10. Actualidad... – Mi futuro esposo

Todo inicio tiene un final. Dos niños, dos hombres. Amor, Sexo. Amigos, novios... y...

DECEMBER

Miércoles, 3.

La llegada de mis padres y mi hermano el primero de diciembre fue bastante... esperado a como lo pensaba. Mis padres no se sorprendieron de ver a Arturo en casa, ya que el inteligente y manipulador de mi hermano les había dicho que Arturo trabajaría en la ciudad y necesitaría un lugar donde quedarse por unos días, mi madre estaba encantada y mi padre supuestamente le alegraba, pero al momento de verlo le dio una de sus miradas para poder intimidarlo, cosa que logró hasta cierto punto.

Lo que si les sorprendió fue ver a Apolo en escena, pude ver un destello de recuerdo en mi padre ya que lo primero que hizo fue acariciarlo bastante mientras sonreía y mi madre casi le da un infarto al verlo ya que no recordaba las infinidades de fotos que colocaba en mi Facebook, Instagram y demás – una vergüenza –.

Al momento de llegar con el primer equipaje, mi novio – alias, amigo de momento –, fue el primero en ayudar subiendo todo el equipaje como burro de carga dejándonos a todos sorprendidos – y a mí bastante excitado –. Hubo un poco de duda al momento en que mi padre se dio cuenta que Arturo dormía en mi habitación a pesar de que la de Mathew estaba disponible, por suerte, mi novio había expresado que se sentía más cómodo conmigo y no quería molestar a nadie – solo a mí –... no muy convencido mi padre dejó el tema y yo pude respirar tranquilo.

Mi madre había gritado que no decoraría el apartamento ya que le tomaría semanas encontrar todos los adornos y conseguir un pino decente y supuestamente allí había acabado el tema. Arturo y yo habíamos salido a almorzar como una feliz pareja común y corriente a la vista de los demás, solo que en realidad, él estaba molesto soltando alguno que otro comentario por lo bajo de que no le gustaba estar actuando frente a mis padres y yo le entendía...

  • ... Se supone que le dirías.

  • ¿Acaso quieres que mis padres te boten de la casa?

  • No... no sé.

  • Es lo primero que hará mi padre si se llega a enterar.

  • ¿Y a ti?... ¿No te va a botar también?

  • No, a mí me va a matar.

  • Dijiste que...

  • ¡Yo sé lo que dije! – le corté –, pero necesito tiempo.

  • Ya... disculpa.

  • Quiero decírselo, pero hay que esperar a que no haya tanto ajetreo en casa.

Y con eso había terminado la conversación y el almuerzo. Luego de eso, el regreso al apartamento fue en silencio mientras cada uno pensaba en lo que había dicho el otro... pero todo se esfumo al abrir la puerta del apartamento y encontrarnos con otro distinto, decorado completamente con guirnaldas, lazos y luces, verde y rojo en cada lugar que veíamos, mi padre estaba sentado en su sillón de cuero oscuro y mi hermano estaba en otro al lado de él, caminamos lentamente viendo todo confundidos hasta que unas mujeres con tragos en la mano salían de la cocina riendo como las mejores amigas.

Las vecinas.

Eran las amigas de mi madre cuando venía a vacacionar a la ciudad. Las típicas amigas al estilo “Sex and the City” las cuales cada una tenía su propia personalidad, pero todas se complementaban. Todas habían llegado y al ver el apartamento sin decoración alguna, habían llamado a sus asistentes y en menos de una hora ya estaba todo decorado, todo se había transformado en un set de especial navideño que nos dejaba bastante fuera de lugar, mi madre presentó a Arturo como mi amigo y dos de ellas fueron las primeras predadoras en ir por él. Yo, rápidamente lo tomé de la mano y lo llevé directo a la habitación, en el camino me susurraba lo celoso que me veía, pero yo conocía bastante bien a esas mujeres y una de las razones de que no trataban de seducirme a mí también, era por ser el hijo de una de sus amigas, pero eso no las detenía por mucho tiempo. Arturo estuvo en peligro.

Un par de días después, fue lo que marcó el “inicio del fin”. Y me refiero a que es uno de los días que marco la relación con mis padres y ya se imaginarán el porqué.

Estuve hablando por Skype con un amigo del colegio el cual no veía hacía mucho tiempo, la computadora estaba en la sala, mi madre estaban viendo la televisión junto a mi hermano, Arturo estaba rondando por la casa luego de haber ido a la agencia para que le dieran su cronograma de trabajo y mi padre estaba en su estudio con la puerta cerrada. La charla con Guillermo – piel pálida, ojos y cabello castaño oscuro –, estuvo bastante relajada, hasta que se quedo callado cuando vio que mi novio pasaba por detrás.

- ¿Oye ese es...? ¿Duarte?

  • ¿Qué? – pregunté haciéndome el loco.

- Arturo Duarte, el del colegio, se graduó primero que nosotros ¿No?

  • Ehhh sí... – contesté resignado.

- Ahhh... – asintió sonriendo – Y ¿Qué hace allí?

Pude ver que Arturo se había quedado mirando unos segundos y luego entrado en la cocina.

  • Buenooo... está trabajando aquí y necesita donde quedarse.

- Ya veo.

  • Oye, y cuéntame de los demás chicos... Vincent, Carlo, hace tiempo que no sé de ellos, sé que Domenic está en Miami y...

- Oye ustedes son maricos, ¿No? – dijo interrumpiéndome.

La pregunta resonó en todo el apartamento quedándome completamente helado haciendo que Arturo se asomara desde la cocina con los ojos abiertos, mi hermano y mi mamá se quedaron extrañados – el primero actuaba, la segunda estaba confundida –. Y justamente en ese momento mi padre salió por el pasillo desde su estudio.

  • ¿Por qué preguntas eso? – pregunté nervioso.

- Ahhh no, bueno, como en su Facebook salen como novios, lo pensé y ya.

  • Ahhh... eso. Es solo joda – dije balbuceando.

- Y ¿Por qué está allí?

  • Ya te dije, Guille, estás sordo.

- Ahhh sí, el trabajo... bueno, como son novios en Facebook y está allí contigo – repitió echando su silla hacia atrás sonriendo.

  • No... para nada, olvida el tema, Guille – mi corazón palpitaba tan rápido que creí que me desmayaría.

- Ammm claro... bueno, yo también lo soy.

  • Tú también ¿Qué? – mi mente seguía en shock.

- Es que yo también soy marico.

  • Ehhh...

Tuve que voltear mirado extrañado a los que escuchaban la conversación, pude notar preocupación en la cara de mi hermano y mi madre seguía sin entender nada, aunque ella no era tonta y parecía sobreactuar todo, pero mi padre era el que me preocupaba más. Apoyado en la pared mirándome firmemente, Arturo tenía apoyadas sus manos en la mesa tensando sus músculos, yo buscaba ayuda con la mirada y me maldecía por no haber colgado la llamada o por lo menos tener unos putos audífonos puestos. No recordé lo loco e impredecible que era mi amigo y luego se me vino otra cosa a la mente sobre él que me dejó perturbado.

  • Espera Guille, ¿tú no tenias un hijo?

- Si bueno, no funcionó. Adivina con quién ando – contestó subiendo sus hombros como idiota.

  • No lo sé, Guille – dije colocando mis manos en mi rostro.

- Con Carlo – dijo orgulloso.

- ¡ANDREW ! – gritó mi amigo Carlo saliendo de la nada – ¿Cómo estás?

  • Carlo... Carlo... Ehhh... Hola... ¿Ustedes juntos?

Dijo algo gritando y luego ellos comenzaron a besarse por la cámara lo que hizo que mi padre se acercara a la computadora y me tensé mucho más reaccionando rápidamente.

  • Oye... los dos, fue bueno hablar con ustedes, pero tengo que irme, adiós – dije colgando la llamada.

Me quede quieto en silencio mirado la pantalla mientras Skype se cerraba, mi mano sobre el mouse tembló un poco al sentir unos pasos pesados acercándose a mis espaldas, creí que era mi novio y di la vuelta en la silla con una sonrisa incómoda hasta que se borro completamente al ver a mi padre serio.

  • ¿A qué se refería ese sobre que ustedes eran gays?... novios en Facebook mejor dicho – preguntó cruzándose de brazos.

  • Es solo una broma... ¿No Artie?

  • Ehhh... Sí, señor Joseph. Solo una broma – aclaró mi novio respirando agitado.

  • Bien, cambien eso inmediatamente.

  • ¿Por qué?

  • No quiero que la gente comience a hablar.

  • Padre, solo es una broma. Se puede explicar.

  • ¡Cámbialo! – y se dio media vuelta regresando a su estudio.

  • No – dije extrañado revolviéndome en mi silla.

  • ¿Cómo? – preguntó amenazante.

Entre mi hermano que estaba mirando la escena con interés, mi madre que se estaba levantando del sillón y Arturo que estaba también caminando hacia nosotros, sentí que una bomba estaba a punto de estallar.

  • No lo haré. Es mi perfil – expliqué titubeando –. Y yo haré lo que quiera con él, además...

  • ¿Además qué? – y apoyó su mano en el escritorio acercándose más.

Todos seguían callados. Al igual que mi novio, que pude ver que comenzaba a negar con la cabeza... pero luego respiró muy fuerte cerrando sus ojos y asintió dándome el apoyo que necesitaba en ese momento para lo que iba a hacer y sacar la fuerza que me faltara.

  • ¿Por qué habría que cambiar algo que es cierto? – le pregunte con convicción.

  • ¿Cómo dices? – me respondió con otra pregunta y una mirada de incredulidad.

  • ¿Andrew? – la voz de mi madre se quebró y mi hermano abrió los ojos.

  • Dije... que ¿Por qué habría de cambiar algo que es cierto?

  • Entonces... ¿Ustedes dos...? – y miró a Arturo como si no creyera lo que trataba de explicar.

  • Sí.

  • Sí – asintió mi novio.

  • No... no... no puede ser.

  • Sí, padre... yo soy... g-gay... soy gay – dije levantándome a su nivel.

  • Yo igual, señor Joseph – habló Arturo aumentando el tono de su voz considerablemente – y Andrew es mi novio.

  • Lo somos.

  • Yo lo amo – confesó Arturo apretando sus labios y cruzándose de brazos.

  • ¿Qué...? que... ¿¡Qué!?... ¡Martha! ¿Estás escuchando lo que dicen?... ¿Anthony?

Tuve un extraño flashback de alguien volviéndose loco frente a mí... y mi padre estaba personificando la locura en ese momento, caminando por todos lados.  Mi madre volvió a sentarse en el sillón negando con la cabeza mirando a todos lados como si fuese una novela.

  • Eso es asunto de ellos, padre.

  • ¡Cállate! ¡Vete a tu habitación! – gritó apuntando a mi hermano con el dedo.

  • ¿Qué te pasa? Ya no soy un niño al que puedes controlar – dijo mi hermano retándolo.

  • ¡Ahora mis dos hijos me faltan el respeto!... ¿Es que ustedes quienes se creen que son?

  • Nosotros no te estamos faltando el respeto, padre. Solamente te aclaramos una realidad – respondió osado – y Andrew tiene todo el derecho de ser homosexual... es más, yo soy bisexual. Estamos en un país libre, somos una generación diferente. Deberías dejarlo tranquilo, por el bien de todos.

Y con eso se levanto dejándonos a todos con la boca abierta, mi hermano también había confesado que era bisexual en ese momento. Pude en ese preciso segundo abrazar y besar a mi hermano por haber dicho eso y apoyarme de esa forma frente mi padre, pero no dije nada dejándolo caminar victorioso tomando su chaqueta y saliendo fuera del apartamento dejándome el resto a mí y a Arturo, para luchar contra mi padre.

  • Padre...

  • ¡Cállate!... – exclamó molesto – ¿Bisexual?... ¿Mis hijos son unos putos?

  • ¡Claro que no! Es mi vida... yo amo a Arturo... y Anthony puede ser quien quiera... querer a quien quiera.

  • ¿Qué pueden saber ustedes del amor? – preguntó mi padre.

  • ¿Qué puedes saber tú? – y miré a mi madre que seguía viendo a la nada.

  • No puedo creer que pensara que habías madurado... sigues siendo el mismo imbécil de antes.

  • Papá... – dije en voz baja.

  • Joseph... dijiste que no volverías a llamarlo así – dijo mi madre finalmente.

  • ¡Silencio, Martha! – y mi madre cerró los ojos muy fuerte impotente.

  • Señor Joseph. Está perdiendo el control – dijo Arturo tratando de acercarse a él.

  • ¿Quién te crees para juzgarme? – respondió amenazante acercándose a mi novio.

  • Yo...

Tuve que moverme rápido para ponerme ente mi padre y Arturo que estaban peligrosamente cerca y evitar que mi novio hiciera otra cosa.

  • Déjalo en paz, papá... ¡No te atrevas a tocarlo!

Mi padre se quedó quieto y retrocedió unos pasos mirándonos a los dos y luego sonrió, pero esa sonrisa no era sincera, era de pura burla que no sabíamos a quien iba dirigida exactamente, sus manos se movían de forma descontrolada, en su rostro, cruzándose de brazos y luego colocándolas en su cintura.

  • Mis hijos, los dos son unos imbéciles... me dan vergüenza.

  • Por dios, papá...

  • No me digas así, ya no – expresó borrando su sonrisa.

Tuve que retroceder y Arturo me sostuvo de los hombros ya que pensó que me iba a desmayar y no se equivocaba, mis piernas temblaron y si no hubiese sido por el agarre de mi novio estaría en el piso.

  • Un hijo que me reta y el otro que simplemente se vuelve un puto marica... creí que uno de los dos sería el que salvara a ésta familia, pero nadie lo va a hacer – dijo Joseph mirando a su esposa –, no sé si es mí culpa o tuya, Martha.

  • Papá, escúchame.

  • ¡QUE NO ME DIGAS ASÍ, COÑO!... ¡MIERDA!... por lo menos haz algo bien en tú puta vida, Andrew.

  • ¡LO ESTOY HACIENDO!... Por primera vez sé que soy feliz... y tú quieres arruinarlo.

  • ¿Eres feliz? – preguntó mi madre extrañada.

  • Sí, lo soy madre... Arturo me hace feliz... él y yo...

  • Ya deja de hablar, Andrew. No vale la pena escucharte – volvió mi padre a interrumpirme.

  • Es un mundo diferente, creí que me apoyarías – continué a pesar de todo.

  • ¿Apoyar una abominación?

  • Una vez lo dijiste... dijiste que yo era lo más importante en este mundo... dijiste que sería grande.

  • Sí... me equivoqué con eso – dijo negando con la cabeza –, aunque no me equivoqué con lo otro... que serías grande. Lo eres, eres mi mayor decepción, no quiero escucharte más.

Solté un gran suspiro, era como si todo el calor de mi cuerpo me abandonara para que un aire frío me invadiera y me llenara por completo.

  • ¡Señor! Lo que nosotros tenemos...

  • ¡CÁLLATE, MALDITO!... ¡DESGRACIADO!... ¡ASQUEROSO!

Mi padre fue directo hacia a Arturo, pero reaccioné rápidamente interponiéndome y empujándolo, lo que hizo que retrocediera y milagrosamente no chocara con nada pero sí que callera sentado en el piso, Apolo en ese instante se levanto y comenzó a ladrar audiblemente y yo mismo tuve que tomarlo del collar para evitar que agrediera a alguien.

  • Que quede claro, que no los quiero en mí propiedad... no los quiero volver a ver.

Mi padre simplemente negó con la cabeza y levantándose, caminó a su habitación azotando la puerta tras él. Los tres que quedábamos en la sala nos invadía un sentimiento terrible el cual no nos permitía hacer nada, pero mi novio, que era el menos afectado fue el que trató de salvar todo.

  • Nosotros, fuimos amigos desde niños... y luego de años sentimos cosas. No es un juego, yo amo a Andrew.

  • Pero... – mi madre abrió la boca sin poder decir nada más.

  • Madre... yo lo amo, soy feliz... entiéndelo...

  • Trataré de hacer entrar en razón a tu padre... – terminó por decir –, pero de momento... es mejor que...

  • ¿Nos vayamos? – pregunté nervioso.

  • No, no dejaré que se vayan. No lo permitiré... dime, ¿En verdad son felices?

Sus ojos estaban húmedos, de eso no había duda, ella quería llorar... pero, no deseaba mi consuelo ya que parecía alejarme con su mirada, ambos asentimos por su pregunta y ella caminó lentamente por el pasillo. Le pedí a Arturo que subiéramos con Apolo a la habitación, él simplemente asintió y ya adentro cerramos la puerta con seguro, mi novio me abrazó muy fuerte y yo mismo comencé a llorar, por la injusticia de este mundo, creía que mis padres por un momento me aceptarían ya que ellos “ya lo sabían”... pero no fue de esa forma, el terrible carácter de mi padre fue la pieza que jamás pudimos quitar del tablero y es por eso que lloraba... sabía que mi familia era extraña y no le tenía el aprecio que debería de tenerle, pero mi parte sentimental, pensaba que la familia era lo primero y es por eso que acepté que las personas que me dieron la vida no se merecían mi aprecio. Mi cariño y amor se lo debía a mis hermanos y a mi novio que estaban allí para mantenerme firme y sostener el castillo que muchas veces intentó caerse y terminar con mi vida.

Miércoles, 10.

Luego del incidente con mis padres – me negaba a llamarlos de otra forma –, me sentía un poco agobiado y con tensión, a pesar de que mi madre había discutido con mi padre, ella admitió que no había logrado que cambiara de opinión, esos días no salíamos de nuestra habitación ya que teníamos lo que necesitábamos dentro de ella, además de tenernos el uno al otro.

Generalmente, Arturo salía a revisar la zona por si mi padre estaba fuera y luego regresaba indicando que no había moros en la costa, me pedía salir a caminar o a comer algo y yo mismo le concedía ese deseo, dando paseos largos que terminaban a mitad de la noche cuando todos estaban durmiendo. Tony por su parte entraba de vez en cuando a la habitación y explicaba que solamente hablaba con mamá mientras que el loco de nuestro padre vivía encerrado en su estudio o si no sentado en el sillón viendo a la nada.

Había abrazado a mi hermano por haberme defendido y por él mismo admitido que también le gustaban los hombres, aunque haya sido a su manera, pero rápidamente se había alejado del abrazo explicando que para eso eran los hermanos y que debía de agradecerle de otra forma que fuera para su beneficio y salió de la habitación olímpicamente.

Y allí estaba, sentado en mi computadora tratando de quitarme la tensión de alguna forma, viendo videos, escuchando música, escribiendo relatos... cualquier cosa que me quitara ese peso, fue cuando Arturo llegó con el almuerzo en bolsas y cerró la puerta con seguro.

  • Por poco... tu padre salió en el momento justo en que estaba subiendo las escaleras.

  • ¿Estás bien?

  • Sí... sí... ¿Tú? Casi no sales.

  • Descuida, estoy bien, solo necesito tiempo.

  • Lo sé. Menos mal que ya salimos de eso – admitió mi novio abriendo un envase de comida china.

  • No, no “hemos salido de eso”, Arturo – expliqué haciendo las comillas con mis dedos.

  • Ya se los dijiste, por mí, ya terminó el asunto.

  • Por mí no, Arturo. No he solucionado nada.

  • Andrew – me llamó serio –, ya se los dijiste, esa era la meta, si no te aceptan no es tú problema, es de ellos. Tú lo dijiste esa noche... solo te importan tus hermanos y yo... claro.

  • Sí... pero...

  • Yo sé que tampoco tengo mucha relación con mis padres, pero solamente me importa la opinión de Aquiles con lo que haga, no te obligo que seas igual que yo, pero me gustaría que lo pensaras.

  • Algún día quisiera que fuésemos una familia feliz. Ya sabes – dije mirándolo a los ojos –, todos juntos.

  • Sí, pero por ahora no se puede... y hay que ir buscando otro sitio, ya sabes. Adelantar los planes acerca de la universidad...

  • Ya sé – terminé resignado.

  • Pareces un niño... generalmente el niño soy yo.

Solo pude sonreír por su comentario, dándole la razón y comencé a comer junto a él, entre risas, dándonos de comer en la boca y charlas con un tono bajo de voz terminamos el almuerzo. Luego se me ocurrió revisar mi correo por si Fernando me habría escrito o ver algunas facturas de compras que había hecho – tenía demasiados correos antiguos –, pero vi un mensaje que me sorprendió y me lleno de incredulidad.

Jean Carlos me había escrito. No era algo que resaltar, pero si me hacía dudar de su inteligencia.

“Hola Andrew, te extraño mucho... en serio, pero necesito pedirte algo... podrías comprarme un iPhone 6 PLUS y mandarlo a Venezuela... Te lo agradecería mucho. Te quiero”

  • ¡Es que no se puede ser mas sin vergüenza, coño!

Expresé borrando el mensaje luego de leérselo en voz alta a mi novio que negó con la cabeza sonriendo seguí viendo mi correo. Otro mensaje de Jean Carlos un par de meses después de que llegué de Venezuela con el asunto de “Te extraño y amo” hizo que lo borrara automáticamente sin abrirlo. Y en ese momento me llegó un nuevo correo, me dejó perplejo, era de Sebastián uno de mis amigos del colegio y decía lo siguiente...

Hola brother, Guille y Carlo me dijeron que eras gay... oye no sabía que tú estabas en esa onda, creí que ese estado en Facebook era joda, te stalkee un poco y tu novio está buenísimo... bueno, te sorprenderá saber que yo también, o ni tanto, Jhonny y yo estamos saliendo, ¿Quién lo diría no? Jajajaja esas pajas que nos hacíamos nos llevo a probar más. Oye si regresas a Venezuela o vayamos a NY queremos hacer un cuarteto... avísame si te gusta la idea.

  • Ahora los de mi promoción también son gays... ¡Es que uno no puede hacer una vaina porque todos te copian! – expresé indignado.

  • Es tú culpa por estar en esa promoción – dijo Arturo divertido.

  • No pude evitarlo.

  • Los volviste gays a todos...

  • Claro que no – negué borrando el mensaje.

  • ¡Pero no lo borres! Ya tenemos orgía segura.

  • Calla... – dije cerrando mi correo.

  • A ver... déjame stalkearlos en Facebook.

  • Descuida, son lindos de cara – acepté.

  • Ahhh viste... si los volviste gays.

  • No, la idea de las pajas fue de ellos y... olvídalo.

Coloqué algo de música para relajarme, sentía aún la presión de estar encerrado en mi propia habitación y ver las mismas cuatro paredes, tener a Arturo ayudaba bastante, pero tenía que admitir que... en la cama, no había acción y he de aceptar toda la responsabilidad. Ya que me bloqueaba al pensar que mi padre podría escucharnos coger y subiría molesto a matarnos o algo parecido. Solamente complací a Arturo un par de noches en las cuales él prácticamente estuvo encima de mí penetrándome hasta llenarme el culo de leche, estuvo molesto pidiéndome que acabara pero yo lo ignoraba y me dormía al momento.

- … So honey now… Take me into your loving arms... – me cantó Arturo detrás de mí – baila conmigo.

  • ¿Qué?

  • ¿Quieres bailar conmigo?

Volvió a pedirme mientras se escuchaba la voz de Ed Sheeran con esa canción. Era lamentable que esa canción volviera a Arturo tan cursi como a mí.

  • Jajajaja... creo que nunca hemos bailado.

  • Bueno, vamos... que ya va a terminar la canción.

Me tomó en brazos y comenzamos a bailar lento, obviamente él me guiaba ya que yo solo daba torpes pasos, hasta que sus manos fueron acariciando todo mi cuerpo, sumados a repetidos besos y risas que me contagiaron y comenzamos a bailar divertidos, la música resonaba en la habitación dando un buen ambiente y quitando esa tensión que sentía. Nos besábamos mientras que Arturo susurraba la letra de la canción y repetía cuando me amaba hasta que al final de la canción nos quedamos en silencio parados mirándonos. Un beso profundo siguió para unir nuestras frentes y tener las manos entrelazadas.

  • ¿Seguimos?

  • No... fue bueno, pero no quiero seguir.

  • Bueno, intentaré otra cosa, no te muevas...

  • Dale...

Creí que volvería a obligarme a bailar o tal vez o hacerme una broma, pero lo que hizo fue arrodillarse para luego bajarme los bermuda gris que tenía y se trago mi pene al momento.

  • ¿Qué haces tonto? – pregunté sintiendo un escalofrío por mi cuerpo.

  • Chupártela.

  • No tengo ganas... – dije abriendo mucho la boca sintiendo como mi verga crecía.

  • Oye... no te hagas la hembra... nosotros siempre tenemos ganas.

Continuó con una leve paja pero luego volvió a metérselo en la boca, Arturo comenzó con un ritmo lento disfrutando de mi sabor jugueteando con todo mi falo para luego continuar con mis bolas que colgaban chupando una primero y luego la otra, sus manos no se quedaban quietas y las mías tampoco, pero él no me dejaba moverlas en ningún momento.

  • Tú quieto. Yo te daré placer.

  • Sigue entonces...

Arturo aceleró su ritmo y mi verga entraba en su húmeda boca manteniéndola adentro, me encantaba sentir su calor y la forma en que la chupaba casi me hace llegar dentro de él... era increíble entender como me hacía falta descargar para sentirme mejor... así sea una paja, una cogida o simplemente que mi novio se tragara por completo mi verga, un par de dedos tantearon mi entrada y me penetraban con algo de fuerza. Estaba sintiendo como mis problemas se iban poco a poco.

  • Casi me vengo...

  • No lo hagas.

  • Es que lo haces tan rico.

  • Gracias, Andy.

Todo era en susurros, mis gemidos los acallaba mordiendo mis labios y Arturo también se contenía al gemir de gusto al chupármela como lo estaba haciendo, pero yo no era de las personas que aguantaban mucho una mamada y menos cuando sus dedos invadieron mi ano completamente y llegando a tocar mi próstata, dejé de ser el pasivo y con mis manos tomé su cabeza para poder follarlo como deseaba y Arturo medio sonreía por mi último movimiento, mis caderas iban y venían sintiendo como llegaba hasta su garganta y sus dedos se movían dentro de mí, hasta que finalmente no aguanté más viniéndome dentro de su boca lo que causo que mi novio se tragara todo mi semen y yo suspirara bastante fuerte olvidando todo a mi alrededor...

  • ¿Cómo te sientes? – preguntó Arturo levantándose de nuevo.

  • Mejor... gracias, Artie.

Mis dedos pasaron por sus labios para tomar un poco de mi propia leche, meterlos en su boca y terminara de comérsela. Arturo me tomó en brazos y me beso compartiendo lo poco que quedó saboreando mi propia esencia y mis manos viajaron desde su cuello por todo su torso a su cintura y de repente sentí como su verga también pedía atención.

  • ¿Y tú?

  • Descuida, tú eres el que lo necesitaba... esta noche me toca a mí... y esta vez si vas a querer.

  • No lo dudes... – me quedé callado mientras notaba mi desnudez frente a él – eres un idiota, Arturo. Y amo que lo seas.

Miércoles, 24.

Esa mañana, después de seguir encerrados en mi habitación y tener a mi padre al acecho – había intentado entrar varias veces a la fuerza –, estaba bastante molesto y con un dolor de cabeza terrible, sumado a cada erección matutina que tenía. Después de la mamada de Arturo, había vuelto a estar reacio a tener sexo ni nada parecido lo cual frustraba a mi novio a tal punto que una noche se hizo la paja a media noche a modo de “protesta”, lo cual causó que lo ignorara fervientemente a pesar de que su leche cayó en mi brazo y mejilla.

Me senté en la cama y sentía una presión en la cabeza terrible, como si algo quisiera aplastarla hasta terminar con mi vida, miré a Arturo y dormía boca abajo como un bebé, solamente estaba cubierto por un short rojo y la sabana vinotinto lo cubría al igual que a mí... de nuevo un fuerte golpe me dio en la cabeza la cual tuve que sostener con mis manos evitando que “esa fuerza misteriosa” terminara por aplastarla y de nuevo mi vista se dirigió a mi short, donde el glande al rojo vivo sobresalía por un lado de mi short negro.

  • No puede ser... no creo que con una paja se me quite el dolor...

Me toqué con un par de dedos el glande y el líquido pre seminal salió con un par de chorros, prácticamente como si estuviese acabando y gemí por lo bajo, pero sentí liberación en mi cabeza...

  • No puede ser... esa no es la solución – dije mirando a Arturo.

Pasé la mirada por el cuerpo de mi novio que seguía profundo detallando su espalda y brazos tonificados, bajando a su cadera en donde dos montañas se alzaban y en donde se ocultaba una entrada oculta para muchos, menos para mí. Quité la sabana para detallarlo completamente, su fuerte espalda, su culo, sus piernas torneadas hasta sus pies, mi cabeza se sentía mejor al admirar el cuerpo que tenía a mi lado y por mi mente pasaba la idea que Arturo pensaba lo mismo de mí al verme todos los días. Me relamí los labios y tragué en seco por lo que iba a hacer, no era una travesura, pero si ese hombre que estaba a mi lado no fuese mi novio, seguramente me demandaría por acoso sexual y violación.

Con delicadeza me quité mi short lanzándolo lejos y con sumo cuidado me subí encima de Arturo sentándome a horcajadas en sus piernas estando cerca de su culo, me incliné bastante y baje su short un poco revelando mi regalo de navidad anticipado y unas redondas, tiernas y blancas nalgas salieron a flote, me quedé maravillado viéndolas y detallándolas como si fuese la primera vez que las veía y la presión de mi cerebro fue disminuyendo.

  • Esto es lo que necesitaba... maldita sea – gemí hundiéndome lentamente en el culo de mi novio.

Comencé a lamer el ano de Arturo que “sorprendentemente” estaba cerrado... mucho más que el mío y decidí que era hora de utilizarlo más seguido, ese beso negro hizo que mi novio se revolviera en la cama un par de veces, pero que siguiera durmiendo – sueño pesado –, lo que me motivo mucho más a seguir explorando y chupando ese culo que me pertenecía por derecho. No solo mi boca disfrutó de ese ano, ya que mis dedos fueron los acompañantes perfectos que finalmente habían despertado a mi novio, pero que extrañamente seguía en esa posición, un par de dedos entraban en su interior aumentando la temperatura, pero mi verga no aguantaría mucho tiempo, ya que las piernas de Arturo estaban empapadas con mi liquido pre seminal, así que me subí lentamente colocando mi verga entre sus nalgas para poder acariciarme con ellas y comencé a hablarle a mi novio en voz baja.

  • Vamos... no te hagas el dormido.

  • Shhh... déjame.

  • Te la voy a meter...

  • Métemela pues... si es que eres tan machito – dijo con voz adormilada sin abrir los ojos.

Justo en ese momento fui penetrándolo algo lento, pero firme hasta sentir que media verga estaba adentro y fue cuando gemimos al unísono.

  • ¿Ya está? – preguntó luego de revolverse un poco.

  • La mitad.

  • Ahhh ya creía que se te había encogido.

Por poco que me molestara, mi única respuesta fue clavársela duro hasta que mis bolas se unieron a sus nalgas y yo automáticamente tuve que morder su hombro para no gritar de placer, pero Arturo se veía mucho más calmado que yo dándome un poco en el orgullo.

  • Ahora muévete lento – me ordenó –, cógeme así para que dure más...

  • Ok...

  • Y luego te vuelves macho y me partes el culo.

  • A la orden, Duarte.

Como él pedía me movía lento dentro de él, saliendo y entrando moviéndome en círculos para encontrar su próstata, a los pocos segundos la había hallado y lo supe por una contracción de su culo y un sonido muy sensual salido de su boca, seguí clavándolo repetidas veces en ese punto y Arturo finalmente había despertado sosteniéndose de las sábanas cada vez que aumentaba la velocidad.

  • Sigue... cógeme duro... sigue... – repetía aumentando su tono de voz.

  • Shhh... calla.

  • Dale... sigue –pidió en voz baja entendiendo.

  • Ahhh sí... Arturo, genial.

  • Párteme el culo, maricón... dame amor.

  • Lo hago... te amo...

Seguíamos repartiendo balbuceos llenos de órdenes y pequeñas frases de amor con cada movimiento de nuestros cuerpos, la cama rechinó un poco y el calor de nuestros cuerpos aumentó a cada instante hasta que Arturo soltó un grave gemido de su boca y que siguió con las contracciones de su culo atrapando mi verga logrando que con su calor lo llenara con mi semen completamente, sentí por lo menos siete chorros que fueron vaciados en el interior de mi novio dejándome completamente relajado.

  • Coño... me llenaste.

  • Sí... fue perfecto.

  • Creo que acabaste más que yo – dijo apretándome el culo con su mano.

  • Sí, hace días que no acababa... lo siento. Sé que quieres hacerme sentir mejor.

  • ¿No lo hice ya?

  • Sí, gracias, por eso es que te amo.

  • Ya... ya, vamos, sal que estoy incomodo.

  • Si te quejas, Duarte.

  • No tanto como tú... Andy, te parto el culo y a los cinco minutos estás llorando.

Tuve que darle un golpe en la espalda mientras salía, mi verga no estaba del todo dura pero era una imagen digna de recordar y mucho más cuando Arturo comenzó a expulsar mi semen y se fue regando hasta llegar a sus bolas, tuve que silbar y mirarlo como un pervertido, pero por más que pensara que molestaría a mi novio, él se sintió admirado por mí e hizo un desfile hasta el baño viendo cómo iba descendiendo mi leche por sus piernas...

Entré a la ducha un par de minutos después y Arturo estaba limpiándose minuciosamente, lo miré burlonamente y él me ignoro suspirando hasta que había terminado alejándose de la caída de agua.

  • Ya me salgo – dijo serio.

  • ¿Estás molesto? – pregunté confundido.

  • No, claro que no.

  • Si te vas a molestar cada vez que te penetro...

  • No es eso, Andrew... ¡Por Dios!

  • ¿Entonces?

Se quedó mirándome y me hizo una señal para que entrara al chorro de agua que comenzó a caerme por todo mi cuerpo limpiándome de lo que acababa de hacer hacía unos momentos, mis manos recorrieron mi cuerpo y Arturo me veía, le sonreí como un tonto, pero el mantuvo la mirada serio, pensaba que seguramente quería cogerme pero su verga estaba dormida así que no pude entender qué le pasaba.

  • No te entiendo, Arturo. Explícame ¿Qué te pasa?

  • No me gusta estar así. Encerrados en un cuarto – terminó resignado soltando un suspiro.

Debí suponerlo, tomé el shampoo y lo esparcí por mi cabeza tratando de pensar en alguna respuesta razonable, mi novio seguía parado en la ducha viéndome bañar sin expresión alguna sin importarle enfermarse y agarrar una neumonía. Yo también me sentía igual, estar encerrado en mi habitación no era para nada sano y a pesar de tener la compañía de Arturo, el vernos la cara día y noche y el hecho de que yo no salía podría enfermar a cualquiera... sumado a la idea de que las personas normales se quedaban en la habitación con la idea de tener sexo en cada momento, pero eso no formaba parte de mis planes.

  • Lo sé, lo entiendo... perdóname – dije enjuagándome y viendo como la espuma caía – ven, vas a resfriarte.

  • No quiero sonar como un niño... Pero ¿Podemos irnos?

Suspiré cansado y tomándole la cara con mis manos le tuve que dar un beso en la boca a modo de consuelo.

  • Yo quiero irme... en serio. Pero ¿A dónde? No hemos encontrado nada – le explique respondiendo mis propias preguntas.

  • Hemos visto un par de apartamentos.

  • Sí, pero no quiero compartir con más gente, la idea es estar los dos solos.

  • Pero no hay así.

  • ¡Ya sé! – grité haciendo eco en el baño – perdona.

  • Bueno, seguiremos buscando, Andrew.

  • Te prometo, Arturo... cuando encontremos el apartamento perfecto... nos iremos inmediatamente.

Él solo pudo asentir esperanzado. Terminamos la ducha y cada uno se anudó una toalla para ir a la habitación y poder secarnos, colocándonos algo más cómodo para volver a buscar casas en alquiler, pero nos sorprendimos de ver a Anthony viendo algo en mi laptop acostado en la cama donde hacía menos de media hora me había cogido a Arturo.

  • Hermano, toca antes de entrar... y deja de usar mi laptop. Tú tienes la tuya.

  • Dejaron la puerta abierta ¿Qué tal si es el puto de nuestro padre? – respondió sin despegar la mirada de la laptop.

  • No se atrevería a entrar – respondí buscando un par de bóxers.

  • Ha tratado de entrar, Andrew – razonó Arturo y se detuvo viendo a Anthony – y sabes Tony... acabo de llenar de leche justo donde estás acostado.

  • Ahhg... ¡Qué asco!... se me olvida que ustedes se la pasan cogiendo como conejos.

Ambos nos miramos y compartimos una sonrisa para darle el espectáculo de mostrarnos desnudos ante mi hermanito... aunque solo por unos segundos mientras nos colocábamos unos bóxers oscuros. Recordé lo que había dicho Arturo sobre la “mirada depredadora”, pero Anthony no había hecho absolutamente nada más que recostarse en un sillón que teníamos en mi habitación.

  • Igual, vine a decirles que nuestro puto padre quiere hablarnos, fue algo interesante que escuché abajo.

  • ¿Sobre qué? – pregunté extrañado – nos quiere fuera de casa... de su vida, seguramente.

  • No lo dijo, le dijo a mamá que quiere hablar con los dos, a solas.

  • Pues no le daré el gusto – me expresé serio acostándome en la cama con mi novio.

  • Claro, te apoyo, yo tampoco.

  • Quiero irme de aquí lo más pronto posible.

  • Y yo – dijo Arturo interviniendo finalmente.

Le di un beso a modo de consuelo a Arturo que había comenzado a ver de nuevo apartamentos para alquilar.

  • Ahhh...  me vas a dejar solo de nuevo – dijo mi hermanito recostándose en el sillón viendo al techo.

  • ¿Qué? – preguntamos los dos mirando a Anthony.

  • Nada, olvídenlo, maricones.

  • Tony... ¿De qué hablas?

  • De nada, marica... olvídalo – volvió a decir restándole importancia a mi pregunta –.  Hablemos de algo más importante ¿Qué haremos hoy?

  • Imagino que tienes planes... ¿No?

  • Unos, pero deben acompañarme. Saca a pasear a tu macho.

Arturo se removió con la laptop en las piernas riendo por lo bajo. Me quejé en voz alta diciendo que nosotros sí salíamos a comer casi a diario y no éramos los ermitaños que mi hermanito estaba describiendo – últimamente estaba un poco salido con sus comentarios –, finalmente después de defender lo indefendible, Tony nos reveló sus verdaderos planes, habría una fiesta en un hotel cerca de Central Park y había reservado un par de suites para nosotros, para luego de la fiesta. Arturo sonrió al ver que esa noche tendríamos una noche loca y sus ojos brillaban con emoción. Tuve que aceptar con la idea de que disfrutaríamos bastante.

  • ¿Qué te parece éste? – preguntó Arturo viendo la pantalla.

Por suerte había dado en el clavo y había hallado una casa con sala, comedor, cocina, tres habitaciones y dos baños, era bastante espacioso y lista para mudarnos. En las imágenes del anuncio parecía dar a entender que formaba parte de unas residencias, aunque las casas no estaban pegadas y daba mucha privacidad, lo mejor es que el precio de alquiler no era una carga.

  • Puedo pagarlo, no hay problema.

  • Sí... no es mucho – admití.

  • Espera... aquí dice que... – y me miró serio – no aceptan mascotas.

  • Ohhh... No... Apolo.

Era un impedimento enorme, actualmente, Apolo no tenía problemas en el apartamento. Al parecer a nuestro padre no le importaba mucho ya que el perro no molestaba en ningún momento y Anthony se lo llevaba a su habitación en las noches o si no, él mismo se iba a dormir en la cocina.

  • Hey... hey... descuida, hermano... Apolo se puede quedar aquí, conmigo – dijo mi hermano que seguía sentado en el sillón.

  • ¿Qué?... ¿Es en serio?

  • Claro... igual, ya es mi perro también. Yo lo saco a pasear y juego con él más que tú. Mal padre.

Arturo y yo nos miramos y luego regresamos la mirada a mi hermano.

  • Anthony... – dijo Arturo.

  • Además... la casa se ve chévere. Y han buscado por mucho tiempo...

  • ¿Qué te pasa? – pregunté extrañado – estás diferente... demasiado... y me gusta.

  • Deja tus homosexualidades, Andrew – contestó indiferente – es un favor. Y debes pagármelo.

Con eso dimos por entendido que mi hermanito no había cambiado – mucho –, seguramente cuidaría a Apolo por nosotros, pero le estaríamos pagando por décadas, así maquinaba la mente psicópata de Anthony.

  • Y el primer pago es que vayan a vestirse y salir conmigo. Es noche buena...

  • Ehhh...

  • Primero salgamos, llevemos a Apolo a pasear y luego me invitan a almorzar... Después de eso iremos a algunas tiendas y quiero que me compren unas cosas, una camisa y un pantalón... y finalmente iremos al hotel – mi hermano marcaba todo como si hubiese una lista imaginaria y se levantó de la cama para salir de la habitación – muévanse, nos vamos en una hora.

Nos quedamos en silencio viendo el espacio que había dejado mi hermano y luego nos miramos de nuevo. No había cambiado en realidad, nos estaba manipulando para ir a la fiesta y que fuésemos su niñero, sumado a todo lo que le íbamos a comprar hoy, pero mi novio solamente sonrió viéndome y colocando sus manos detrás de la cabeza.

  • Me encanta Tony... es el mejor cuñado que podría tener.

  • Es un controlador.

  • Nos está haciendo un favor.

  • Tenemos que pagarle.

  • Se quedará con Apolo todo el tiempo que estemos allá... es más –dijo centrándose en la computadora –, ya voy a ofertar y contactarme con la dueña.

Y así fue como el propio Arturo se comunicó con la dueña de la casa, algo cercana a la universidad, explicando que yo estudiaría Arquitectura y viviríamos allí solamente los dos, haciendo énfasis en los dos solos. La dueña preguntó si éramos homosexuales al entender y le contestamos afirmativamente. No hubo problemas con eso en realidad, pero si aclaró nuevamente que no deseaba mascotas de ninguna clase y que deseaba que mantuviéramos la casa completamente limpia, con un par de intercambios de información pactamos la cita para ver la casa nuevamente y firmar el contrato personalmente al inicio del próximo año – todo esto mientras nos vestíamos para poder salir con mi hermanito.

A la hora, pudimos salir de la habitación respirando otro aire, pero tuvimos que apresurar el paso ya que nuestro padre estaba cerca de la puerta con nuestra madre, que al vernos comenzó a perseguirnos para hablar, acompañado de las suplicas de nuestra madre, tomamos a Apolo de la correa y salimos del apartamento dando un sonoro portazo. Debo decir que en realidad, él no se veía molesto, pero tampoco su mirada auguraba nada bueno.

Al pisar la acera el estomago de Arturo gruño sonoramente y nos obligó a todos a comer un par de pizzas obviando nuestros planes de pasear a Apolo.

  • Es que tengo hambre...

Era mí deber complacer sus caprichos así que luego de tres pizzas tamaño familiar, los tres llenos salimos del local y Apolo nos esperaba pacientemente esperando su premio – un par de trozos de pizza –, que se los comió casi sin masticar.

Cuando comenzamos el paseo por el parque, podía verse bastante el movimiento de las personas por la zona, había niños jugando con sus padres acompañados y un tumulto cerca del lago. Al acercarnos, vimos que Santa Claus estaba allí con algunos niños.

  • Vamos a tomarnos una foto.

  • No seas infantil, Duarte – dijo Anthony orgulloso.

  • No te lo dije a ti... se lo dije ahhh – y yo negué con la cabeza –, a Apolo... sí, Apolo quiere tomarse una foto con Santa.

Y en efecto, mi novio nos hizo pasar algo de vergüenza para hacer la cola y que se tomara una foto con Santa, nuestro perro fue la estrella del momento ya que al tomarse la foto le dio un lametón al viejo panzón que casi hace que se le cayera la barba. Después de eso, Anthony llevó a Apolo a casa y fue el momento en que regresó con una lista de las tiendas que debíamos ir para buscar la ropa que se pondría el día de hoy, era increíble como tenía todo preparado, marca, talla, color, todo estaba planeado y Anthony encontró la camisa y pantalón que quería, Arturo fue el que dio la tarjeta de crédito de mala gana al momento de pagar lo que hizo que mi hermano agrandara mucho más su sonrisa. Mi novio no pagó la ropa de Anthony solamente, me compró a mí un par de camisas y él mismo se regaló una chaqueta de cuero que se le ceñía al cuerpo que le quedaba genial, combinando con su jean oscuro y unas botas negras que llevaba puestas, prácticamente pedía que yo mismo lo desnudara y cayera en sus brazos por lo bien que se veía en ese momento.

Al pasar por una joyería los ojos de mi hermano se fueron directo a un reloj Omega de plata que estaba en uno de los mostradores y entró rápido, pidió el precio y salió a buscarnos.

  • Entren, maricas.

  • ¿Qué pasa? – pregunté.

  • Quiero ese reloj.

  • ¿Qué? Te estás pasando, Anthony. Eso no era parte del trato.

  • El trato era... que me llevarían de compras. No especifiqué que compraríamos en realidad.

  • ¡Claro que sí! – exclamó Arturo.

  • ¡Entren! Son nada más dos mil seiscientos dólares.

  • ¿Qué te ocurre? Arturo no va a gastar todo ese dinero por algo que nunca va a usar... – le dije molesto.

  • Arturo no. Pero tú sí.

Mi hermanito tomó de mi mano obligándome a entrar en la joyería y con un par de sus típicas miradas, tomó el control sobre mí y me hizo sacar la tarjeta de crédito para comprar el maldito reloj, mi novio se había quedado fuera viendo molesto la escena, pero al salir no dijo absolutamente nada... solamente le arrebató a mi hermanito la bolsa que contenía el reloj para sacarlo de su caja y él mismo ponérselo.

  • ¿Qué crees que estás haciendo? – preguntó molesto.

  • Pues... es el reloj que compró mi novio, con su dinero... para mí.

  • ¡Dámelo ya, Duarte!

  • ¡Oblígame! – respondió la orden con suficiencia.

Anthony se quedó quieto manteniendo su mirada y mi novio se cruzo de brazos mirándolo de forma burlona. Lo que hizo que yo me riera por la escena y mi hermano, exclamara molesto algo inentendible y siguiera su camino hacia el hotel.

Cuando llegamos a la recepción del hotel, Anthony dio sus datos para luego darnos nuestra tarjeta de acceso e indicarnos donde era la fiesta, le pidió de buena forma el reloj a Arturo explicando que solamente quería usarlo esa noche y luego... podría metérmelo a mí en el culo si quería, por la broma mi novio no pudo hacer otra cosa que reír y regresarle el reloj, yo en realidad esperaba poder devolverlo y recuperar el dinero, pero seguramente no volvería a verlo de nuevo...

Y no me equivoqué, fue dinero desperdiciado en Anthony.

Al entrar en nuestra habitación dejando las bolsas con la ropa, pudimos notar que no era la gran cosa pero sí que tenía una cama king size perfecta para nosotros y un jacuzzi la cual hizo que Arturo me diera una mirada de cachorro.

  • ¿Qué?... No...

  • ¡Vamos...! Primero aquí – dijo señalando el jacuzzi – y terminamos en la cama.

  • Por dios... ¿No te cansas?

  • El sexo contigo no me cansa. Ya te lo he dicho. Además, ya podremos gritar todo lo que queramos...

  • Ése eres tú – repliqué gracioso.

  • Para nada... hablo de ti ¿Recuerdas?... ayyy sí, Arturo, métemelo.... que grande lo tienes... ayyy duele... que duro... me encanta, soy tuyo... siempre lo seré... – decía imitándome a cada momento.

  • ¿Qué dices?... Ahhh sí... ¿Y tú recuerdas en la mañana?... Ahhh siii... rómpeme el culo, maricon... que ricooo... lléname con tu leche... dame amor...

  • Por supuesto que sí – admitió – y vamos a repetirlo ahora mismo.

En eso me pegó a la pared tomándome del cuello y clavándome un beso en la boca.

  • Aunque... ya tú me cogiste hoy. Me toca.

  • Lo supuse – dije volteando los ojos.

  • Eso es un sí... al jacuzzi.

Me desnudó rápidamente y preparamos el baño llenándolo con una reconfortante agua tibia. Mientras se llenaba el jacuzzi, Arturo me hacía ver las estrellas con un beso negro y pequeñas mordidas mientras yo me apoyaba del propio jacuzzi tratando de no caer. Fue una experiencia diferente hacerlo en el agua, pero al momento de disfrutar fue igual, Arturo y yo lo hicimos al límite hasta el momento de acabar y ver nuestro semen unirse en el agua y recostarnos luego relajándonos en ella.

  • ... Es algo asqueroso ¿No crees? – le dije entre sus piernas mientras me acariciaba el cuerpo.

  • No... es genial.

  • Es que... prácticamente estamos nadando en semen.

  • ¿Y?... A diario tienes mi semen en tu culo o en tu boca – explicó repartiendo besos en mi cuello – no es la gran cosa.

  • Bueno, si lo pones así...

  • ¡Vamos!... ¡Segunda ronda!... Quiero cogerte de nuevo.

  • Uyyy... ¿No te...?

  • ¡No, no me canso! – interrumpió sabiendo a que me refería.

Me tomó bruscamente y salimos del jacuzzi para ir a la cama empapando el piso a nuestro camino, prácticamente me lanzó en la cama y con las piernas abiertas volvió a clavarse en mí de una.

Recibirlo de nuevo fue... gratificante y me sentía bien ver la sonrisa de Arturo al clavarse en mí... después de todo lo que habíamos pasado este mes era una fuerte recompensa por todo lo que había soportado. Su vaivén iba lento hasta volverlo violentamente rápido mientras no dejaba de tomar su cuerpo con mis manos disfrutando de su ser al máximo...

  • Me vengo...

  • Hazlo...

  • ¡Quiero preñarte! – gritó dándome un par de estocadas.

  • ¡Te amo! – grité sintiendo su semen en mi interior.

Nos quedamos sintiendo algunos pequeños temblores en nuestros cuerpos con cada caricia y beso que nos dábamos, llegué a la conclusión de que habíamos tenido el mejor orgasmo de nuestras vidas y esos besos, sumados a las palabras de amor el uno al otro, nos hacía sentirnos muy reconfortados... estábamos en nuestro mundo.

  • Andrew, esto es perfecto. Tú y yo.

  • Lo sé... me siento en el cielo. Tú me haces sentir tan... vivo. Tan amado... te amo, Arturo.

Esa confesión no logró que a Arturo se le parara la verga ni comenzara a violarme de nuevo, si no que logró que me diera un suave beso en los labios y me abrazara apoyándose en mi pecho.

  • Soy el hombre más feliz del mundo, Andrew.

Solo pude besarle en la cabeza y dar suaves caricias a su espalda, pero luego el tono de llamada de mi teléfono nos interrumpió, volviéndonos a nuestra realidad, dejando nuestro mundo. Era Anthony avisando que ya estaba listo y que nos veríamos en el penthouse en diez minutos.

  • ¿Tenemos que ir? – le pregunté a Arturo.

  • Mmm... es que, quiero festejar un rato.

  • No conocemos a nadie.

  • Según tu hermano, va a ir media ciudad, seguro conoces a alguien – explicó separándose y haciendo que mi cuerpo se enfriara un poco.

  • De acuerdo, vamos entonces – terminé resignado.

Volvimos al baño a darnos una ducha rápida y alejándonos el uno del otro ya que con el simple contacto hacía que nuestra mente comenzara a volar de nuevo. Salimos de la ducha y Arturo sacó la ropa que utilizaríamos hoy. Para él, una camisa azul oscuro que al parecer era de mi talla ya que se le ceñía mucho al cuerpo, un pantalón y cinturón oscuro y unas botas marrones, le pedí que se colocara la chaqueta lo que hizo enaltecer su ego viéndose al espejo. Para mí fue un poco más casual de lo que pensaba, él había escogido para mí una camisa blanca, un sueter azul marino que de igual forma se ceñía a mi cuerpo – según Arturo, esa era la moda –, un pantalón vinotinto, cinturón azul oscuro y las mismas botas marrones. Nos tomamos una foto lo cual hizo que mi novio me besara el cuello y continuara diciendo que éramos la pareja perfecta... que éramos perfectos el uno para el otro.

Al llegar al penthouse sabíamos que no era una fiesta cualquiera... no sería una reunión de amigos con comida y con música relajante y conociendo a Anthony, aquí en realidad habría alcohol, drogas y sexo... Arturo al momento de cruzar el umbral y ver todo lo primero que hizo fue prometerme que se controlaría. Y sería difícil para mí también porque se veía muy... muy salvaje. La habitación era extremadamente grande,  el doble de nuestro apartamento, tenía el piso de mármol pulido, las paredes blancas adornadas con algunas pinturas contemporáneas y del techo caía una araña de cristal levemente encendida para darle más importancia a la estación de la DJ – una rubia, delgada, llena de joyas y unos lentes oscuros – donde salían distintos láseres de colores.

Mi hermano llegó con un grupo de amigos el cual nos absorbió completamente, nos sentamos en lo que parecía ser la zona VIP. Anthony había dado en el clavo, ya que nos dimos cuenta de que estaba coqueteando bastante con la que parecía ser la dueña del penthouse y es por ello que llegaban todo tipo de tragos y... envases con “polvos mágicos” los cuales sus nuevos amigos consumían con gusto.

Arturo y yo nos separamos un rato después – justo cuando el juego de “mi casa es mas grade que tú casa”, se ponía interesante –, para salir a la pista de baile, estuvimos bailando, los dos, en grupo, con conocidos, desconocidos, chicas, chicos, heteros y gays, hasta que ambos dijimos basta y salimos a la terraza, donde nos dimos cuenta que había un ambiente completamente diferente. Primero, había una puta piscina y la gente estaba bañándose feliz sin importar el maldito frío que hacía – efecto del alcohol –. Las chicas estaban desnudas dándose clavados y los chicos abrían botellas de champagne a diestra y siniestra, bañándose entre ellos, lanzándola a la piscina o botándola hacia la calle gritando como locos.

  • ¿Quieres...?

  • No... lo siento, pero no – sentencié –. No me quiero enfermar.

  • Sí... sí... volvamos a adentro, entonces.

  • Sí, mejor.

Regresamos con el grupo de al principio y nos sentamos junto a mi hermano y su pareja de la noche, en efecto, la chica era la reina del penthouse, la cual ya estaba completamente perdida. Anthony se aprovechaba de ella como mejor podía lo cual le recriminé, pero él también estaba igual de perdido, todos los chicos que estaban con nosotros parecían estar en ese mismo estado y mi hermanito se emocionó mas cuando un amigo llego a sentarse a su lado dándole un abrazo. La parejita infernal – que ahora era un trío –, tomó uno de los envases rosados y lo consumieron juntos. Suspiré molesto y Arturo lo notó también, así que trató de reconfortarme...

  • Él sabe lo que hace... – me susurro.

Asentí con la cabeza recordando lo que nos había dicho hacía tiempo... él sabía lo que hacía y supuestamente tenía el control. Era inteligente, eso no lo dudaba. Pero esperaba que conociera su límite...

- Brother – llamó mi atención mi hermano –, do it... for me.

Justo me estaba ofreciendo un envase azul dándome una media sonrisa y guiñando un ojo. Negué con la cabeza, pero Arturo lo tomó dándome un apretón en la mano y asintiendo. No quería consumir nada, pero con Arturo allí me sentía un poco más seguro, además que no conduciríamos esa noche, mi novio me dio confianza y aspiró un poco y luego yo acompañado del vitoreo de mi hermanito y sus dos amigos.

De nuevo, Arturo me llevó a la pista acariciando todo mi cuerpo al ritmo de la música.

  • Descuida, lo que consumimos no es peligroso... no es tan fuerte.

  • ¿Seguro?

  • Sí vale. Esta es una fiesta de niños – me aseguró tomando mis nalgas con un fuerte apretón – vamos a disfrutar un rato más antes que haga efecto.

  • ¿Qué haga efecto...?

Luego pude entenderlo, la música se había vuelto más poderosa, el brillo de los láseres era más potente coloreando las pareces, las pinturas de las paredes comenzaron a moverse y a derretirse inundando la sala de colores, la DJ parecía poseída al igual que mi cuerpo, toda mi piel se estremecía con cada toque subido de tono y con cada trago que tomaba se volvía más intenso – así fuese un vaso de agua –, de igual forma estaba Arturo y lo sabía porque su verga no dejaba de marcarse por encima del pantalón.

  • Tú también la tienes igual.

  • ¡No jodas! – dije viendo mi pantalón que marcaba mi verga y una mancha oscura – creo que acabe.

  • Seguro... y ellos lo saben – dijo señalando a una esquina.

Estábamos recostados en una pared y en una esquina estaba una joven pareja viéndonos sonriendo como unos pervertidos, Arturo estuvo besándome todo ese rato sin darme cuenta que estábamos siendo “espiados”. Eran un hombre y una mujer que no nos quitaban la mirada de encima, me sentía violado y no era por Arturo. Ya con mi cabeza volviendo a la realidad, le pedí irnos. Ya era suficiente.

  • Vamos a decirle a tu hermanito, entonces.

Pero mi querido hermanito estaba ocupado para saber de nosotros... estaba perfeccionando su fase de bisexual con un tremendo beso triple entre la reina del penthouse y el amigo que había llegado después, le consulté a Arturo si debía interrumpirlo, pero negó rotundo llamándome loco y diciendo que los dejara continuar. Iba a irme, pero para joderle un poco me acerqué interrumpiéndolo avisándole que ya nos íbamos, no causé la sensación que quería ya que me deseó feliz navidad y siguió besando al chico mientras manoseaba a la chica.

Salimos de la fiesta y en el ascensor Arturo señalo que nuestras vergas seguían duras y se comenzó a reír como si fuese un niño explicándome que lo que consumimos tenía ese efecto, teníamos razón desde el principio. Esa fiesta era alcohol, sexo y drogas. Debo admitir sin vergüenza alguna, que lo disfrute.

Al llegar a la habitación nos despojamos de toda la ropa viéndonos completamente desnudos, Arturo sacó de su chaqueta un envase rosado, me lo ofreció de nuevo y yo puse los ojos en blanco, él consumió un poco y luego yo recordándome que él había prometido controlarse y yo también lo haría.

Fuimos directo a la cama. Él se recostó y yo me arrodillé en el suelo para poder chuparle la verga con placer, a mi novio se le había acabado la amabilidad y la tonta idea de “hacer el amor”, él quería rudeza esta vez, es por eso que con una mano me tomó de la cabeza y comenzó a mover su pelvis penetrando mi boca, yo disfrutaba con cada metida de verga ya que cada vez que chupaba podía probar de su liquido pre seminal que peligraba salir antes de lo esperado.

Gemíamos sin siquiera haber pasado al plato fuerte y es que hasta una simple chupada de bolas hacía estremecer a mi Arturo haciéndome sentir en la gloria por provocarle tanto placer, pero además de su verga y bolas, Arturo sabía que yo adoraba sentir todo su cuerpo y más al besarnos, así que separándome con fuerza y jalándome a su boca me recosté encima de su cuerpo, sus manos fueron directo a mi culo para acariciarlo con fuerza y darme un par de nalgadas al mismo tiempo que entrelazábamos nuestras piernas.  Con una mano me acariciaba el ano metiendo un par de dedos, certificando que estaba más que preparado para él y sonreímos dentro del beso ya que sabíamos lo que seguía, una cogida brutal.

Me coloqué a horcajadas y de un sentón me clavé la mitad de su verga para comenzar a moverme deseoso de sentirme lleno con su falo. Arturo tomaba mis caderas para obtener soporte y mover su pelvis para encontrarnos con cada penetración... reíamos y gemíamos, eran ruidos graves y agudos al mismo tiempo que salían de nuestras bocas mientras nos mirábamos felices y gritando cosas sin sentido. Si Arturo adoraba mi cuerpo, yo hacía lo mismo en ese momento... lo repito. Esa noche no había mucho amor entre nosotros... era deseo carnal que quería ser expulsado de nuestro ser.

Mi verga rebotaba con cada subida y bajada volviendo loco a Arturo ya que no dejaba de verla hipnotizado, mi plan era acabar sin tocarme, pero esa estupidez pasaba pocas veces en la vida y esa noche no sería una de esas, así que solamente pude sostenerme con una mano para dirigir la otra a mi verga masturbándome como loco, di varios sentones y con Arturo moviéndose en círculos dando en mi próstata hizo que finalmente me viniera en su cara, pecho y abdomen... mi novio estaba lleno de mi semen y su mano paso limpiando toda esa leche blanca para comérsela chupando sus dedos. Maldecía la virilidad y aguante que tenía ya que él no había acabado, su verga salió de mi culo y mi boca fue directa a ella, estaba cansado, pero mi boca podría hacerlo llegar. Lo masturbaba y me tragaba su verga completa chupándola mientras él terminaba de limpiar su cuerpo tragándose mi leche y finalmente lo hice acabar dentro de mi boca inundándola completamente.

Cada uno tuvo la leche del otro en su interior esa navidad.

  • ... Sí – gimió Arturo luego de largo rato acariciándonos –, soy el hombre más feliz del mundo.

Estábamos cansados... eso no lo dudaba, había sido un día largo, pero ya estábamos los dos juntos de nuevo abrazándonos y cansados por la feroz cogida que habíamos tenido.

  • Te amo, Artie... – gemí adormilado y compartiendo el último beso de la noche.

Pensar que las cosas eran tan diferentes hace un año...

Miércoles, 31.

La mañana de fin de año despertamos con algo de resaca... había pasado una semana después de esa fiesta, pero mi mente aún volaba – además de que quedaba un poco de esos polvos, que consumíamos cada vez que íbamos a la cama –, me sentía un drogadicto o por lo menos con indicios de serlo. No estábamos en casa, nos habíamos quedado en el hotel para descansar de mi padre y poder salir a pasear y volver a la hora que nos diera la gana sin molestar a nadie, supe que Anthony había tenido la noche de su vida, pero obviamente tuvimos otra discusión por haberse drogado de esa forma en la fiesta la cual terminó igual que la vez pasada, con mi hermanito llamándome hipócrita, manipulando nuestras mentes y cambiando el tema haciendo que olvidáramos todo.

De nuevo, le pedí a mi hermano tomándole de la mando y fijándome en sus ojos fervientemente y con sinceridad que se cuidara y por extraño que pareciera, apareció un poco de sensibilidad en su reflejo quitándose esa máscara de superioridad y soberbia para prometerme que sí se cuidaría, aunque me aclaró que no dejaría de ver a la chica y al chico con quien estuvo en navidad... ya que “esa clase de placer no se conseguía en todos lados”.

Cuando regresamos al apartamento, lo hicimos prácticamente en la madrugada de fin de año. Pensábamos que nadie estaría despierto, pero nos equivocamos, mi padre estaba sentado en su silla leyendo un libro y al momento de vernos se quedó petrificado... bueno, y nosotros...

Él dejó su libro en una mesita, se levantó y pensé lo peor. Mi mente me llevo a mi infancia, en una oficina donde de una cachetada me tiro al suelo, pero Arturo me había vuelto a la realidad colocándose frente a mí.

  • Señor Joseph, buenos días.

  • Buenos días... Arturo – contestó mi padre deteniéndose – podrías dejar que hablara con mi hijo.

  • ¿Me llamaste hijo? – dije en voz baja.

Creí que no me habían escuchado, pero ambos se quedaron mirándome, yo tenía la cabeza gacha y Arturo volvió a reaccionar.

  • Señor, él no desea hablar con usted en este momento...

  • Es mi hijo. Y tiene que escucharme – dijo firme, pero en voz muy baja.

  • No le amenace, ni le de órdenes señor ¿Qué no entiende que le está haciendo daño?

No sabía si las palabras de mi novio habían hecho algún efecto en él, pero si sentí su mirada bastante pesada en mi cabeza.

  • Déjenos pasar, por favor – pidió mi novio luego de un silencio.

  • De acuerdo.

Mi padre se retiró y retrocedió dejándonos pasar, Arturo tomó mi mano y comenzamos a caminar hacia la escalera, era increíble lo firme que podía ser Arturo al momento de hablar con mi padre, en eso pensaba cuando a mitad de la escalera, él dijo mi nombre deteniéndome.

  • Andrew. Yo quiero disculparme contigo, no sabía el daño que te hacía... un padre debe... apoyar a sus hijos en cada decisión, por muy... – y suspiró fuerte –. Lo que quiero decirte es que, quiero hacer las paces contigo.

Mi novio me dio un apretón de manos y tuve que mirarlo al mismo tiempo que él me asentía con la cabeza mirando a mi padre, yo tuve que dar media vuelta lento para mirarlo, mi padre llevaba una camisa blanca remangada, pantalón beige y unas pantuflas oscuras, cuando lo miré al rostro trataba de mantenerse firme, pero también había inseguridad pocas veces vista en él.

  • No estoy diciendo que lo acepte del todo, hijo... pero considero que es mejor tratar de superarlo ¿Qué piensas?

  • Yo... no lo sé.

  • Está bien. Cuando quieras hablar... estaré disponible.

Yo asentí con la cabeza y comencé a subir las escaleras.

  • Arturo.

  • ¿Señor? – y se detuvo.

  • ¿Crees que eres capaz de amar a mi hijo? – preguntó mi padre serio apretando los puños.

  • De eso y mucho más. Yo siempre amaré a Andrew, no lo voy a negar.

Y después de eso subió conmigo las escaleras rápido sintiéndose victorioso con su respuesta. Al cerrar la puerta mi corazón me estaba llevando a un ataque cardíaco por lo rápido que iba y tuve que sentarme en la cama, mi padre quería hacer las paces conmigo y estaba disponible a hablar... él le había hecho la misma pregunta que mi madre a Arturo. Y él había contestado con honores, se vanagloriaba caminando en círculos por la habitación hasta que pudo notarme arrodillándose frente a mí.

  • ¿Qué te pareció? ¿Cómo lo hice? ¿Lo hice bien?...

  • Sí... fue estupendo – dije con falta de voz.

  • No pareces feliz.

  • Mi padre quiere hacer las paces...

  • Sí... eso es bueno. Tu padre quiere apoyarnos – me dijo dándome un pequeño beso en mi mano – es algo a nuestro favor.

  • Lo sé... pero aún no sé qué decirle... quiero decirle tantas cosas que...

  • Shhh... shhh... – me calló dándome pequeños besos – escucha, ya pensaremos que decirle.

  • No... esto es algo que debo hacer yo solo – le expliqué con respirando agitado.

  • Cálmate. No tienes que hacerlo, estoy para ti – dijo con cara de niño.

Solo pude sonreír tragando en seco.

  • Lo sé, pero esto es algo que debo decirle a mi padre yo solo. Es entre él y yo.

  • ¿Y puedo saber de qué se trata?

  • Del amor... del amor que él no es capaz de brindarnos, a mi madre, a Anthony ni a mí, por no seguir sus pasos, ni ser las marionetas que él pensaba que podíamos ser, por odiarnos, lastimarnos con cada cosa que hacíamos así fuese buena o mala... Incluso debo defender a Mathew, mi hermano es un gran hombre y él le ha hecho tanto daño por negarle su amor y todo porque no es...

  • Ya... ya... ya... mi Andy, tranquilízate, no llores – me detuvo abrazándome –, tranquilo...

No me di cuenta al momento que comencé a llorar y mi novio me sostenía fuerte mientras trataba de tranquilizarme, pero no podía, mi padre me había hecho mucho daño por muchos años y todo lo que había soportado estaba saliendo a flote con mis lagrimas y gemidos de dolor, que decidiera hacer las paces me rompía el corazón ya que en realidad no sabía porque querría volver a relacionarme o ni siquiera querer a alguien que al momento en el que me equivoque me abandonara a mi suerte. Lloraba en el hombro de mi novio y él me escuchaba abrazándome mientras yo balbuceaba repitiendo todo lo que había dicho antes, me nombraba a mí, a mi madre y hermanos, lo mencionaba a él  y repetía mil veces que odiaba a la persona que él deseaba ser... un padre.

Un padre que me maltrataba y quería regresar para destrozar la vida que había forjado por mi cuenta, apoyado de las personas que habían logrado llegar a mi corazón.

Arturo me escucho por esa hora hasta que el sol terminó por salir ese último día del año, y me obligó a recostarme en la cama mientras él me abrazaba fuerte sin separarse de mí, yo seguía soltando lágrimas por ser el hijo de un hombre que estaba muerto por dentro...

Es sorprendente cuando yo creía ser el fuerte y viene tu novio, el mejor amigo que me había acompañado casi toda mi vida y me demuestra que él es el que me cuida. En una pareja hay que apoyarse el uno al otro, aunque uno sea un tonto tienes que apoyar a la persona que amas. Cuando yo soy débil, él se vuelve el fuerte y viceversa... Por eso siento que Arturo es el indicado. Nos complementamos y nos ayudamos.

Estuve todo el día en la cama hasta hacerse de noche, por la ventana ya se escuchaban los fuegos artificiales y Arturo se estaba... por así decirlo impacientando un poco. Al medio día había salido del cuarto para buscar algo para almorzar y luego a media tarde a buscar algún postre, mi hermanito había entrado en la habitación para intentar darme ánimos – por petición de Arturo, obviamente –, pero no lo logró ni un poco y me llamó aburrido, amargado, vejestorio y demás por quedarme en cama en año nuevo y cerró la puerta para ir a prepararse.

Resignado comprendí lo que decía y era un idiota que por culpa de mi padre me quedara llorando en mi cama en año nuevo, así que con una increíble fuerza de voluntad me levanté de la cama y sorprendiendo a mi novio me metí a bañar.

  • ¿Qué haces, Andy? – preguntó Arturo al verme en la ducha.

  • ¿Qué crees, Artie?... no vamos a pasar año nuevo en una habitación encerrados.

  • Claro... claro... ufff... ya creía.

  • Sí, yo también... pero, Anthony tenía razón.

Me arreglé lo mejor que pude. No tenía ropa nueva que estrenar así que me puse lo primero que encontré, una camisa blanca manga larga, pantalones negros y unas botas negras, hacía un frio de puta madre afuera por eso utilicé la chaqueta negra de Arturo, él por su parte estaba emocionado por mi iniciativa de celebrar año nuevo se puso un sueter cuello de tortuga gris oscuro, se había colocado un pantalón gris de un tono más claro, con unas botas marrones, del armario saco un saco un blazer marrón que no dejaba nada a la imaginación y una bufanda la cual se la probo un par de veces viéndose en el espejo.

  • Te ves demasiado gay con esa bufanda.

  • Lo sé, pero hace frío... y me quiero ver bien – dijo sonriendo sin importarle mucho mi comentario.

  • Te ves perfecto, Arturo.

  • Los dos, Andrew. Los dos.

Me colocó frente a él para darme un beso y un abrazo sin dejar de sonreír, en realidad no sabía por qué él estaba tan feliz, si estaba con alguien como yo. En realidad, yo no estaba del todo allí, con los ánimos por los suelos... le hice esa pregunta por lo bajo y él pareció extrañado, su respuesta fue la más obvia de todas – para él, claro –.

  • Porque te amo. Escucha, Andrew, somos tú y yo... ya, es todo lo que necesito.

  • Sí, tienes razón... tú y yo. Somos el uno para él otro.

  • ¡Exacto!

Lo abracé fuerte y unas lágrimas peligraron por salir, pero me contuve diciendo que no era el momento para eso, era el momento para celebrar, fin de año y era la primera vez que lo pasaría con Arturo... como mi novio, claro. Al separarnos vi que ahora él estaba algo dubitativo en hablar o no.

  • ¿Qué te pasa ahora?

  • ... Quiero hacerte una pregunta, es importante... Andrew...

  • ¡Me voy, maricas! – entró Anthony al cuarto interrumpiéndolo –... ahhh pero si ya están listos. Sabía que te haría salir de la cama con lo que te dije.

Mi hermano parecía que iba a una fiesta en la playa por cómo estaba vestido, una franela a rallas blanco y gris, un pantalón rojo brillante dejando ver sus tobillos, zapatos casuales grises y un blazer azul marino abierto. Le recriminé que se congelaría afuera, pero me contestó que estaría caliente toda la noche con sus parejas, lo cual hizo que Arturo y yo nos sonriéramos de forma incómoda recordando lo que hacía mi hermanito en su intimidad.

Time Square, es una tradición para todo neoyorquino y es obvio que no podía faltar recibir el año en ese lugar lleno de gente de todo el mundo, lleno de alegría y un frío hijo de puta, pero allí estábamos... estuvimos juntos entre abrazos y besos cortos, celebrando con mi hermano y sus parejas y otro par de amigos, mis padres por suerte habían dicho que invitarían a los vecinos para hacer una pequeña reunión y así no me distraje pensando que estaría cerca de mi padre, pude notar que a pesar del buen momento Arturo se veía nervioso, le seguía preguntando qué le sucedía pero él negaba con la cabeza seguido de una explicación alocada, o si no se excusaba con el frío. Al final del conteo, con toda la emoción y en medio de la celebración abracé a mi novio y tuve que darle las gracias por ser el mejor novio del mundo.

  • Gracias... Arturo... por todo... eres lo mejor que me ha pasado en mi vida – y le di un profundo beso.

  • Andrew... yo...

  • ¡Te amo! – le interrumpí.

  • Andrew... ¿Quieres casart...? – no lo dejé terminar, ya que le plante otro beso aún más fuerte.

Ustedes saben... y hasta yo sé lo que me quiso preguntar y sinceramente entré en pánico, ese beso fue una respuesta, que tal vez no es la que Arturo esperaba.

Ha sido un año bastante difícil y lleno de trabajo que estoy seguro que valió la pena. Como algunos se habrán dado cuenta o notado quizás, todo ocurrió en el 2014, fue un año que desde un principio estuvo lleno de problemas amorosos, pero también el destino hizo que un nuevo/viejo amor me acompañara creando estos bellos momentos vividos...

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2015

Ha pasado un año desde que Arturo me pidió que me casara con él y han sucedido muchas cosas este 2015...

Si comenzara a relatarlo todo creo que llegaría al 2020 sin poder terminarlo... es por eso que prefiero resumirlo y... para no perder la costumbre, ustedes sepan un poco más de mi vida actualmente.

La primera gracia de mi novio a principio de año fue tener un yeso, fue estando en una sesión de modelaje, Arturo resbalo en la piedra húmeda cubierta con una capa de hielo, lo cual nos hizo que se quedara sin el trabajo, dinero y prácticamente no podíamos salir.

Lamentablemente uno no escoge a la familia... lo que mi padre me dijo en año nuevo se le olvidó completamente y volvieron diversos ataques a mi persona y a la de Arturo, lo que causó que mi novio cayera en vergüenza varias veces y yo me molestara y me sintiera devastado.

Un mes después, desperté con una noticia.

- Cuando él sane... se largan – dijo mi padre azotando la puerta.

Nos tendríamos que ir del apartamento, esa noticia no nos afectó tanto en realidad, ya que el lugar que teníamos en Ithaca aún estaba disponible para nosotros. Supe que no valía la pena llorar, solamente descansar, aunque mi padre se hiciera el difícil.... es duro, yo lo entiendo.

Me comunicaba por correo electrónico con el consejo facultad de la universidad, avisándome que no podría comenzar a estudiar hasta otoño, pero que lo mejor pagar mi matrícula universitaria por adelantado... fue uno de los momentos más tristes para mi cuenta bancaria, ya que la mitad de mis ahorros desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos – dolió –.

Arturo también pago un poco más por la renta de la casa en Ithaca, ya que nos habíamos tardado en pactar el contrato con la casera y ella “perdió buenas ofertas por culpa de nosotros”. Simplemente Arturo y yo sufrimos desacuerdos como toda pareja causados por el dinero, que me hacía prácticamente matarlo por su terquedad – y seguramente él a mí también –.

Aunque en un intento de extraña locura... mi padre “recapacitó” diciendo que no teníamos que irnos, que no era necesario que nos fuéramos del apartamento, pero nuestros planes fueron otros. A final de mes cuando Arturo se recuperó de la caída, nos fuimos de casa. Dejando a mi padre serio, a mi madre llorando y a mi hermano feliz porque se quedó con Apolo – y otro cuarto disponible –.

Nos fuimos a Ithaca directamente, un viaje de cinco horas que al final nos dejo muertos por la mudanza.

- ¿Quieres inaugurar la casa? – preguntó mi novio excitado, besándome furiosamente.

- Estoy muerto... pero te juro que mañana nos partiremos el culo mutuamente – le dije mordiendo su labio y dando un apretón en su culo.

En marzo, por los problemas en Venezuela mi amigo Richard, tuvo la maravillosa idea de pedirme matrimonio.

- ¿Estás pidiendo que me case contigo por Skype?

- Sí... ¿Cuál es el problema?

Dejando a Arturo bastante rojo e incrédulo, la razón por la que mi amigo me pedía que me casara con él tan abiertamente por Skype, era por la nacionalidad y después de eso, divorciarnos. Claro que el precio, según Arturo sería el de un trío espectacular y solo así yo me casaría con mi amigo – primero que con mi novio –.

- Un trío... y serás pasivo también, Richard – dijo Arturo al recomponerse.

- Está bien... pero la luna de miel será en Hawái.

La idea no me desagradaba en absoluto, pero la broma de Richard terminó bastante rápido en realidad cuando mi novio comenzó a explicar detalladamente lo que haría con su cuerpo.

Al reunirme de nuevo con el concejo de facultad, fue absoluta y terminante la decisión de comenzar clases en otoño, aunque fueron muy amables de hacerme una solicitud de vivienda más cercana al campus – la cual rechacé explicando que ya tenía vivienda –, me ofrecieron también un plan de alimentación para mi novio y para mí, donde nos ahorraríamos prácticamente como mil dólares al mes. Al estar seguros de que no estudiaría hasta otoño decidimos hacer un viaje a Miami, ya que estábamos hartos del frío.

- ¡Por favor!... – me pidió Arturo de rodillas.

- ... De acuerdo, yo también quiero ir a la playa.

Miami fue otro tiempo para descansar del estrés vivido en las últimas semanas... entre paseos en la playa, nadar juntos, besos y sexo, nos hizo sentir bien, ya estábamos bastante repuestos para tratar de conseguir algún empleo de medio tiempo y buscar nuevas fuentes de ahorro.

A finales de Abril, fue el cumpleaños de mi Apolo, lo cual hizo que regresara a New York a celebrar con él, no recuerdo muy bien lo que ocurrió por esas fechas ya que enfermé gravemente desmayándome y según Arturo, convulsioné un par de veces. Estuve hospitalizado por dos o tres semanas recibiendo el antibiótico como tratamiento y recaí varías veces, pero al final, pude sanar para escaparme del hospital a finales del siguiente mes... Arturo estuvo muy preocupado, pero permaneció allí para cuidarme y protegerme. Y su recompensa fue follar solos en casa manchando las sábanas infinidades de veces...

Luego de celebrar nuestro primer año como novios, Arturo tuvo que regresar a principios del mes de julio a Venezuela por un asunto con su tarjeta de crédito – en otras palabras, nuestra fuente monetaria más importante –, estaba preocupado, presentí que algo malo iba a pasar porque él estaba a punto de entrar en un campo de guerra que era Venezuela en esos momentos.

- Estaré bien, Andy – me dijo confiado todo el tiempo.

... Y fue cuando mi hermano me dio la noticia más terrible de este mundo y que me destrozó por dentro.

- Andrew... siéntate, debo decirte algo... – dijo Mathew por teléfono.

A Arturo lo intentaron secuestrar y al ver que puso resistencia recibió dos disparos en su pecho, que afortunadamente no dañó órganos vitales dejándolo en el pavimento a su suerte. Mi viaje de vuelta a Venezuela y a la clínica donde estaba Arturo fue doloroso, y mis niveles de preocupación fueron terribles al pensar que él moriría. Mis amigos, Richard, Vanessa, mi cuñado, Aquiles y mi hermano Mathew me acompañaron todo el tiempo, yo simplemente deseaba verlo con bien, estuve fuera de esa habitación por más de tres semanas esperando a que sanara, no dormía esperando toda clase de noticias buenas o malas, a pesar de que mis amigos me pidieran que fuera a dormir en algún sitio cómodo.

Estuve seguro un par de noches... que él no se iba a recuperar... sentir que lo perdía me hizo darme cuenta que no podría vivir un día sin estar separado de él, ese dolor no quería volver a sentirlo jamás.

Yo perdí las esperanzas... lloraba y me desmayaba por la presión que sentía, haciendo que un par de noches mi propio hermano me sedara para que durmiera por más de un día completo.

- Es por tu bien... – susurro Mathew recostándome en una cama

Hasta mediados de julio fue que hubo una señal de recuperación y a finales de ese mes salimos de la clínica – donde él tuvo que pasar su cumpleaños –.

Nos quedamos en Venezuela por órdenes de Mathew ya que no quería que Arturo viajara en avión por lo menos por un mes, de nuevo estuvimos encerrados en el apartamento de Aquiles y ocurrió lo imposible, mi cuñado se había tranquilizado y cuidaba a mi novio mucho mejor que yo.

- Es mi hermano, es lo único que tengo... y tú me lo arrebataste, Brown... pero descuida, se que está en buenas manos – explicó acariciando la cabeza de Arturo tiernamente.

Hasta este punto, creo de forma ferviente que mis padres son bipolares y están locos con respecto a Arturo – y conmigo claro –, lo aceptan y lo rechazan cada semana, cuando estaba en la clínica estaban muy preocupados, cuando mejoró se alegraron, cuando nos quedamos en Venezuela se alegraron aún más... y cuando regresamos a Estados Unidos quisieron matarlo de nuevo, estaba seguro que Anthony ya estaba buscando un manicomio para ellos y quedarse con la casa para disfrutar de ella con sus múltiples parejas, pero estoy seguro que jamás lo admitiría en voz alta.

Fue gracioso el momento de registrarme en la universidad, ya que yo mismo pensaba que sería a finales del mes de agosto o inicios de septiembre, pero al recibir una llamada de mis padres y luego del mismo decano del porque no me había inscrito y que iba a perder el cupo. Fue lo que prácticamente me hizo pagar todo el dinero que tenía en ese momento para salir de Venezuela y llegar a Estados Unidos para inscribirme en la universidad, me pidieron el doble de lo que costaba para poder cambiar los pasajes, cosa que nos molestó a ambos.

- Te dije que algún día íbamos a utilizar ese fondo para emergencias – le dije a Arturo amargado. Y él solamente apretó los labios.

... Sé que muchas parejas follan, tiran, tienen relaciones, hacen el amor y todo eso en su cumpleaños, pero yo... NO... En realidad yo estuve llenando formularios toda esa noche.

Me incorporé una semana tarde en la universidad. Recibir clases en el taller de diseño en una universidad estadounidense es muy comparable con la UCV, el ambiente es el mismo y la tecnología casi igual – una es mejor a la otra, claro está –... las experiencias de un universitario también son iguales y más cuando un profesor ya te odia por ser más experto que él en un simple tema de estructuras.

Con respecto a mis nuevos amigos de la universidad, debo decir que en realidad no son tan geniales como los de Venezuela, ellos ya tienen vínculos creados desde un inicio y yo prácticamente estaré solo un año con ellos, les presenté a Arturo como mi novio y la conclusión que ellos dieron es que nosotros éramos actores porno ya que nuestra relación se basaba en el sexo – ¡Rudo! – y que seguro teníamos relaciones hasta en las madrugadas –... y no se equivocaban –. Y las chicas solamente pensaban que yo debía ser rubio o pelirrojo y contrastar mejor con Arturo, ellas se burlaban de mí cuando llegaba ronco a las clases ya que sabían la razón, haciéndome enrojecer. Las fiestas en las fraternidades... sí son como las pintan en las películas, por lo menos a las que yo he ido. Son salvajes y a Arturo le encantaban a pesar de que ellos tienen la estricta norma de “nada de homosexualidades... por lo menos hasta media noche”. Son tan salvajes y llena de placeres que Anthony sería feliz viviendo con ellos... – si ustedes me entienden –.

Hubo un momento donde tuve que presentar un examen importante, luego de una fiesta la cual no me sentó bien ir, tuve que salir de la fraternidad a las siete, discutir con Arturo a las ocho y presentar el examen a las nueve, no me ayudó en nada a aprobar... estaba triste y molesto conmigo mismo y de un humor terrible, pero Arturo supo cómo hacerme feliz sin quitarme la ropa. Fue ridículo y cursi, una flor, solo una flor de muchos colores me hizo sonreír y darme la fuerza para seguir estudiando para los demás exámenes y aprobar la materia.

Para acción de gracias, no tuvimos nada que agradecer... ni la comida de mi madre probamos ya que ella discutió con el mismísimo Arturo ya que era el responsable porque yo no le daría más nietos – ¿Bipolaridad? –, salimos de casa y fuimos al barrio chino a comer...

- Estoy bien, Arturo – le dije comiendo pollo agridulce – estoy celebrando contigo, eres mi familia.

Diciembre fue un momento de conclusiones... de pensar... de planificar mucho, en realidad. Hubo unos días bastante... deprimentes para mí, mi amigos Richard, Vanessa y Diego se graduaban... y me molestaba saber que yo también debía formar parte de ese grupo, caminar junto a ellos debajo de las nubes de Villanueva y ese sentimiento tan fuerte que ellos me describieron me hizo llorar en la cama al ver las fotos y jurar que yo también me graduaría, no sería como lo soñé desde joven, pero sí sería el mejor momento de mi vida al lado de los familiares que verdaderamente me querían.

Antes de navidad, le cumplí su deseo a Arturo de comer un plato navideño propiamente venezolano, Anthony había encontrado el sitio perfecto y allí los tres pasamos la navidad ya que ninguno deseaba estar cerca de nuestros padres – otra navidad lejos de ellos –. De igual forma, los tres estábamos felices.

Hubo momentos felices éste 2015 a pesar de todo, generalmente fue sexo, pero también debo admitir que sentí que he madurado gracias a él, tengo mi propia casa cerca de la universidad donde espero terminar mi carrera y graduarme, Arturo consiguió un trabajo en la ciudad para mantenernos a los dos y cada noche esperamos a que el otro llegue para cenar y “dormir” hasta el siguiente día...

A escondidas de Arturo y utilizando la tarjeta de crédito de Anthony – para no sospechar –, fui a la misma joyería donde compré el reloj de mi hermano y compré lo que marcaría el compromiso entre Arturo y yo, dos anillos de oro blanco y negro para ambos. La noche de año nuevo fui yo quién tomó el paso, yo mismo le pedí – y acepté – a Arturo Duarte que fuese mi esposo. El momento exacto en que lo hice fue un minuto antes de las doce, me armé de valor para empezar mi vida con él, arrodillándome en el piso pidiéndole matrimonio y el mismo me imitó arrodillándose para aceptar la propuesta que él mismo me hizo el año pasado.

- ¿Quieres casarte conmigo?... ¿Quieres pasar el resto de nuestra vida juntos?

- Por supuesto, Andrew... es todo lo que he deseado en mi vida.

- Disculpa, por haberlo pedido tan tarde.

Sonreímos, nos besamos y fuimos aplaudidos por mi hermano, los amigos y desconocidos que estaban a nuestro alrededor.

Al día siguiente casi con lágrimas en nuestros ojos llamados a nuestros respectivos hermanos para decirles la noticia de nuestro compromiso, ambos, nos apoyaron de nuevo y mostraron su amor a su nuevo cuñado oficial... me atrevo a decir... que este momento es perfecto...

Es gracioso cómo piensa la mente de mi prometido... ya que el siguiente paso después de casarnos, según él... es concebir a Alexander Duarte-Brown, “el primero de muchos...” no sé cómo explicarle que eso no será posible... por ahora, pero algo se me ocurrirá.

No diré que es un final feliz, pero si lucharé porque mi vida junto a mi prometido sea lo más feliz posible... porque ambos merecemos estar junto a la persona que amamos, con nuestras fallas y virtudes... En este momento lloro al escribir estas palabras, porque pienso que todos merecemos ser felices y si alguien nos tira una piedra en nuestro camino, sé que ambos estaremos unidos para quitarla del medio y continuar, porque nosotros... lucharemos por un mañana juntos.

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Las personas que llegan a tu corazón... Siempre, estarán contigo.

Relato dedicado a mi futuro esposo, Arturo Duarte.

NdA : No se olviden de comentar y valorar los relatos muchachos, eso me haría muy feliz.

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