1.- El Apartamento 14 - El inicio.

Después de su primer encuentro Sergio sigue con su plan para atraer a su vecina ante el, y Pamela cree que puede llegar a controlarlo, será que lo lograra?

Capítulo 2

Sergio:

Al día siguiente no había pensado en otra cosa más que en la pelirroja, masturbar a Pamela me había dejado con muchas ganas de ella, se había humedecido tanto, sus quejidos de placer me tenían deseoso, pensé en bajar a la piscina para despejarme un poco, pero cambié de opinión y me dispuse a seguir con mi plan.

Vivimos en un edificio muy señorial, que se encuentra sobre la colina de la ciudad, hay jardines, piscina comunitaria, garaje subterráneo. Se divide en cuatro plantas con una lujosa vivienda en cada piso, el penúltimo piso me pertenece a mí, hay un quinto piso que es el único que cuenta con dos viviendas en el piso ahí es donde vive Pamela.

Me puse un traje azul marino de lana fina, camisa de seda blanca y unos zapatos mocasines negros, tomé las flores que había mandado a comprar por la mañana y salí y me dirigí al departamento de la familia de Pamela, ella a esa hora seguramente seguiría en el colegio,

Toque el timbre del departamento y unos segundos después me abrió la puerta la sirvienta de la familia, una mulata exótica de unos treinta años, de una estatura aproximadamente de 1.63, cabello rizado esponjado, ojos cafés oscuro, busto medio y una cintura muy bien curveada. Lleva puesto su uniforme negro, cofia, blusa hasta el cuello, amplia falda por debajo de la rodilla, un delantal y zapatos planos.

-       Si, ¿a quién busca? – Me pregunta entreabriendo la puerta

-       A la Sra. Elena, ¿se encuentra en casa?

-       ¿Quién la busca? – me mira de arriba abajo, observando por completo cada parte de mi

-       Sergio, Apartamento 14. – le dedico una sonrisa, con la cual ella se logra sonrojar un poco

-       Permítame un segundo - la empleada cierra la puerta.

Logro escuchar que le comunica a la Sra. Mi visita, en seguida se escuchan los pasos de ambas mujeres corriendo dentro de la casa, la empleada me vuelve abrir la puerta y me invita a que pase y espere en la sala a doña Elena. La espero por alrededor de 20 minutos. El salón esta finamente decorado los sillones de terciopelo café elegantemente cómodos, el color interior de un azul pálido casi blanco, una casa amplia con muebles finos y decoraciones simples no tan ostentosas que dan una imagen de perfección a todo el hogar.

La criada me sirve un café y mientras lo hace me la imagino en mi casa atendiéndome desnuda usando solo un fino delantal blanco y una tanga de hilo que seguramente se le ocultaría entre sus nalgas, y me darían una magnifica visión de su rico y redondo trasero, seguramente al inclinarse podría ver los deliciosos pezones que esconde ahora esa blusa que lleva puesta.

Unos pasos atrás nuestro me sacan de mis pensamientos lujuriosos, volteo levantándome por amabilidad y observo sorprendido a la atractiva mil que ahora está frente a mí, anteriormente no la había visto tan atractiva, aun con ese atuendo serio y recatado logra lucir cada una de sus curvas conservadas aun sin importar su edad.

La Sra. Elena es una madura pelirroja al igual que su hija, goza de unos pechos magníficos que logro notar por la blusa que se ha puesto, lleva una falda larga hasta los tobillos, pero ceñida en la cintura, lo cual resalta sus curvas, lleva pintados finamente sus labios delicados con un tono rojo que los hacen resaltar y un maquillaje muy sutil. Ella me saluda radiante, yo le dedico una sonrisa, le beso la mano y le entrego el ramo de rosas blancas,

-       Oh, no tenia que haberse molestado – dice ruborizada, pero encantada y alagada sosteniendo el ramo

-       Claro que sí, ayer irrumpí en su casa, sin traer algún obsequio de bienvenida una disculpa en verdad, por mi comportamiento, Además sin duda alguna Sra. tan guapa como usted merece un ramo igual de hermoso. – le digo con una sonrisa, veo como se ruboriza aún más, y como se mueve nerviosamente en su lugar seguramente excitada por mis halagos y presencia.

Pensar que solo vine a visitarla nuevamente solo para ganarme su completa confianza y así lograr más control sobre su joven y única hija, aunque viéndola ahora me he imaginado seduciéndola a ella también, imaginándomela obscenamente desnuda en cuatro como toda una perra en celo, pidiéndome más y más verga. Mi mente no deja de viajar imaginándomela como toda una hotwife, mientras conversamos, y noto como se excita con mi voz varonil y fuerte.

La conversación transcurre amenamente ella me habla sobre su familia, al parecer proviene de una clase alta, muy educada, culta, acaban de mudarse debido a que su marido es ingeniero y trabaja en un multinacional americana, por su importante cargo suele viajar mucho y no estar en casa, así que solo suelen estar las tres mujeres en casa, Pamela, la sirvienta y la Sra. Elena. Es un ama de casa seria, acostumbrada a mandar, muy religiosa, todos los domingos ella y su familia acuden a misa, todas las semanas se reúne un día con sus amigas para jugar al poker, bebe muy moderadamente, aunque admite a veces pasarse de copas en alguna fiesta con su marido, cuida de su físico, por la forma en que se pone nerviosa ante mi presencia y como se mueve inquietante, puedo deducir que la he excitado tan solo con hablarle, lo cual indica que ha de ser una mujer insatisfecha y remilgada sexualmente. Me habla sobre su marido un señor serio, deportista y fuerte, un hombre maduro de cabello azabache, atractivo, alto, de un carácter estricto y conservador, que otorga una educación muy conservadora y religiosa tanto en su vida de pareja como con su hija.

Le comienzo a hablar de mí, de que soy soltero y vivo solo, que provengo de España pero me encuentro radicando en este país por mi trabajo, le informo que soy un importante arquitecto interiorista, que trabajo como publicista creativo y fotógrafo freelancer, para una agencia internacional, me va muy bien en la vida y vivo muy libremente, me encantan los coches y conducir, estaré gustoso de en algún momento tener una charla e intercambiar opiniones con su esposo sobre autos, me gusta el deporte, soy culto, sé de arte, danza, música clásica, opera, me encanta la naturaleza y debes en cuando monto a caballo en una finca que tengo en las afueras de la ciudad, una hacienda grande e importante en la ciudad heredada por mis antepasados.

Para inspirarle más confianza y seguridad, le explico que mi apellido proviene de un antiguo marquesado español de rancio abolengo Edas y Latnemess, de los cuales poseo el titulo por herencia, del primer Marques, que solo suelo usar si la circunstancias lo requieren.

Veo como sus ojos se iluminan al terminar de contarle de mi persona, esta más que encantada conmigo, seguramente se lo contara a sus amigas. Le menciono lo impresionado que me ha dejado lo recatada, seria, educada, inteligente y fina dama que es su joven hija Pamela, ella me explica sobre la educación seria, conservadora y religiosa que le ha inculcado. Al igual que me comenta que yo también le infundí mucho respeto, por mi seriedad, educación y amabilidad para con ella, pero que le había dicho que no estaba segura de que necesitara de mi ayuda.

-       Ya sabe cómo son los jóvenes… - dice un poco apenada – “creen no necesitar de nadie” – alza levemente la voz en tono dramático – pero yo estaría encantada de que usted la guiara y enseñara en su camino para la universidad y así ella logre estudiar Ciencias Políticas, como es el anhelo mío y de mi esposo.

-       Para mi seria todo un placer Doña Elena, estaría encantado – le digo con otra de mis sonrisas cautivadoras, que le provocan aún más excitación entre sus piernas

-       Se lo agradecería tanto Sergio, oh, discúlpeme ¿me permite tutearle? – dice apenada

-       Naturalmente Sra. Elena.

-       No, no, por favor tutéame también, llámeme solo Elena, por que por lo que hemos estado conversando este corto tiempo, eres todo un caballero serio, educado y respetuoso, como nos gustan a mi marido y a mí, además un Marques, lo que implica que te debemos aún más respeto – dice un tanto emocionada y excitada en su voz.

-       Para nada, Elena por favor tuteame con toda confianza – le digo con otra de mis sonrisas. – Bueno por el momento me temo que debo retirarme, he tenido una charla muy amena con usted, y he podido traerle el presente que ayer descortésmente no traje. - en ese momento la criada aparece colocando un florero en la mesa de centro colocando las rosas blancas en él.

-       Cuando quiera Sr. Marques vuelva visitarme, paso muchas horas sola aquí en casa. Y usted tiene una conversación tan agradable – me dice mientras me dedica una sonrisa cautivadora, estoy seguro que me esta coqueteando, lo cual me excita, saca su móvil y en lo que yo me la imagino penetrándola, me hice – mire mi móvil es ## ¿Cuál es el suyo? – le otorgo mi número telefónico y anoto el suyo en mi celular.

-       Elena, ¿no quedamos en tutearnos?

-       Oh, discúlpame nuevamente, es la costumbre, la educación severa de mis padres y recta de la escuela de monjas.

-       Esta bien, comprendo esa educación estricta. – la sirvienta termina de acomodar las flores y Elena toma una de las rosas y la lleva a su nariz oliéndola.

-       ¿Por qué rosas blancas, Sergio? – dice mientras admira la rosa.

-       Porque son el símbolo católico de pureza y la virtud, algo que enseguida observe en su hija Pamela y evidentemente heredado por su madre – ella se sonroja y la veo suspirar aun sosteniendo la rosa.

-       Muchas gracias por tan elegantes halagos

-       Bueno yo me retiro –

Le vuelvo a besar la mano respetuosamente y noto como ella se pone nerviosa ante mi gesto y mi fija mirada que ahora he colocado en ella, seguramente siente una humedad en sus piernas que le gustaría saciar, pero que no hará porque es tan pulcra y conservadora que solo conserva sus deseos insatisfechos para cuando su marido la toca. Me sonríe con encanto aun sonrojada, la criada me acompaña hasta la puerta y también me sonríe, me hace una pequeña reverencia y me despide con un “Estoy a sus ordenes Sr. Marques para lo que guste mandar u ordenar”.

Me dirijo a mi apartamento algo fastidiado y cansado, Elena es realmente guapa, de ahí que su hija sea tan jodidamente atractiva, aun que es guapa es tan recatada y pudorosa que la conversación me resulto pesada, fue por eso que la mayor parte del tiempo me la imagine en cuatro contra su sofá penetrándola tan salvajemente. Muchas cosas buenas habían resultado de esa visita, seguramente ahora no tendría problema con todo lo que planeaba para Pamela.

Pamela:

Esa mañana en clases no había parado de pensar en lo que ocurrió el día anterior, después de esa tarde al regresar a casa por la noche, después de el rico orgasmo que me había otorgado aquel vecino, al regresar a mi dormitorio me desnude, con mi coño aun mojado, me recosté en la cama y pensé en él, en como me había tratado, en lo extraño que era que ni siquiera me hubiera desnuda o quitado alguna prenda, incluso pudo haberme violado pero no lo hizo, no había pedido que lo tocara, que se la chupara o algo similar, quizá solo era un pajillero, morboso, un voyeur o uno de esos pervertidos, pero me había puesto a mil, como nadie nunca me había calentado antes, y después calentarme y hacer que me corriera, me echo como si nada.

Al regresar a casa me dirigí directamente a mi habitación, mi madre estaba tomando seguramente su siesta vespertina pues no había salido a recibirme. Me quite todo el uniforme del colegio de monjas, detestaba ese uniforme y todo mi guardaropa de monja que tenia por mis padres. Me mire al espejo completamente desnuda, observando todo mi cuerpo, primero mis grandes pechos redondos y firmes, con sus pezones rosados, luego mi abdomen plano, mis curvas en mi cintura y cadera iniciando la forma de mi trasero duro y redondito, con unas buenas nalgas paraditas, y mi coño sin un pelo, por que me excita tenerlo y llevarlo así.

Sigo analizando mi cuerpo, sé que estoy bastante buena, ¿por qué aquel cabrón me había rechazado?, ¿por qué solo me había masturbado? Me había dejado tirada en aquel sofá después del delicioso orgasmo y esperando aun más…Me había sentido humillada y ofendida después de eso y de solo recordarlo…

Carajo, de solo recordarlo me ponía húmeda de nuevo, comienzo acariciarme mis pezones, jugando con ellos bajando mi mano por mi vientre y llegando a mi coño comienzo a frotar mis labios vaginales para ir introduciendo mis dedos, imaginando como me metió sus dedos tan ricos y tratando de imitar esos mismos movimientos, me tiro sobre la cama masturbándome pensando en él, y a los pocos minutos me corro. Me quedo recostada en la cama por unos minutos más, una sonrisa perversa se dibuja en mi rostro, si aquel viejo piensa que me a chantajear y humillar se equivoca conmigo, yo seré la que lo tenga besándome los pies, me va a suplicar hacerme suya, voy a volver a ese departamento solo para hacerle sentir y humillarlo tal y como el me lo había hecho a mí.

Me levanto de la cama y busco algo entre todas esas cosas de monja que tengo para provocarlo, encuentro mis viejos jeans para montar, tomo una blusa de botones blanca de algodón las meto a mi bolsa y me pongo el uniforme de la escuela salgo de la habitación y al caminar por el pasillo escucho a mis padres en su habitación hablando, me acerco sigilosamente intentado oír la conversación.

-       Bueno, lo único que se me hace un poco raro, es el por qué sigue soltero, siendo tan atractivo, educado y caballeroso, seguramente tuvo más de una novia – dice mi madre, contándole sobre la visita de ese día a mi padre.

-       Sus motivos tendrán, seguramente ninguna ha podido llegar a su elegancia, siendo un Marques... – le contesta mi padre

-       O, quizá es uno de esos raros homosexuales – imagino que se acaba de persinar pues siempre lo hace cuando dice esa frase – dios nos libre de ese pecado

-       Suena como todo un hombre respetuoso, yo lo he visto de vez en cuando, parece serio y bien educado, yo creo que Pamela aprendería mucho si asiste a sus clases - ruedo los ojos, si mi padre supiera que es depravado sexual seguramente no me dejaría ni pararme en ese piso.

-       Lo creo yo también cariño, así que aun que ella no lo quiera, ira a esas clases.

-       Por supuesto, ya obligare a ir a la niña a esas clases, aquí el que manda soy yo. – En ese momento toco la puerta y ellos me autorizan para pasar.

Les informo que he decidido volver a tomar una clase más con el vecino, mi madre asiente feliz, y mi padre me dice que me comporte como la señorita educada y recatada que soy, siempre dándome a respetar, y no dejando en vergüenza a la familia para con él.

En cada piso en la curva que/esquina que se hacen en la escalera hay un almacén de limpieza, bajo rápidamente, me meto en él y me cambio de ropa, me pongo el pantalón que me queda bastante ceñido pues es de cuando era más joven, llevo mis botas de caña alta bajo la falda así que solo me acomodo, me cambio la blusa y dejo los últimos dos botones abiertos, me acomodo el sujetador que no es para nada atractivo pero es de los que me obliga usar mi madre. Salgo y toco en tu apartamento, me abres la puerta, solo me identificas, pero ni siquiera te quedas a admirarme te das la vuelta diciéndome que pase, que acabas de llegar de una reunión y que te espere en la sala. Entro a tu casa y una vez cerrada la puerta tomo valor y te encaro.

-       He venido a decirte que no te tengo miedo, y que no creas ni por un segundo que puedes chantajearme – mi voz se eleva más sintiéndome poderosa al encararte – por que no tienes ni mi teléfono, ni el de mis padres, ni el de mis amigos. No eres más que un pervertido, que le gusta mirarme, tocarme y disfrutas de ello, como el resto de los demás, porque si para mí solo eres uno más. Así que, si quieres algo de mí, tendrás que suplicarme de rodillas por ello. Tendrás que humillarte ante mi para darme el placer solo si yo lo quiero y te lo ordeno – Me siento poderosa después de todo mi discurso, tu me miras y ríes.

-       Pero vaya con la putita, si tiene un carácter. Así que solo soy, ¿cómo dijiste? Ah sí, uno más… para ti – me dice mientras se ríe y me mira fijamente

-       Así es. - por alguna razón mi valor se ha ido y las palabras salen casi titubeantes este hombre me provoca muchas cosas con solo estar con él.

-       ¿Qué no tengo teléfonos? Déjame informarte que sí que los tengo, y aun así no los necesitaría, basta con poner tus fotos en la entrada del edificio, o en la piscina, o a la iglesia a la que asistes todos los domingos con tu familia, quizá a tu escuela de monjas. – lo veo reírse, me ha dejado atónita, cuando sé que decir es tarde, simplemente se ha dado la vuelta y desaparecido por su pasillo hacia su habitación.

Me quedo ahí parada nerviosa, se veías tan jodidamente varonil, fuerte y elegante con el traje incluso caminando de espaldas. Me miro un poco ofendida, ni siquiera se ha detenido a mirarme, por todo lo contrario, con su presencia y voz me ha ya mojado.

Mientras espero a que vuelva, observo el salón, la ultima vez que vine, ni siquiera me percate de ello, pero es un salón finamente decorado al estilo japones, de un lado sobre sale un amplio balcón, con jardín japones con simbología Zen, no hay muchos muebles, pero cada uno que se encuentra en la habitación se nota la fina calidad de ellos, todo da un toque incluso sensual y erótico en cada rincón de la sala.

Al cabo de 15 reaparece, con un precioso kimono japones, de seda negro con dibujos de plantas, flores y un círculo en la parte superior izquierda, con algo extraño símbolo dentro, va descalzo, se ve tan varonil y excitante que me hace mojarme aún más. Me mira intensamente y yo simplemente no puedo evitar excitarme ante su mirada.

-       Lo de ayer, solo fue un juego, para ver lo fácil y putita que eres – me ve severamente mientras camina hacia su bar – las niñas de 18 como tú, no me interesan para nada, prefiero las  sumisas MILF que ya vienen calientes y deseosas de un buen macho, que las monte y domine como unas vulgares zorras, sobre todo las casadas- Me sigue mirando fijamente mientras se sirve una copa – Las jovencitas como tu aun hay que enseñarles a ser unas buenas depravadas sexuales, unas buenas putas. Y yo no tengo tiempo para eso.

-       ¿Qué es una milf? – pregunto ofendida y enojada, el se vuelvo a reir.

-       ¡Lo ves! Nos sabes nada de sexo y perversiones, apuesto a que incluso aun eres una virgen. – me quedo callada y bajo mi mirada – oh di en el punto, lo eres, lo ves, solo eres una niña rica, intento de calienta braguetas, no debes de servir ni para modelar, por que incluso para eso hay que tener un buen cuerpo, saber caminar y moverse sensualmente, y tu niñita no sabes de eso.

Me levanto ofendida y molesta, pero no sé por qué me ha excitado tanto la forma en que me ha tratado, decidida a demostrarle lo contrario, camino contoneando mis caderas sexy y provocativa, meneando mi trasero e intentando resaltar mis tetas, pero el vuelve a reírse.

-       Lo ves, eres tan inútil y patética, con esas botas nunca podrás caminar sexy, ni provocativa ¿Acaso no tienes tacones de aguja?

-       No, mis padres me compran la ropa y zapatos, tengo prohibido usar ese tipo de zapato, dicen que son para putas – mi voz suena ahora sumisa que incluso yo me sorprendo y me atrevo a preguntar – Pero al menos tengo buen cuerpo ¿no? Sergio. – me mira intensamente.

-       Cuando te dirijas a mí, debes hacerlo con respeto, me llamaras Sr. Edas – me sorprendo un poco

-       Sr Edas, ¿No puedo llamarle Sergio?

-       Una niñata como tu claro que no, tu deliciosa madre si, por que es una atractiva MILF –

El que me compare con mi madre me ofende pues me hace sentir menos, pero al mismo tiempo me excita, él  me calienta, la forma en que me habla, la intensidad con la que me mira, esa forma tan superior en la suena su voz, me calentado tanto que incluso me mojado, he cruzado mis piernas intentando calmar mi excitación pero lo ajustado de mi pantalón ha logrado excitarme aun más, me mojado tanto que ahora se nota en mi pantalón, he intentado ocultarlo aun mas con mis piernas, estoy tan caliente y ni siquiera me ha puesto un dedo encima, estoy tan ofendida y avergonzada que lo único que quiero es salir de ese departamento, estoy tan sumida en mis emociones que ni siquiera me doy cuenta de lo que dice y termino aceptando.

-       Bueno ni como mujer, ni como puta, no me sirves, pero puedes hacerme de modelo fotográfica, posando para trabajo profesional, que tengo que hacer de lencería fina de novia para el día de boda que dices ¿aceptas? – ya había asentido con la cabeza, cuando termine de entender sus palabras.

El me tomo por el brazo levantándome del sofá y viendo lo mojado de mis pantalones, me siento avergonzada.

-       Vaya putita, ¿no creo que quieras llegar a casa con esa macha cierto? – me dice mirándome tan intensamente con esos ojos verdes que siento que me penetran cada parte del cuerpo – Entra a esa habitación, encontraras ropa en las cajas y todo lo demás, lavare tu pantalón y lo secare, modelaras unas fotos para mi y luego podrás irte ¿entendido? – yo bajo la cabeza avergonzada y asiento.  – responde.

-       Si Sergio – digo aun con la cabeza baja

-       ¡No!, debes decir lo que usted mande Sr. Edas, solo así me demostraras que no eres una niñata, y que me sabrás modelar y posar para mí, sé que te gustara es una lencería fina y sexy que seguro sabrás lucir con ese cuerpo – me dice cerca del oído tanto que me siento mojar aún más.

Entro en la habitación, es muy amplia, con un baño privado, una cama King Siza en medio del dormitorio, con un dosel sustentado por columnas góticas, de las que cuelgas unas bonitas cuerdas gruesas de seda negras, todas las paredes están forradas de terciopelo rojo, no hay ventanas, hay espejos, manchados de cobre en la cabecera de la cama y en todas las paredes que reflejan cada ángulo de la cama, hay una gran chimenea encendida, la iluminación es suave, si el salón es erótica, esta habitación llega a otro nivel aún más sensual. Me desnudo rápidamente, me doy un baño rápido con agua fría que no logra bajar para nada mi temperatura. Me seco frente a uno de eso grandes espejos, me acaricio todo el cuerpo, me dejo caer en la cama y me observo en el espejo que esta en el techo, admiro mi cuerpo, muchos chicos mueren por mi cuerpo, me desean, pero ninguno me ha quitado lo virgen, muevo mi pelvis levemente para ir al encuentro del macho que tanto deseo mientras me observo. ¿Cuántas mujeres Sergio se habrá ya follado en esta cama? ¿a cuantas habrá llevado al orgasmo? Imaginarme follando con el mientras lo abrazo fuerte con mis piernas y su virilidad entra en mi taladrándome sin piedad, vuelvo a sentir ardiendo mi coño, tengo que conseguir que me haga suya, que me fornique como a todas las mujeres que se ha follado en esta cama.

Me levanto y entro en el vestidor, veo un montón de cajas de lencería blanca “Just for the wendding nigth”, voy tomando cada prenda, estirándolas, sujetadores, bragas, ligueros, medias, zapatos de tacón de aguja de 10 cm, maquillajes de mil formas y colores, tomo unos tacones que tienen plataforma en la parte de los dedos, cerrados con un adorno tipo encaje en toda su textura, intento caminar torpemente con ellos. Tan solo mirarme en el espejo con esos tacones me siento aún más buena, más sexy, más sensual, más provocativa.

Me sigo mirando en el espejo sintiéndome poderosa, hasta que el aparee nuevamente, y enseguida mi cuerpo se tensa y me sube la excitación, volteo a mirarlo a mostrarle mi cuerpo desnudo, de lo buena que estoy, lo miro desafiante, el coloca un dedo en mi frente, me mira fijamente durante varios segundo, con esos ojos esmeraldas que me queman, que me hacen hervir, mojarme, y excitarme por completo, y por alguna razón termino bajando la mirada ante él, me pongo de rodillas, con la cabeza inclinada, lleva ese maldito kimono que lo hace lucir tan perverso, tan deseable, quiero demostrarle que no soy una niñata como el me lo ha dicho, así que intento abrir su kimono, y en seguida recibo un pequeño y suave bofetón, entonces bajo mis manos y vuelvo a inclinar la cabeza, después de varios minutos me levanta suavemente la cara y me ayuda a levantarme.

-       No tengo prisa, pruébate todo, y arréglate como bien como una novia, muy putita, para su noche de bodas, como el cliente lo quiere, para su catálogo, si no me gusta como modelas, no te dejare volver ¿Entendido? – asiento con la cabeza suavemente -Bien, tomate tu tiempo.

Tardo alrededor de una hora en escoger un conjunto y en maquillarme, sobre la mesita había una botella de vino que he terminado tomando, ahora estoy más desinhibida que nunca, me siento aun mas sexy y sensual, pero sobre todo muy excitada después de probarme y verme con toda esa lencería. Me estoy terminando de poner nuevamente los tacones cuando lo veo entrar a él, con una cámara profesional, me mira recorriendo mi conjunto por todo mi cuerpo, siento esa mirada ardiente desnudándome, me calienta tanto y comienzo a posar lo mas perversa que me imagino. Mostrando mi coño, con las piernas abiertas, en cuatro, todas las poses imaginables, lo hago con al menos tres conjuntos diferentes.

Después de 1 hora, cuando acaba la sesión, me siento muy húmeda, con ganas de tocarme y más aun con ganas de que él me folle. Lo miro sentarse en un sofá que esta en una esquina de la recamara, y me vuelve a mirar intensamente como lo ha hecho desde el momento que cruce su jodida puerta. Me levanto y camino hacia él sensualmente, pero…

-       Alto, quédate ahí – me quedo quieta ante su voz – quiero que te masturbes para mi… Muéstrame que no eres una niñata y que sabes cómo darte placer…- nerviosa, voy directamente a coño que necesito saciar su ardor –

-       Abre las piernas putita – las separo, miro como el abre su kimono y me deja ver su erección – Hazlo bien zorrita

Intento controlarme un poco y empecé acariciándome desde la boca, con mis dedos y fui recorriendo mis labios, mi cuello, mis pechos mi abdomen, hasta que llegué a las braguitas blancas de encaje que tenía puestas fui pasando mis manos sobre la tela que cubría mi pubis, sobando sintiendo mi calor y mi humedad poco a poco, las ingles, parte del muslo y un poco de los bordes de mi vulva, la cual estaba que más caliente e hinchada. Luego de unos minutos, baje suavemente las bragas dejándolas a la mitad de mis piernas, moví y adentre mis dedos en mi coño y fui separando mis labios, igual de calientes e hinchados, yo estaba ya soltando gemidos de placer; mientras iba de adelante hacia atrás con mis dedos, mis palmas masajeando parte del pubis y un poco del inicio de mi vulva. Llegué a mi clítoris, fui frotando, estaba deseando tanto eso, que estaba gritando la satisfacción que me estaba dando masturbarme frente a él, mientras veía su verga ponerse completamente erecta ante mí, comencé a mover mis dedos buscando la entrada de mi coño y me penetre con los dedos, fantaseando que era la verga que veía la que me penetraba, comencé a hacerlo más rápido, estaba chorreando de placer, mis gemidos por toda la habitación, hasta que se me nublo todo y solo sentí mis piernas temblar y estallar en mi orgasmo…

Continuara….

Agradezco la ayuda de cierto lector que me contacto por su colaboracion en el capitulo.