(1) Esa noche soñé que nos cogía.

Por motivos de fuerza mayor, mi madre me mando a la capital a vivir con mi tía Evelina, ella es una señora muy bonita, es maestra y quiere que seamos mejores amigas, pero tiene una fijación con el aseo, nos bañamos juntas, me enseñó a lavarme bien la cuca para que no oliera a pescado, pero me excitó

(1)ESA NOCHE SOÑE QUE NOS COGÍA

Cuando entré a mi casa todo eran gritos, sangre y llanto, mi pobre madre estaba tirada en el piso con la boca roja, mis hermanitos encima de mi padrastro borracho y los vecinos curioseando a las puertas de mi casa… mi familia se destruía cada día más… llegó la policía, tarde como siempre, pero no importaba, igual mi padrastro estaba tan borracho que no iba ir a ninguna parte, se lo llevaron a la cárcel, como siempre, doña Lupe curaba a mi madre y a los días salía mi padrastro de la cárcel a pedirle perdón a mi madre y ella, como siempre, lo perdonaba… pero esta vez algo cambió, ya no solo eran golpes, doña Lupe mi dijo que mi padrastro se había metido con la hermana de mi mamá, entonces mi madre me mandó a la capital con mi tía Evelina.

Yo ni siquiera la conocía, era la hermana mayor de mi madre, una mujer con la misma suerte, su esposo la golpeaba tan fuerte, que la dejó estéril, por eso mi tía también viajó a la capital, era maestra, tenía 42 años y como ella me dijo al conocerme:

-Ay m’hija, lo único bueno que nos dio Dios fue un buen cuerpo, lo cual ha sido nuestra perdición, mírame a mí y a tu mamá, por ser tan voluptuosas nos ha ido mal y tal parece que tú vas por el mismo camino, mira nomás esa cinturita y esos pechos, por Dios, sacaste la mejor virtud de la familia, pero que nalgas te dio Dios, m’hija, te voy a comprar ropita floja para que no vayas por ahí tentando a los hombres y luego pares como tu mamá o como yo.

-Gracias, tía.

-Vas a tener que acatar algunas reglas en la casa.

-Las que usted me diga, tía.

-Vas a ayudarme en las tareas cotidianas, así, además de ir a dar mis clases a la escuela puedo dedicarme a mis clases particulares en la casa, así gano más, no me gustaría ponerte a trabajar si no es necesario.

-Está bien, tía, yo ayudaba en todo a mi mamá, así que sé cocinar, hacer la limpieza, lavar… haré todo lo que usted me diga.

-Una cosa muy importante para mí, es el aseo, te vas a lavar bien todo tu cuerpecito, pero más tu cosita, porque cuando no está bien limpia, apesta y a los asquerosos de los hombres les encanta el olor a pescado.

-No sabía.

  • ¿Tu mamá nunca te hablo de eso?

-Mi mamá no hablaba de sexo conmigo.

-Eso se nota m’hija, no sé si es por el viaje o porque tienes un humor muy fuerte… pero siento que te apesta un poquito tu cuquita, ven vamos al baño, te voy a enseñar cómo se debe lavar el pecado.

-Ay, tía, tantos nombres, “la cosita”, “el pecado”, “la cuquita” …

  • ¿Cómo le decía tu mamá, pues?

-Vagina, así se llama ¿o no?

-Bueno, pues la vagina, vamos a que aprendas a lavártela bien.

Lo que me sorprendió fue que mi tía se desnudó, se metió al baño y encendió la regadera, al verme con los ojos abiertos, me dijo que me desnudara yo también, que para enseñarme no necesitábamos ropa, con toda la vergüenza del mundo me empecé a desnudar despacito, a mi tía eso también le pareció raro y me preguntó si yo no me desnudaba delante de mi mamá, yo le dije que nunca, ella me lo tenía prohibido, primero por mi padrastro y luego porque tenía tres hermanitos que eran varones, ella sacudió la cabeza en señal de desaprobación, agarro el estropajo, lo llenó de jabón y empezó a frotarlo por toda mi espalda, yo le dije que yo podía bañarme sola, me dio el estropajo, pero se quedó ahí a la par mía.

Cuando yo creí que ya estaba lo suficientemente limpia, ella me dijo que no lo hacía correctamente, tomó el jabón entre sus manos hasta que hizo mucha espuma, luego me lo pasó por en medio de mis nalgas, frotándome el ano, yo pegué un brinco del susto y me enojé y le dije que me enseñara, que no tenía por qué tocarme, ella se enojó más y me dijo que no fuera pendeja, que las dos éramos mujeres y me metió la mano en medio de las piernas tocándome la vagina, al principio me hacía daño, pero cuando me empezó a enjabonar el botoncito, me quedé tiesa, me decía que me relajara, que solo era un baño y que si aprendía bien, en el futuro lo haría yo solita, pero sus caricias hicieron que apretara las piernas, ella me preguntó que qué me pasaba, pero yo muerta de la vergüenza le dije que nada.

Como para hacer más incómodo el momento, se agachó a olerme la vagina y el ano, yo le suplicaba que no hiciera eso, pero ella me reprendió dándome una nalgada y luego, como si fuera la cosa más natural del mundo, se puso a enjabonarme los pechos, eso era muy molesto para mí, pero cuando estimuló mis pezones, una corriente eléctrica me pasó por la espalda y sentí como que terminara dentro de mi vagina, nunca había sentido esto, no sé si era correcto que me gustara… yo de reojo miraba el cuerpo de mi tía Evelina ¿qué me estaba pasando? Jamás me había fijado en una mujer, pero esos pechos, esas nalgas y esa boca… lo que mi tía me hacía me estaba volviendo loca… luego ella dejó de tocarme y se dedicó a bañarse ella, lo hacía con una impudicia que me sacaba los colores, levantaba una pierna y se pasaba el jabón en medio de sus piernas abiertas, concentrándose en su vagina y en su ano, yo no quería verla, pero sus formas eran un imán para mis ojos.

Por fin termino mi tortura, según yo, descolgó una toalla grande y empezó a secarme el cuerpo, me dio una más pequeña para que yo me secara el cabello, le iba a decir que yo lo podía hacer sola, cuando sentí sus dedos en medio de mi vagina, los subía y bajaba pasando de mi ano a mi clítoris, yo hice como que me resbalaba para que dejara de tocarme, pero me fue peor, me agarró del culo con tanta fuerza, que tuve que agarrarme de su cuerpo y sin querer le toque sus hermosos senos, viéndonos a los ojos, las dos nos quedamos quietas por un momento y de pronto cada una quitó las manos del cuerpo de la otra como si quemara, a partir de ahí ya no volvimos a vernos, nos secamos, nos vestimos y salimos del baño sin decir nada, solo me agarró del brazo y me llevó a un cuartito que estaba al fondo de la casa y me dijo:

-Aquí vas a dormir.

Yo no lo podía creer, iba a tener mi propio cuarto, en la aldea donde vivíamos, yo dormía con mi tía y dos de mis hermanitas y encima aquí había baño con regadera, allá nos bañábamos en un baño que hizo mi padrastro, donde no había techo, solo eran cuatro láminas y nos echábamos agua con un guacal, aún no sabía muy bien de que se iba a tratar mi vida acá en la capital, pero de lo que estaba segura es que me sentía como una princesa en su palacio.

Saqué mi poquita ropa de la mochila, la planché con mis manos y la puse en un gavetero algo viejito, pero no era para protestar, en mi choza cada quien guardaba su escasa ropa en cajas de cartón… solo llevaba dos pantalones de mezclilla, cuatro blusas y dos pares de calzones y brassieres… ah, un par de tenis y dos pares de calcetas, mi cepillo de dientes y una pastita vacía, un cepillo para el pelo y mi celular, ese era todo mi capital… quise llamar a mi mamá pero no tenía saldo y seguro ella tampoco… ya por la noche, mi tía me llamó para cenar, que emoción, iba a cenar en un comedor, con mantel y todo.

Al principio mi tía estuvo algo callada, pero por fin me dijo que ella sentía que yo estaba molesta por la forma en que me enseñó a bañarme, yo le dije que no, que estaba sorprendida porque mi mamá nunca me había hecho eso, después de un silencio muy largo ella me dijo que tenía que decirme algo, yo pensé: con tal de que no me diga que era lesbiana… pero no, ella dijo que al principio sintió tan natural enseñarme a bañar como ella lo hacía consigo misma, pero que hubo un momento en que ella sintió que yo me estaba excitando… el silencio se hizo más largo, hasta que mi tía me preguntó si sabía qué era eso, le conté que aunque no quisiera oía a mi mamá y a mi padrastro tener relaciones, así que si sabía lo que era excitarse.

Ella veía su comida y yo la veía de reojo, era una situación muy tensa, por fin dijo que la perdonara, que no me quería hacer sentir mal, que todo lo contrario, que yo iba a ser su bendición, su compañía y esperaba que más que parientes fuéramos mejores amigas… a mí se me salieron las lágrimas y lo mejor que se me ocurrió fue besarle la mano, ella sonrió y también se sonrojó, se notaba que éramos dos mujeres que no estaban acostumbradas al cariño; luego fue como todo más normal, al terminar de cenar yo le platicaba de mi familia mientras ella lavaba los trastos y yo los secaba y guardaba, después ella me dijo que mañana se levantaba muy temprano para ir a la escuela y que regresaba entre las tres y media y cuatro de la tarde, me dio un beso y me deseó feliz noche, eso nunca lo acostumbrábamos en mi familia, para empezar, había sido un día muy extraño pero con sus cosas buenas, mi cuarto, el comedor, el beso…

Cuando me levanté encontré una nota de mi tía sobre la mesa del comedor, decía que me había dejado mi desayuno preparado en el microondas, con tantas emociones del día anterior, ni siquiera me había dado cuenta de todo lo que tenía mi tía, refrigeradora, lavadora y secadora, televisión, grabadora… en comparación con mi familia la tía parecía millonaria… me costó un montón aprender a usar el microondas, aunque era bajada de la montaña, sí sabía lo que eran todos esos aparatos, lo que pasa es que nunca los había usado.

Después de desayunar me dejó instrucciones para que hiciera mi almuerzo y adelantara la cena, hice unos fideos con mantequilla, no lo que ella me pidió, era muy complicado, quise lavar ropa, pero de plano eso sí tenía que aprenderlo, esos aparatos no sabía cómo funcionaban, así que como en mi aldea, lave mi ropa a mano, ahí me di cuenta lo pequeño que era el apartamento, tenía una sala comedor, el cuarto de mi tía, el baño y mi cuartito que de seguro lo hicieron para la sirvienta, estaba a la par de la pila, pero no había patio, en cambio en mi choza, el patio llegaba hasta la montaña, teníamos un río a dos kilómetros y el sol pegaba todo el día para secar la ropa en los lazos que iban de un palo al otro, también teníamos animalitos, árboles con frutas y sembrábamos legumbres, después de todo no estábamos tan mal, pero el apartamentito de mi tía, quedaba en la capital, en un barrio muy humilde, pero en la capital…

Después de hacer todas las tareas que me dejó mi tía, quise ver televisión, pero nunca entendí como se encendía, así que salí a sentarme a la grada de la puerta a ver pasar gente, a todo el mundo lo saludaba y la gente me miraba como animal raro, aunque no faltaron los viejos mañosos que me dijeron cosas obscenas… por fin veo, como a media cuadra, llegar a mi tía, salí corriendo a abrazarla, ella me llenó de besos y me dijo que estaba muy emocionada porque hacía años que nadie la esperaba, yo la ayudé con unas bolsas que traía y entramos a la casa a tomar cafecito, yo traté de explicarle como había sido mi día, ella se moría de la risa porque no supe encender la lavadora, la secadora ni la tele, mientras ordenaba sus cosas me dijo que mañana me iba llevar de paseo a conocer el Zócalo y que íbamos ir de compras.

Al día siguiente, antes de salir, fue por una chamarra y me la amarró a la cintura, es para taparte la tentación, me dijo, yo solté una carcajada y nos fuimos; yo sabía que la capital era grande, pero era inmensa, ella me iba explicando que metro debiera de tomar cuando saliera sola, pero yo iba tan curiosa que no le oía, solo disfrutaba de mi primer paseo por la capital, al bajar del último metro, me dijo que siempre usara donde solo iban mujeres, yo en mi ignorancia le pregunté por qué, ella dijo que para que no me metieran mano, yo le dije que alguien me había tocado las nalgas, ay, por Dios, dijo, las lesbianas también toman el metro;  luego le dije que me ardían los ojos, dijo que era natural, que eso se llamaba smog, que ella ya estaba acostumbrada y que yo también lo iba a hacer, luego, caminamos unas cuadras y como por arte de magia, apareció el Zócalo, yo solo lo había visto en fotos, pero era grandísimo, yo corrí como si estuviera en mi aldea, mi tía me veía con ternura, estuvimos ahí mucho tiempo, yo no me quería ir, pero mi tía me dijo que era hora de ir de compras y me convenció inmediatamente, además empezó a llover y tuve que ponerme la chamarra que tenía amarrada a la cintura, corrí hacia mi tía y vi cómo los hombres se devoraban su culo con la mirada y ella sin darse cuenta.

Me llevó a una paca que era tan grande que parecía una ciudad, con señas me dijo que me tapara las nalgas porque todo el mundo me las estaba viendo, yo le dije que a ella también le miraban los pechos, se subió la blusa y me hizo una mueca… me compró varios vestidos, pantalones, blusas, en fin, hasta ropa interior casi nueva y una chamarra preciosa, con capuchón y todo, al salir me invitó a un refresco, fuimos a un lugar como los puestos del mercado de mi pueblo, ahí me contó que hacía muchos años, ella había tenido un marido, que, aunque no se casaron, vivían juntos, él había muerto porque estaba muy viejito, pero que él le había dejado el apartamentito… ya decía yo que mi tía no era millonaria… me contó que su viejito era el Director de una escuelita donde él le dio trabajo cuando ella vino a la capital, aunque él le llevaba treinta años, era tan caballeroso que rápido la conquistó, aunque todo el mundo decía que parecía su abuelo… yo le pregunté si tenían relaciones y ella avergonzada me dijo que solo los primeros años, luego ya no se le paraba hasta que se murió.

Llegamos a casa y lo primero que hizo fue enseñarme a usar todos los aparatos eléctricos, yo todo lo medio apuntaba en un cuaderno, no era muy buena pero todas las mujeres de mi familia eran maestras y medio aprendí a leer y a escribir. Hicimos la cena juntas y entonces me atreví a preguntarle porque no había vuelto a tener pareja, que era joven y estaba muy bonita, dijo que todos los hombres solo buscaban una cosa, yo le dije que mi mamá decía o mismo, y le dije de la manera más inocente que si las mujeres se casaban era porque a ellas también les gustaba la cosa de los hombres, es decir, el pene ¿o no? Mi pobre tía sonreía mientras se le ocurría algo que decirme, luego dijo que sí, que a todas las mujeres nos gustaba el pene, pero nosotras nos enamorábamos, en cambio los hombres solo buscan la cosa de la mujer, aunque no la conocieran, son todos unos degenerados, dijo.

De pronto se me quedó viendo y me dijo que sentía que tenía atravesadas en la boca algunas palabras, si tenía algo que decirle que se lo dijera, que recordara que deberíamos ser las mejores amigas… yo al principio hasta tartamudeé… pero le confesé:

-Tía, me excité mientras nos estábamos bañando…

  • ¡¿Cómo?!

-Pues… usted me tocaba la vagina y el clítoris y entonces…

  • ¡¿Entonces?!

-Me gustó.

  • ¡Perdóname, no era mi intención!

-Pero cuando me estaba secando…

  • ¿Qué pasó?

-En lugar de secarme con la toalla… usted me puso los dedos en la vagina y…

  • ¿Y?

-Pues, no soy de palo, tía… yo le quiero ser sincera…

-Dime.

-Yo aprendí a masturbarme desde niña y al sentir sus deditos…

-Ay no, Dios mío, qué pecado… ¿has tenido novio?

-No tía, ni siquiera me han besado, por si quiere preguntarme si soy virgen.

-Entonces ¿cómo sabes que a las mujeres nos gusta la cosa del hombre?

-Porque eso me imagino cuando me masturbo… tía… ¿usted se masturba?

-Cuando te dije que fuéramos las mejores amigas… no pensaba en esto precisamente.

-Está bien, tía… seremos parientes nada más.

-No, no quise decir eso… no te enojes… para que veas que yo también tengo cosas que confesarte… te diré…

-Dígame, pues.

-Cuando te ibas a caer…

  • ¿Qué? ¿Usted también se excitó?

-Sí… ¡qué horror!... primero porque te agarré todo tu trasero… y lo tienes tan durito…

  • ¿Eso la excitó?

-No solo eso… sino… cuando me agarraste los pechos… los tengo tan sensibles…

-Perdón tía, yo no quise agarrárselos… pero los tiene tan bonitos… esos pezoncitos…

-Alicia del Rosario, vamos a tener que rezar juntas para que el señor nos perdone… el sexo es normal entre hombre y mujer si se aman… pero entre tía y sobrina es… ¡Incesto! ¡Pecado mortal! ¿Nos vamos a quemar eternamente en el infierno!

-Ay, entonces mejor ya no le pregunto nada.

-Es lo mejor… eres una provocadora… una pecadora… una niña morbosa… no me respetas… yo soy una señora decente… que no pienso en esas cosas del demonio… reza, niña… reza mucho… ¿Por qué te quedas callada?... ¿estás enojada conmigo?... ¡Contesta!

-No, tía, solo me hacía ilusión tener una amiga.

-Pregunta lo que quieras… pero que no sea de sexo, por favor.

-No se preocupe, tía, ya conseguiré una amiga de mi edad.

  • ¡¿Me estás diciendo vieja?!

-No, tía, pero con alguien de mi edad puedo hablar de cualquier cosa sin que piense que todo es pecado.

-Está bien, pregúntame lo que quieras.

  • ¿Usted se masturba?

  • ¡Niña!

-Perdóneme.

-Te voy a contestar como la maestra que soy… cuando una niña me pregunta esas cosas, le digo que es natural, que todas las mujeres lo hacemos…

  • ¿Siente rico?

-No abuses, niña.

  • ¿Es malo sentir rico?

-No es eso.

  • ¿Entonces?

-Es un acto tan privado que no es correcto hablar de esas cosas, incluso si es con otra mujer.

  • ¿Aunque sean amigas?

-Ay, Chayo…

-Ya entendí, tía, usted y yo somos muy diferentes, yo tengo que respetarla porque usted es la adulta y yo la mocosa, está claro que no podemos ser amigas, ¡Ya entendí!...

-… sí…

-Sí ¿qué?

-Que sí me gusta masturbarme, que sí siento rico, que sí lo hago por lo menos tres veces a la semana y que sí me excité cuando te toqué y más cuando me tocaste los pechos, sí sentí rico ¿eso querías oír?

-Tía, que rico escucharla decir todo eso.

  • ¿Ahora si crees que podemos ser amigas?

-Sí, tía, gracias, ahora soy yo la que no sabe qué decir…

-Pues ahora te voy a contar un secreto.

  • ¿Sexual?

  • ¡Chayo!

-Bueno pues, cuénteme, aunque no sea sexual.

-Es que aún no es sexual… pero puede llegar a serlo.

-Huy, que emocionante, cuénteme.

-Pues resulta que tengo un pretendiente… es un señor que tiene un taller de mecánica por aquí cerca…

  • ¿Y? ¿Ya la besó? ¿Ya le metió mano? ¿Ya…?

  • ¡Que no! Nada de eso… lo que pasa es que se quedó viudo y como yo también…

-Claro, la Viuda Alegre.

-Nada de eso… es que don Paco no sabe usar la computadora y quiere que le de clases particulares, especialmente de Excel, pero como no tenía tiempo porque tenía que encargarme de todos los oficios de la casa pues… pero como ahora cuento contigo…

-Sí, tía, vaya a darle clases a don Paco, enséñele eso de la computadora y tal vez él le enseña otras cositas…

-No digas tonterías, chamaca insolente.

-Pero hay le cobra, tía, no solo se va a dar un taco de ojo ese viejo, como para que encima le de clases gratis.

-Si no es viejo, ya le pregunté y tiene 45 años, solo tres más que yo.

-Y ¿Cuándo empieza a darle clases?

-Primero quería hablar contigo… empiezo el lunes, voy a ir a su taller, así que vendré como a las seis de la tarde.

-A esa hora ya le va a apestar la cosita…

-Me hizo cara de agria, pero yo sé que le causó gracia.

El domingo nos levantamos tarde, para mí eso era muy raro porque yo me paraba con el sol, después de desayunar la acompañé al mercado, cuando veníamos de regreso me pasó enseñando el taller de don Paco, obviamente estaba cerrado, pero se veía grande el local, ojalá fuera guapo el viejo ese e hiciera feliz al mujerón de mi tía. Por la tarde fuimos al cine, para mí todo era nuevo, tenía miedo de despertar de este sueño que era tan bonito; a la hora de  dormir le dije que le tenía dos consejos, ella muy inocente me dijo que se los diera… el primero era que no se fuera a masturbar, sonriendo me dio una nalgada en calidad de reproche y luego le dije que se lavara bien la cosita, no fuera a ser que don Paco se la oliera… ella me dio otra nalgada y yo le dije que no siguiera porque si no me iban a dar ganas de bañarnos juntas, muerta de la risa, me somató la puerta en las narices.

El lunes sentí tan bonito cuando mi tía se despidió dándome un besito en la mejía, yo estaba dormida, pero ya estaba acostumbrada a despertarme por cualquier cosa, yo creo que mi mamá nos enseñaba eso para protegernos por si el borracho de mi padrastro llegaba a nuestro colchón con malas intenciones. Me levanté y me pasé la mañana muy ocupada, pero cuando llegué a lavar la ropa, pude ver las tangas de mi tía, yo hubiera pensado que una mujer de su edad usara calzones de señora, no esas tanguitas, las vi, las olí, que rico olían, olían a hembra, no pude contenerme y le pasé la lengua por la parte que tenía contacto con su vagina, me supo delicioso, no sé por qué, pero volví a sentir una corriente eléctrica.

Por primera vez me atreví a curiosear en el cuarto de mi tía, lo primer que hice fue buscar el cajón de su ropa interior, si las tanguitas me tenían excitada, no podría definir lo que sentí al ver sus hilos, seguro que esos no le tapaban nada, cerré los ojos, me metí uno de sus hilos a la boca y recordé lo delicioso que fue cuando sentí su mano agarrándome todo el culo y como mis manos acariciaron esas tetas deliciosas, curioseé por todos lados, pero me llamó la atención una gavetita que tenía llave, no podía creer en mi buena suerte, en su joyerito estaban las llaves, la abrí y descubrí una cosa en forma de pene, de repente presioné un botón y empezó a vibrar.

Estaba muy nerviosa. Vi el reloj y me di cuenta que faltaban varias horas para que llegara, así que me quité el pantalón y me bajé el calzón a las rodillas, de pronto me vi en el espejo de tamaño natural que adornaba el armario y me gustó verme semidesnuda, me quité toda la ropa y me vi de frente, yo sabía que tenía bonito cuerpo, pero realmente estaba mejor que mi tía… juventud divino tesoro… luego me puse de espaldas y me encantó verme el culo, me agaché sin doblar las rodillas, me abrí las nalgas y que rico se me miraba el hoyito trasero, entonces me metí ese vibrador y presioné el botón, que rico sentí adentro de mi culito, me vibraba todo, mi vagina empezó a mojarse, sentí que me cagaba, pero me lo metía y me lo sacaba con fuerza, muy rápido, hasta que sentí que me temblaban las piernas y se me acalambraba todo el cuerpo, ese fue el orgasmo más intenso que jamás había sentido en toda mi vida.

Que desastre había armado, los cajones abiertos, unas tangas por el suelo, el vibrador sucio y mojado, el joyero dado vuelta, en fin, me tomé mi tiempo para dejarlo todo como lo encontré, solo el hilo que me metí a la boca no lo pude secar, pero lo dejé en su lugar, me puse el calzón y me vi por última vez en el espejo y me dieron muchas ganas de probar un pene… agarré mi ropa y salí del cuarto, me fui a bañar a toda conciencia, me lavé hasta la sombra como diría Arjona, no había cumplido una semana con mi tía y ya había vivido tantas cosas ricas.

Estaba haciendo una limonada cuando se abrió la puerta y entró mi tía con don Paco, ¡Que susto! nos presentó y dijo que en el taller no los dejaban trabajar, así que decidieron que las clases serían en la casa, rápidamente limpié la mesa del comedor y les serví un vaso de limonada a cada uno, don Paco sacó su laptop, la conectó y la encendió, mi tía sacó unos libros y le hice señas que se subiera la blusa porque se le miraban todos los senos y también que se tapara el culo y que se oliera la cuquita, ella se mordió los labios para no reírse y me mandó a mi cuarto para que pudiera dar sus clases e paz.

A la hora exacta fue a tocar a mi cuarto, me dijo con don Paco se acababa de ir y me preguntó que qué me había parecido, yo le dije la verdad, que pensaba que iba a ser un viejo lleno de grasa y todo sudado, pero que nada que ver, era muy guapo y se notaba que tenía buen cuerpo, ella me aclaró que hacía tiempo que don Paco no tocaba un carro, que para eso era el dueño, que iba al gimnasio, que por eso se notaba que tenía buen cuerpo, que era muy coqueto con ella y hasta se había echado loción, que olía muy rico, me contó que se despidió con un beso muy cerca de la boca.

Mi tía Evelina me dijo que se estaba muriendo de sueño, se despidió temprano y se metió a su cuarto, a mí me dio risa su excusa, yo me fui a ver si lograba verla desde la cerradura de su puerta y por supuesto que la miraba completa, ella fue a sacar su vibrador y se lo metió a la boca, hizo un gesto extraño y vio hacia la puerta, ¿se daría cuenta que yo lo usé? Qué vergüenza… lo había secado bien… pero que estúpida, lo tuve que haber lavado, claro, mi pobre tía sintió el sabor de mi culo… pero estaba tan caliente, que se desnudó y se metió el vibrador, yo hasta oí el sonido que hacía al vibrar y los ricos gemidos de mi tía, con una mano se metía y se sacaba en vibrador y con la otra se amasaba las tetas… yo metí mi mano dentro del calzón y me di dedito en mi clítoris…

Esa noche soñé que don Paco nos cogía…

CONTINUARÁ…