10 años despues (2)

-Era el destino.-le asegure a mi ahora amante, depositando un suave beso en sus labios.

Desde la llamada de mi mamá, estuve constantemente perdida en recuerdos que involucraban a Marina.

Del beso no volvimos a hablar hasta cuatro años después para ese entonces ella tenía pareja y yo había terminado con mi novio, el motivo: me di cuenta que mi interés hacia Marina había tomando un nuevo rumbo y eso me asustaba en demasía.

Desde que juramos que seriamos amigas para siempre, ella solía quedarse a dormir en mi casa, a veces todo el fin de semana.

Pero desde que empecé a darme cuenta de la nueva dimensión que estaban tomando mis sentimientos hacia ella, el quedarse a dormir en mi cuarto no era una opción, por tal motivo lo estuve postergando por meses.

El día que se me acabaron las excusas no me quedo de otra nada más que aceptar que se quedara, esa noche estaba lloviendo, Marina tenía puesta una blusa de tirantes en color blanco y un bóxer de color verde, yo tan solo me había puesto una playera de color azul y un bóxer del mismo color.

Estábamos acostadas en mi cama conversando calladamente para no despertar a mis padres, otra vez. Se acercaba el baile de graduación y decidí preguntarle si iría con Evan, su novio.

-No.- me respondió.- Que hay de ti, ¿vas a ir?

-No.-Respondí algo intrigada por su contestación.- ¿Por qué no vas a ir? ¿Evan no te ha invitado?

-Umm, de hecho Evan y yo terminamos hace un mes, pensé que te lo había dicho.- Ni decir que me quede atónita. ¿Cómo siendo su mejor amiga se me pudo pasar eso?

-No me lo habías dicho.- Respondí tratando de hacer un esfuerzo para que no saliera una sonrisa tonta de felicidad.- ¿Por qué terminaron?- No me podía quedar con la duda ¿o si?

  • Yo no sentía nada por él y él quería…tu sabes.- Se encogió de hombros y se acerco un poco más a mí.

-Cerdo.- Respondí, sintiéndome un poco nerviosa por su cercanía.

-Además besaba horrible.- Admitió haciendo una mueca de disgusto.

-¡ugh! Odio eso. Paul besaba realmente bien.-Confesé y la sentí ponerse irritada.

-En verdad.-Murmuro.- Y si era tan bueno besando, ¿Por qué lo dejaste?- Me pregunto en un tono bastante molesto.

-Bueno, porque el hecho que sea bueno besando no significa que sea el indicado, además no era mi tipo.-Conteste honestamente.

-¿Qué hay de mi?-Me pregunto inocentemente.

-¿Qué hay de ti?- Le regrese la pregunta nerviosamente, mi corazón empezando a latir más a prisa imaginando no sabiendo hacia donde iba la conversación.

-¿Qué tal beso?-Me pregunto, había puesto su cabeza sobre su mano y me miraba fijamente.

Si antes de que preguntara eso mi corazón empezaba a latir más rápido, después de esa pregunta estaba a punto de salirse de mi cuerpo.

-¿Cómo voy a saber? - le conteste tratando de librarme de la pregunta.

-Por que ya nos hemos besado.- me dijo con una sonrisa en sus labios y alzándome sugestivamente las cejas.

-Bueno… eso fue solo umm…no fue un verdadero beso y éramos unas niñas.

-Fue mi primer beso, quizás no fue una sesión grotesca, pero fue real para mí.-Confesó.

-Para mí también fue real. -Admití y con una sonrisa dulce en sus labios ella se acerco más a mí. Pude notar en sus ojos una chispa que no había visto antes y eso hizo que me atreviera.-De todas maneras no puedo decirte si eres buena besando o no, digo fue hace mucho tiempo y el beso fue muy breve.

-Así que necesitarías de información reciente para poder sacar una conclusión.- Sonrió malévolamente.

-Pues claro que si.-lo dije más apresurado de lo que me hubiera gustado.

-No lo sé, ¿qué tal si eres pésima besando?, eso arruinaría el recuerdo.-Bromeó.

-¡No lo soy!,-conteste indignada.- pero supongo que nunca lo sabrás, tus recuerdos están a salvo.

Marina me dio un pequeño golpecito en el hombro y subió encima de mí.

-¿Me estas desafiando?- Me pregunto mientras me hacia cosquillas.

-No.-Me reí.

-Bien.-Me dijo, mientras empezaba a bajar de mí.

No quería perder el contacto, me gustaba demasiado la sensación de sentir su cuerpo junto al mío. Inclinándome rápidamente sostuve a Marina de su cintura.

-Te lo estoy pidiendo.- murmure en un tono que no dejaba dudas.

-¿Qué?- Me miro sorprendida.

Sé que era algo arriesgado, no quería perder su amistad pero tampoco estaba dispuesta a perder esta oportunidad. Mi voz temblaba y muerta de miedo le dije.

-Bésame

-¿Por qué?- Por su tono de voz sabía que no estaba enojada, incluso podría jurar que se estaba divirtiendo por hacerme las cosas un poco difíciles.

-Porque quiero que lo hagas.- La situación había causado en mí un remolino de sentimientos, de repente sentí un enorme deseo de llorar y tuve que hacer un esfuerzo por contener esas lagrimas que amenazaban con apoderarse de mí.-Por que te necesito.

Los segundos en los que ella no hizo ni digo nada fueron eternos. Me quería morir allí mismo. Estaba temblando mientras esperaba a que ella dijera algo pero Marina no digo ni una sola palabra, tan solo se acerco a mí lentamente hasta que sus labios presionaron los míos. Al principio los juntamos con timidez, lo que me recordó mucho a nuestro primer beso. Conforme el beso se hizo más intenso, el sentimiento que me invadió paso de inocencia a deseo.

Nuestros labios se unían perfectamente, fuimos abriéndolos lentamente, cada una invitando a la otra para una exploración más detallada. Nuestras lenguas empezaron a danzar juntas, ambas gemimos de deseo. Mi cuerpo se arqueo cuando sentí que el muslo de Marina presionaba contra mi centro. Moví mis manos por debajo de su blusa, el sentir la suave piel de su espalda alimento mi deseo y presioné mi cadera contra la de ella, Marina hizo lo mismo hundiéndonos en un vaivén perfecto.

Rompimos el beso cuando sentimos la necesidad de aire.

Marina trazo un tortuoso viaje por mi cuello en el que beso, lamio, chupo y mordió, consiguiendo sacar varios gemidos de placer de mí ser. Cuando me saco la playera, sentí por primera vez en mi vida como mis pezones me dolían de tanto placer.

Deslice mis manos por debajo de su bóxer, estruje con mis manos su firme y bien formado trasero, provocándole un fuerte gemido. Mi urgencia de sentir más incito a que con un rápido movimiento le quitara el bóxer. Ella ya se había sacado su blusa.

Se podía oler nuestra pasión impregnando toda la habitación.

Mientras la boca de Marina chupaba uno de mis pezones, deslice mi pulgar hacia su palpitante clítoris, con lo cual ella acelero el ritmo sensual de su lengua, estábamos totalmente conectadas. No podía creer lo mojadas que estábamos. Yo gemía mientras ella seguía jugando con mis pezones.

Nuestros gemidos nos urgían a explorar aún más, mi bóxer fue quitado y tímidamente Marina descubrió mi centro, aparto su boca de la deliciosa tortura que me había estado proporcionando en mis pechos. Nuestros cuerpos se arquearon cuando tocamos el palpitante clítoris de cada una.

Nos miramos a los ojos, ambas sabíamos lo que queríamos, no había dudas ni miedos. Nerviosamente separamos nuestras piernas, nuestros dedos tentaron hasta encontrar el centro de la otra. Con timidez nos penetramos, hicimos un gesto por el repentino dolor, pero de inmediato fuimos envueltas en un deseo incontrolable, mientras nuestros dedos entraban y salían.

Llegamos juntas al orgasmo. Nos sostuvimos en un abrazo que no sé exactamente cuánto tiempo duro. Debilitamos el abrazo y nos besamos tierna y profundamente.

Marina fue la primera en romper el silencio.-Me alegro que fueras tu.-me dijo trazando ligeramente mis labios con las yemas de sus dedos.

-Era el destino.-le asegure a mi ahora amante, depositando un suave beso en sus labios.

Esa noche transcurrió en palabras y promesas de amor. Cuando les dijimos a nuestras familias que éramos pareja, nos decepcionamos ya que esperábamos que nos dieran una lectura, pero fue todo lo contrario, no estaban para nada sorprendidos por nuestra revelación, de hecho estaban felices, y pensar que días antes nos estaba torturando el estrés por no saber cómo decirles. Pero eso era lo de menos, nuestros padres aceptaban lo nuestro y nosotras estábamos felices.

Habíamos decidido que cuando termináramos la universidad, buscaríamos un departamento juntas, pero bien dicen, mientras tú te preocupas por hacer planes, la vida te depara otro camino y así fue porque en cuanto entramos a la universidad las cosas se empezaron a poner algo tensas entre nosotras, íbamos a universidades diferentes y ambas vivíamos en el campus, por lo que era contado el tiempo en que nos veíamos (vacaciones y uno que otro fin de semana).

El estrés de los estudios, el distanciamiento, el tener que cancelar demasiados fines de semana provoco que entráramos en un gran pleito, el peor, el que arruino todo lo que teníamos. Nos dijimos cosas que no debimos ni queríamos decirnos. Al término de la discusión Marina me colgó el teléfono y no supe de ella en semanas.

Cuando me ganaba la ansiedad de saber algo de ella le llamaba pero me colgaba o simplemente no me contestaba, hasta que un día deje de llamar. Me sentía miserable, mis amigos se dieron cuenta de eso y me animaron a que saliera con otras personas. Decidí seguir el consejo. Invite a una de mis compañeras a salir conmigo, ella había demostrado interés en mí desde el primer día, aceptó.

¿Cuántas posibilidades había de que Marina se dignara en ir a verme para platicar, esa misma noche? Lucy (mi cita) y yo nos encontramos a Marina justo en el momento en que salíamos de mi dormitorio, la plática se convirtió en un verdadero campo de batalla, hubo gritos e incluso me toco una bofetada. Jamás había visto a Marina tan enojada. Ni decir que en esa noche todo terminó, la relación y la amistad, todo quedo hecho añicos.

No habíamos hablado desde ese entonces. Hasta ahora. Era el día antes de Navidad y estaba recargada en mi carro frente al departamento de Marina.