mi vecinito, que ahora que lo veía desnudo, no sólo tenía una hermosa pija, sino que tenía un cuerpo bastante marcado y acariciable. Le hice una seña que se acercara y busqué su boca para besarlo.
Tantas manos y bocas recorriendo mi cuerpo me excitaron al borde del orgasmo casi de inmediato. Mientras uno me besaba, dos lenguas jugaban con mis pezones, unos dedos que no se de quien eran se metian en mi concha, y alguno de ellos me chupaba la cola de rodillas. El primer orgasmo me llegó como un tren sin frenos y a ese le siguieron varios más mientras 10 manos y 5 lenguas me recorrían entera. Me estaba muriendo de placer.
Cuando mis piernas ya no me aguantaron más, me arrodillé en medio de todos ellos y me dedique a comer sus pijas en turnos mientras mis manos pajeaba a las otras.
La única condición que les puse fue que me avisaran cuando iban a terminar para poder poner mi boca a disposición de ellos para recibir sus leches. Mi fantasía era que cinco vergas jóvenes se descargaran encima mio y me cubrieran en semen. A los pocos minutos uno de ellos me avisó que no aguantaba más y dirigí mi boca y mi lengua a la punta de su miembro, al cual roce dos o tres veces con mi lengua y lo sentía explotar. El contacto de la leche calentita cayendo en mi lengua me hizo vibrar de placer.
Al parecer la escena de una putita de rodillas tragando leche fue demasiado fuerte, porque unos instantes después, dos de ellos estaban pidiéndome que me acomodara porque también iban a acabar. Uno largó un gemido prolongado al tiempo que de su verga saltaba una gran cantidad de leche que me dio de lleno en la cara mientras que el otro, el de la verga más grande todas, me tomo de la colita del pelo y apuntando directo a mi boca me soltó su descarga mientras me decia “ chupa puta, chupa”. El gusto a semen en mi boca era grandioso y sentía bastante leche caliente corriendo por mi cara.
El cuarto de ellos, el que me había espiado la vez anterior con mi vecino, quiso terminar en mi tetas y se lo permití. Aún faltaba mi vecino, que seguía pajeandose a mi lado obnubilado con la escena porno que estaba viviendo. Le pregunté si le faltaba mucho y me dijo que no con la cabeza, así que sin pensarlo me acerque de rodillas a él y me metía su pija hasta el fondo donde después de unas pocas lamidas, empezó a acabarme en la garganta. Cuando la última gota de su leche se vació dentro mio, me separe de él contenta con la experiencia.
Pero para mi sorpresa el primero que había acabado, ya tenía la pija nuevamente dura y los otros estaban casi a punto, por lo que con una gran sonrisa comencé la ronda nuevamente. Tres veces cada uno terminó encima mio, en la última ronda ya casi ni leche les salía de sus huevos secos.
Yo terminé toda embadurnada de semen por todas partes. Tenía leche en mi boca, mi cara, mis ojos, mis tetas y hasta en el pelo.
Mientras ellos se vestían aproveche para darme una rápida ducha y salí desnuda a despedirlos. Antes que se fueran lo llamé aparte a mi vecino y dándole un papelito con mi teléfono le dije que si él quería, yo le podía quitar la virginidad, pero que tenía que ser un secreto entre nosotros dos. Le dije que me llamara cuando estuviera listo. Él se fue mi departamento con una sonrisa prometiéndome que iba a volver.
Esa experiencia se las cuento en el próximo relato.
Besos, Sofi.