(1) soy la puta de mi pueblo

Una joven virgen solo por adelante, conoce a un militar quien también intenta quitarle su virginidad delantera.

(I)SOY LA PUTA DE MI PUEBLO

Desde que era chiquita vengo oyendo historia sobre mi abuela, que ella fue la última prostituta que tuvo el pueblo, con razón las mujeres la miraban raro… y los hombres peor… pero también vengo oyendo historias sobre mi mamá, dicen que a los 16 años quedó embarazada de mí y nunca supo quién fue mi papá, la abuela escandalizada, la mandó a trabajar a la capital y nunca más he sabido de ella. Ahora que mi abuela murió, me siento muy sola, ya no puedo ir a la escuela, así que tendré que ir a la pila del pueblo a lavar ropa ajena para ganarme unos centavos y poder comer.

Estaba sentada en una banca del parque cuando vi que llevaban arrastrada de las greñas a una mujer en minifalda, se le veía todo el calzón, la mujer gritaba que era inocente ¿inocente de qué? Me preguntaba yo… Doña Chayo, la esposa del alcalde auxiliar, le pateaba las nalgas, luego los pechos y la cara:

-No vamos a permitir en el pueblo ni una puta más, después de que se murió la Chenta, las mujeres decentes de San Isidro, nos juramos que no vamos a permitir ni una puta más.

Y el resto de mujeres coreaban:

-¡Ni una puta más, ni una puta más, ni una puta más!

Y los hombres, asustados, solo sacaban las narices al ver como esa pobre mujer era azotada, maltratada y desnudada a los ojos de todos, vi como escupió un diente y tenía la boca bañada en sangre… como pudo, se paró y salió corriendo, tapándose con sus ropas en la mano, lo poco que podía. Luego supe que era una prostituta de un pueblo vecino, ahora iba entendiendo porque las mujeres odiaban a mi abuela Chenta y los hombres le hacían regalitos.

Por más que busqué trabajo, no me dieron, todas las mujeres lavaban su propia ropa, el pueblo era tan chico que solo tenía una tienda, una farmacia casi vacía, una escuelita al aire libre con un solo maestro y un mercadito miserable y en ningún lugar me dieron trabajo, solo don Chico, el dueño de la tienda, se apiadó de mí, me regaló unos panes y un litro de agua gaseosa que yo guardaba como un tesoro, dicen que él pudo ser uno de mis posibles padres, llegué a la casita que me había dejado mi abuela y los guardé en la alacena destartalada que teníamos, esa noche solo me comí un pan y dos sorbos de gaseosa, me desnude, me quité mi calzón blanco, bueno, ya no tan blanco porque no había tenido tiempo de lavar mi escasa ropa y me acosté, duermo desnuda porque en mi pueblo hace mucho calor, casi no pude dormir de la preocupación, mi abuela se acababa de morir y ya me había terminado los pocos ahorros que me dejó.

A la mañana siguiente me despertaron unos toquidos en el portón, me puse mi calzón sucio y una playera que me llegaba a la mitad de los muslos:

-Hola, ¿Usted es Silvia, la Chivita?(Comiéndosela con la mirada)

-Sí, así me dicen ¿Qué quiere?(Se tapó los pezones paraditos con los brazos)

-Mire, soy el Capitán Leonidas Balam Koj, me trasladaron a la Base militar de esta zona y tengo algunos días de franco, pues quería rentarle un cuarto, me contó don Chus, el de la farmacia, que se acaba de morir su abuelita y que tiene un cuarto libre.

-Pues no lo había pensado, pero…

-No lo piense mucho, mire, hagamos una cosa, yo vengo mañana a esta misma hora y me da su respuesta, estoy dispuesto a pagarle muy bien.

Le dio la mano y se despidió, a la Chivita ese dinerito le venía como anillo al dedo, con esa renta ya no tendría necesidad de trabajar, además el macho le pareció guapo, con su piel morena, fortachón, algo viejo pero muy varonil. La Chivita se dispuso a lavar su ropa, limpió la casa, hacía ratos que no lo hacía, sacó las pocas cosas de la abuela, las metió en una caja y la sacó al patio trasero, limpió ese lugar donde su abuelo, alguna vez, había guardado una carreta que compró para trasportar mercaderías de un pueblo a otro, en fin, dejó la casita lo más limpia que pudo y luego se bañó, enjabonó los únicos dos calzones que tenía y luego los sacó a secar al laso del patio, ahí colgó sus tres vestidos, la playera y dos blusas más que tenía, pasó desnuda el resto de la tarde, se comió otro pan y se bebió otros sorbos de gaseosa y se acostó ilusionada, pensando en la renta de aquel militar.

A la mañana siguiente, tronó de nuevo el portón, la Chivita corrió a vestirse al patio, se acomodó el pelo con las manos y luego abrió:

-Hola, Chivita, ¿Qué pensó?

-Hola, capitán…

-Dígame León, así me dicen todos mis amigos.

-Pues pensé que sí, que sí le rento el cuarto, pero me da miedo vivir con un hombre, no quiero…

-No se preocupe Chivita, yo soy muy respetuoso, ya me irá conociendo ¿Puedo ir por mis cosas? Es que se las dejé encargadas a don Porfirio, el profesor.

-Sí, vaya, aquí lo espero.

La Chivita se dio un baño rápido, se cambió de ropa, arregló lo mejor que pudo el cuarto de la abuela y fue al portón a esperarlo, León venía con unas mochilas y dos valijas, ella le ayudó con una y él se acomodó en su cuarto, luego salió solo con una pantaloneta puesta, se veía que hacía mucho ejercicio, porque sus piernas eran bastante musculosas y tenía cuadritos en el estómago, la Chivita vio para otro lado, nerviosa, él le preguntó que dónde se podía bañar, ella salió al patio y le señaló un cuartito sin techo para esas funciones:

-Ya le dejé el tonel lleno de agua y ahí está el guacal, hay cierra la cortina cuando se bañe.

Ella se paseaba nerviosa por el patio, revisando si la ropa ya se había secado, sabía que ya estaba seca, cuando oyó el primer guacalaso, miró entre sus vestidos colgados, donde León se bañaba, casi se le salen los ojos cuando vio que no había cerrado la cortina, León tenía toda la cabeza y la cara llenas de jabón, lo que le permitió espiar aquel pene enjabonado que más parecía una manguera, se le hicieron agua las bocas, se tocó la cosita sobre su calzoncito limpio, se estimuló el clítoris y cuando León se dispuso a echarse agua en la cabeza, salió corriendo a su cuarto, tenía la respiración a tope, las manos le sudaban y sentía en su sapito, como si se hubiera orinado, metió su mano dentro del calzón, y sacó sus jugos casi virginales, los llevó a su boca y lamió sus deditos saladitos.

Oyó cuando León salió de bañarse, lo miró a través de la cortina de su cuarto, iba envuelto en una toalla, él sacó su ropa, se quitó la toalla y ella le vio su enorme trasero con un par de nalgas morenas que a ella le hubiera encantado tocar, él se metió el bóxer entre sus piernas y al voltearse, ella pudo ver como esa enorme salchicha cabezona se escondía entre las ropas, al poco rato salió totalmente vestido y le pidió que le enseñara la casa, ella le dijo que ya casi la conocía toda, que solo había dos cuartos, la cocina-comedor, el patio donde se bañó, ah, y donde también estaba la letrina y ese lugar con el portón que da a la calle, donde su abuelo guardaba una carreta, pero al morir, la abuela la vendió:

-¿Y no ha pensado en poner aquí un negocito?

-No tengo con qué.

León sacó su billetera y le pagó generosamente la renta de un mes.

Ella iba a salir corriendo a la tienda, pero León la detuvo, le dio otra cantidad igual para que ella le cocinara y le diera de comer, aceptó gustosa, nunca en su vida había tenido tanto dinero, casi vació la tienda, luego se fue al mercadito y se compró 5 tangas, nunca había usado una y dos sostenes, eran sus primeros, luego cocinó y disfrutaron juntos de un almuerzo delicioso:

-¿Cómo me dijo que era su nombre completo?

-Qué bueno que me preguntó, así le explico lo que significan mis apellidos, Leonida Balam Koj, ya le dije que me dicen León, como al rey de la selva, Balam, quiere decir jaguar y Koj, puma, o sea, soy un felino por donde me vea.

-¿Y usted es casado?

-No chula, solterito y buscando.

-¿Cuántos años tiene?

-33, pero parezco de menos ¿verdad?... ¿por qué se queda callada?... ¿tan viejo le parezco?... perdone que le pregunte ¿usted tiene novio?

-No.

-Pero ¿ha tenido?

-No.

-¿No me diga que es virgen?

-Casi.

-¿Cómo así?

-Es que un mi tío, el hermano de mi mamá, me violó por atrás, mi abuela lo vio y lo echó de la casa.

-¿Pero por adelante sí es virgen?

-Sí.

-¿Y le gustó que se lo metieran por atrás?

-No, ¿Cómo cree? Yo era muy chiquita y me dolió un montón, hasta sangré.

-Y ahora que ya está grandecita ¿No le llama la atención ver la cosa del hombre?

-Ya vio, por eso le dije que tenía miedo de vivir con un hombre, ustedes solo en eso piensan.

-¿A poco ustedes no?

-Bueno, sí, pero no a cada rato.

-Dígame una cosa, aparte de la de su tío ¿Se la ha visto a otro hombre?

-A usted, ¡Le dije que cerrara la cortina!

-No me diga ¿Y le gustó lo que vio?

-No sé.

-Dígame la verdad.

-Pues… no sé… la tiene como… grande.

-Y eso que estaba dormida, cuando se me para se me pone más grande ¿la quiere ver?

-¡No!

-Solo de verla tan bonita… mire como me tiene.

La Chivita salió corriendo a la calle llena de nervios y una extraña agitación, sentía una sopita calientita en medio de sus piernas, pensaba que había sido un error rentarle el cuarto a ese chafarote, no podría verlo de nuevo a los ojos, pero al mismo tiempo, no podía olvidar ese enorme pene que le colgaba en medio de sus piernas… y ese trasero… en eso apareció doña Chayo:

-Hola Chivita, ya me contaron que le rentaste el cuarto de tu abuela a un militar, tené cuidado, mi chula, esos cabrones solo te quieren para una cosa, vos estás bonita y ya desarrollaste, no vayas a seguir los pasos de tu abuela, porque te sacamos del pueblo igual que a esa puta.

-No, doña Chayo, ¿cómo cree?

Vagó por las calles hasta que se hizo de noche, tuvo que volver a su casa, León había preparado la cena y la recibió con una rosa:

-Para que me disculpe, soy un animal.

-Sí.

-¿Sí me disculpa o sí soy un animal?

-Las dos cosas.

-Perdóneme, es que usted es tan bonita, que…

-No siga por favor o voy a tener que pedirle que se vaya.

Cenaron en silencio y cada quien se fue a dormir.

El domingo por la noche, León salió uniformado hacia la Base militar, regresó el siguiente viernes por la mañana. Le contó a la Chivita que lo habían echado del ejército porque le habían inventado una calumnia, un superior que lo llevaba mal, dijo que se había robado unas bolsitas de cocaína de la bodega, pero él le juraba que era mentira, ella preocupada le dijo que ya no tendría dinero para pagar la renta y él le contestó que tenía sus ahorritos y le enseñó un fajo de billetes:

-¿Sabe qué, chula? Ahora sí me gustaría poner un negocito, ahí donde su abuelo guardaba la carreta, le podría pagar el doble de lo que le pago por el cuarto porque es bien grandecito.

-Por mí no hay problema, solo me paga la renta puntual.

-Tome, se la pago por adelantado, así voy a la cabecera departamental a comprar pintura y poner bien bonito el localito.

En menos de un mes, estaba pintado, ella le ayudaba a colocar las mesas y el mostrador que él había traído, se hicieron más cercanos, era indudable que se gustaban, pero León no sabía cómo entrarle a esa niña misteriosa.

Una noche cenando:

-¿Sabe que es lo que más me gusta de usted?

-No ¿qué?

-Sus lunares.

-¡¿Cómo sabe que tengo lunares en la espalda?!

-Yo también la vi bañándose.

Ella trató de salir corriendo, pero él la tomó por un brazo, se vieron a los ojos y poco a poco se fundieron en un beso, la Chivita sintió que se le salía el corazón del pecho y León sintió que se le salía la verga del pantalón:

-¿Eso quiere decir que ya somos novios?

-Si usted quiere.

-¿Sabe que quiero? Dormir con usted.

-Ya va con la misma cosa.

-No, solo dormir, se lo prometo.

-Pero la cama es muy chiquita, ahí no cabemos.

-Pegamos la suya y la mía.

-¿Cabrá?

-Probemos.

Y cupo, quedaron las dos camas juntas pegadas a la pared, pero cupo, él la invitó a que se bañaran juntos, pero ella no quiso, así que se bañaron por turnos, al acostarse él le dijo que dormía desnudo, ella le dijo que hacía lo mismo, pero que ahora le pedía que durmieran en ropa interior o se regresaba a su cuarto, León no tuvo más remedio que aceptar y apagaron la luz.

Él le dio el último beso y luego ella le dio la espalda, él se pegó lo más que pudo a su cuerpo, ella sintió como le crecía su cosota frotándose en sus nalgas, más que respirar, la Chivita transpiraba, él se movía y ella sudaba, de pronto León la abrazó y le tocó un pecho:

-¿No que solo íbamos a dormir pues?

-Discúlpeme, Chivita, es que tengo mucho tiempo de no estar con una mujer y estoy que no me aguanto las ganas.

-No sea tan pretextoso, yo nunca lo he hecho y no por eso estoy desesperada.

-¿A poco no quiere?

-Ya le dije que no.

-Va, déjeme abrazarla pues.

-Pero no me retranque su cosa en mi trasero.

-No se llama cosa.

-Ya sé, se llama pene, no me crea tan mensa.

-No, tampoco, se le dice así cuando uno no es nada, pero ahora que somos novios ya se le puede decir de otra manera.

-¿Cómo?

-Verga y al trasero se le dice culo.

-¿Por qué es tan vulgar?

-No es vulgaridad, mi amor, así le dicen todas las parejas, pregunte por ahí, va a ver.

-Mejor duérmase.

-¿Le gustó que le dijera mi amor?

-Sí, sentí bonito.

-¿Y no siente bonito mi verga en su culo?

-Cállese.

-Dígame, pues.

-Va, sí, duérmase.

-No puedo.

-Trate.

-¿Usted puede?

-Cállese y trate.

-Pero antes déjeme quitarle el sostén.

-¡¿Para qué?! No sea aprovechado.

-Le quiero sobar las chichitas.

-Mejor me voy a dormir a mi cuarto, ayúdeme a pasar mi cama.

-¿Qué le cuesta? No sea mala, ¿no le aprieta? Así va a dormir más cómoda.

-Va, está bueno, pero después no me vaya a pedir que me quité el calzón porque lo echo de la cama.

-Ay, qué ricos se sienten sus pezoncitos.

-Va, ya déjeme y duérmase.

-No puedo.

-¿Quiere que lo deje solo?

-No, ¿sabe que es lo que quiero?... ¿qué me haga una paja?

-¡¿Qué?! ¿Quiere que lo masturbe? Yo nunca he hecho eso.

-Pero siempre hay una primera vez, deme su manita… no sea mala, deme su manita… ahora agárreme la verga… así… ¿Cómo la siente?

-Está caliente.

-Ahora mueva su manita, de arriba para abajo y de abajo para arriba… así, que rico, mi amor… apriéteme más la verga… así que rico… más rápido… ¿le gusta?

-Siento raro tocar su cosa.

-No se dice así.

-Siento raro tocar su verga pues.

-Eso, mamacita rica.

-Pero no me puntee el trasero… quiero decir el culo.

-Si es bien rico… ¿no le gustaría que se la metiera?

-¡NO!

-No sea mentirosa, solo la puntita.

-Otro día.

-Ay, qué rico, me muero por metérsela… por darle una buena cogida… y desvirgarla.

-Cállese que no me deja concentrarme.

-Yo me callo, pero siga… ay… así…

-La tiene bien mojada.

-Así ha de tener usted su panochita… déjeme tocársela.

-¡No! Si sigue insistiendo ya no sigo.

-Déjeme, solo un poquito, le prometo que solo la voy a tocar con las manos, no voy a acercar mi verga a su hoyito, se lo juro… solo un ratito, déjeme, por favor.

-Va, solo un ratito, pero no me vaya a bajar el calzón.

-Se lo prometo… huy, pero si está empapada… que rico siento su gallito… está bien paradito y mojadito… ¿le gusta?

-Siento raro, como si me fuera a hacer pipí.

-¿Nunca ha tenido un orgasmo?

-Con otra mano, no… termine pues, que ya se me está acalambrando la mano.

-Eso quiero, pero no puedo… ¿Sabe qué? Chúpemela un ratito, así sí termino rápido.

-No, me da asco.

-Porque nunca lo ha probado…

-Ay, no sé qué me pasa, siento como que se me sube la calor.

-Va a sentir un orgasmo… yo también… ay qué rico… me vengo… dele más fuerte… así… apriéteme la verga… ay… ya… hug… yaaaaaaaaaaa….

-Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… ay… que… rico…

Al día siguiente, antes de levantarse, se comieron a besos, se metieron mano sin pudor y luego se bañaron juntos por primera vez. Ella le preguntó qué fecha era hoy, él no sabía, ella le dijo que era 17 de octubre, día de su cumpleaños, había cumplido la promesa que le hiciera a la abuela, llegar virgen a la mayoría de edad, por lo menos por adelante… para celebrarlo dispusieron abrir su negocio, sacaron unas mesas y sillas a la calle, él sacó una grabadora que resonó por todo el pueblo, ella cocinaría y él atendería a los comensales, colgó el rótulo, no eran muy creativos, pero increíblemente ese primer día, el negocio se llenó: CANTINA LA CHIVITA.

CONTINUARA…