1- [Volver a ser feliz] - Reencuentro
Petra es una chica joven, casada, con una vida muy ajetreada. Un día, cuando menos se lo espera, se reencuentra con alguien muy especial.
Petra se puso su vestido. No le gustaba mucho cómo le quedaba, pero no tenía otra cosa para asistir a la boda de su amigo. Entre la oficina y los estudios, no tuvo tiempo de buscarse algo, así que tocaba reciclar el vestido del bautizo de su sobrina. Era del verano pasado, así que nadie se daría cuenta. En cambio, Julián, sí que tuvo tiempo de comprarse algo.
Julián, arquitecto, es el marido de Petra. Llevan casados dos años y juntos, cinco. Era un chico conservador, alegre, simpático, trabajador... Muy trabajador. Tanto lo era que Petra estaba cansada de casi no verle durante el día. Se pasaba la jornada en su despacho.
Salieron juntos, arreglados, por la puerta de casa. En el coche fueron hablando de su boda, de los recuerdos que ambos tenían. Petra no mostraba mucho entusiasmo, pero Julián no lo notó. Ella se había dado cuenta, meses atrás, que ya no era feliz en su matrimonio. No había dicho nada a nadie, se lo guardaba para ella. Pensaba que no debía romper esa rutina que habían creado, esa monotonía. Sus padres, los de Petra, estaban encantados con Julián, sus tíos le adoraban, hasta su abuela, Matilde, había dado la aprobación. No quería fastidiarlo todo, así que decidió fastidiarse ella.
La ceremonia había sido preciosa, los novios iban guapísimos. Los dos con traje, Jorge vestido de rosa y Óscar, de azul. El banquete también había estado genial, ahora tocaba la fiesta. Petra y Julián estaban junto a otros amigos en una zona apartada del salón de fiestas. Ella se ofreció a ir a por más bebida, a lo que Julián aceptó. Cuando llegó a la barra, pidió dos bebidas y cuando se giró para volver a su sitio, se chocó con un chico. Él iba vestido de azul marino, con traje. Ella, recordemos, llevaba un vestido, el cual era azul pastel, por lo que se le notaba perfectamente la mancha que dejó la cerveza sobre él. El chico con el que se había chocado también se había manchado, pero menos, mucho menos.
--Ostras, perdóname, venía con prisa– dijo el chico muy nervioso.
--No te preocupes, no es tu culpa. Ha sido mía, que soy muy patosa– contestó ella levantando la cabeza y mirándole a la cara.
--Ha sido mía, de verdad-- replicó él.
--¿Lucas? ¿Lucas Alonso? ¿Eres tú? Soy Petra, Petra Rubio, del instituto.
--¡Petra! ¡Qué alegría verte! – gritó, entre el ruido, entusiasmado Lucas.
Se fundieron en un abrazo fuerte. Petra y Lucas no se veían desde que rompieron. Habían sido novios durante año y medio y después lo dejaron, cuando empezaron una carrera cada uno en una universidad diferente. Diez años habían pasado desde ese momento hasta ahora.
--Joder Lucas, estás muy cambiado. Le das duro al gimnasio eh– dijo ella tocándole el brazo.
--Es donde me refugio estos últimos meses. Me he divorciado y es el único sitio en el que me encuentro del todo bien– le explicó Lucas.
--Vaya, lo siento mucho– contestó ella.
--Tienes el vestido empapado Petra, vamos al baño, que te ayudo a limpiarte.
--Gracias Lucas, eres un sol. Sigues siendo un sol, mejor dicho— dijo ella sonriendo.
Entraron junto al baño de chicos y él cogió un trozo de papel y lo mojó. Se dirigió hacia ella y empezó a limpiarle el vestido, en la zona del abdomen, con suaves toquecitos.
--Bueno Petra, cuéntame, ¿qué tal te va a ti la vida? – preguntó Lucas.
--Pues hace un par de años que me casé con mi pareja, Julián. El cual me está esperando desde hace un buen rato, pero seguro que ni se preocupa por mí. Es un despistado de mucho cuidado – le dijo ella.
--Julián, no me suena. ¿Era del instituto? – cuestionó él.
--Que va, lo conocí en otra boda, fíjate – contestó ella, riéndose.
--Ah, curioso. Ahora que caigo, conoces a los novios, ¿no? – dijo él.
--Claro, Óscar es mi mejor amigo. ¿Tú de qué les conoces? – preguntó ella.
--Joder, ¿no sabes? Jorge es mi hermano mayor. Pensé que lo sabrías, aunque también es cierto que no sabías de él cuando salíamos. Bueno, ni yo. Resumiendo, que mi padre tenía ya tenía un hijo cuando empezó con mi madre y la madre de Jorge no le dijo nada hasta hace siete años.
--Vaya, parece sacado de una telenovela jajaja—comentó Petra riéndose.
--Bueno, esto está más o menos Peti, algo hemos conseguido salvar—dijo Lucas.
--¿Peti? Ni me acordaba de que me llamabas así cuando salíamos—habló Petra sorprendida.
--Me parecía bonito recordarlo—le dijo él.
--Ahora me toca a mí limpiarte. Espera que cojo un trozo de papel y lo mojo. Lo tuyo es menos, así que será rapidito –dijo ella.
La mancha de Lucas era más pequeña, pero estaba en una zona complicada. Era la zona del paquete. A ella no le importó limpiarle ahí, ya que aún había algo de confianza entre ellos dos. Y dado que él no dijo nada al respecto, supuso que tampoco le importaba.
Se agachó un poquito y empezó a limpiar la zona. Poco a poco, Petra fue notando como el bulto que había debajo de los pantalones de Lucas iba creciendo. Ella no dijo nada, siguió limpiando, pero fue dándose cuenta de que se estaba poniendo cachonda.
Se gustaban mucho cuando salían juntos, así que era normal que se pusiesen cachondos el uno con el otro tantos años después. La relación se cortó por culpa de los estudios, así que ni peleas ni terceras personas eran las causantes de la ruptura.
Petra siguió limpiando, no paró, no quiso parar. Ella notaba como se iba calentando más y más, y como crecía el bulto. Pasados unos segundos, se incorporó y se quedó justo enfrente de Lucas. Las bocas quedaron muy cerca, los ojos fijados en los del otro, mirándose intensamente. Ambos tenían la respiración en pausa. Petra fue la que se apartó rápidamente, yendo a tirar el papel.
--Bueno Lucas, eso está listo. ¿Salimos? Así te presento a mi marido, que debe estar preocupándose ya.
--Claro Peti, vamos.
Salieron juntos del baño, directos hacia la zona donde estaba Julián con sus amigos. Salieron agarrados cada uno con un brazo por la espalda del otro, medio abrazados. Lo que no se esperaba Lucas, es que Petra bajase la mano y le tocase el culo. El estar cachonda mandó sobre ella en ese momento, ni la vergüenza le frenó.
[CONTINUARÁ]