1 ciberamigo,1 ciberorgasmo y una realidad (Final)
Segunda parte de 1 ciberamigo,1 ciberorgasmo y una posible realidad.Suspiré, tragué saliva por que mientras leía esto notaba su mano adentrarse más en mi zona íntima, sintiendo ya sus dedos acariciarme por encima, impregnandose seguro de lo humeda que estaba ya. Estabamos rodeados de gente y podía notar los ojos clavados en mi, tanto por delante como por detrás. Como los cuchicheos de los que habían al lado de mi anterior mesa, se volvían más extremistas. Pudiendo escuchar una de las veces algo como "se nota que es de él... cualquiera se acerca ahora" entre risas.
1 ciberamigo,1 ciberorgasmo y una realidad
Seguro que nuestro encuentro no iba a ser ahora tan normal como pensabamos en un principio.
Pero seguía sintiendo especial interés en descubrir más sobre nuestros juegos y sobre él. Aún así tenía que hacerme a la idea de que cuando nos viéramos todo sería como si nada hubiera pasado y que actuaríamos con normalidad. Algo que dudaba porque ahora que nos habíamos visto de manera tan íntima no podía dejar de pensar en él a todas horas. Me había creado cierta adicción el "sexo" a través del ordenador, y era esclava de sus palabras por completo.
Sin darme cuenta fui cayendo en una espiral de ciberorgasmos y encoñamiento, por que ahora remplantearme verle despertaba en mi ideas que hace meses no hubiera ni pensado. ¿Y él, las tendría? ¿O seguía pensando igual y sólo era un simple pasatiempo por la red?
El caso es que seguía cada día más y más encangachada. Ansíaba mirar internet como fuera, en casa o en el trabajo. En la calle no despegaba la vista del móvil y los ciberorgasmos ya no sólo los sentía en casa, sino que los quería hasta en lugares públicos.
Aquella tarde en la cafetería mientras hablabamos por Whatsapp deseé tenerle ahí mas que nunca, por que sus palabras penetraban en mi y no podía dejar de imaginarle y lo que era peor, no me podía tocar por que él...¡me lo había prohibido!. Me pareció ridículo cuando lo leí una y otra vez. Me había dejado dicho que no me tocara hasta que él me lo ordenara y nuevamente le hice caso, sólo por el morbo que me estaba dando seguirle la corriente.
Pero leerle me excitaba y saber que estaba siendo vista por tanta gente en aquella cafetería me ponía aún más. Sabía a ciencia cierta que mi cara y mis acciones desvelaban lo que yo necesitaba en ese momento, y él también por que en alguna ocasión se lo conté, así que disfrutó ese día poniendome a mil. Pero no contento con eso decidió que nuestro encuentro en persona se adelantara y que se hiciera de una manera que no había pensado. Ahí.
Delante de todos, como sino nos conociéramos y fueramos dos personas más en un bar mirando el móvil.
Habían pasado dos semanas y no habíamos vuelto a hablar, lo decidimos así. Que hasta que no nos viéramos en persona como habíamos previsto nuestras charlas se cancelaran, y aunque fue duro lo hicimos. Era una droga para mi, a cada momento estaba mirando mis mensajes por si se había arrepentido y me había hablado, pero día tras día el silencio seguía, llegando a pensar que se había olvidado de mi o que había perdido el interés.
Pero el día que habíamos quedado me llamó por la mañana y pude notar en su voz ronca como me hablaba pausadamente, pero percatándome de que estaba tenso, nervioso y quizás pensaba de mi lo que yo había pensado de él. Así que por un momento dejé que hablara mi instinto "Estoy deseando de verte".
Quizás fueron imaginaciones mías, pero sentí que al otro lado del teléfono suspiraba aliviado. Tras eso sólo me dijo que quedabamos en la Catefería mencionada a partir de las 18, que le esperara ahí que él aparecería cuando creyera oportuno.
Quería pillarme desprevenida, sin embargo yo no paraba de mirar a todos lados esperando verle. Nerviosa, intrigada, me excitaba sólo de pensar en lo que quería él.
Llevé la ropa que me pidió, "algo corto y con escote" me dijo. Y por mi mente pasó las palabras de hacía mucho tiempo.... "el día que nos veamos seremos dos amigos que se reencuentran, todo esto será un mero juego de internet" , así que ahora la idea de calentarnos en persona y no hacer nada me era cuanto menos frustrante. Sin embargo la amistad es lo primero.
Me puse una falda negra de tubo, hasta la rodilla, con una raja en la parte de atrás hasta la mitad del muslo. Arriba una blusa blanca, con la parte superior de encaje y botones, de los cuales los 3 primeros estaban abiertos y se veía el canalillo.
Me senté frente a la puerta principal esperando verle entrar, pero tras mas de 30 minutos esperando mi móvil sonó con un mensaje. "Israel" leí y miré a todos lados esperando verle. Pero no lo encontré, en su lugar un "escribiendo..." acompañaba su saludo habitual.
Podía verle en una foto con los botones de la camisa abiertos y la corbata alrededor del cuello sin anudar, diciendo que esperara más que tenía que terminar de vestirse.
Resoplé...¿Cuánto más iba a tardar?.
- Como te conozco seguro que estarás harta de esperar así que, ¿por qué no jugamos un poco mientras me termino de arreglar?
- Así tardarás más.
- No, tranquila. Se bien lo que me hago. Igual hasta me viene bien jugar un poco en casa por si tengo que cambiarme.
Sabía por donde iba y conocía sus indirectas así que acepté.
- Quién pudiera cambiarte... aunque si estuviese ahí yo no iba a volver a ponerte la ropa.
- ¿Ah no? - Me puso un icono guiñándome el ojo. - ¿Vas vestida como te pedí?
- Sí. Aunque la falda no es corta es...accesible.
- Buena chica. Dime, ¿Hay mucha gente ahí?
- Donde estoy no. Cerca de la puerta hay más bien poca.
- Cámbiate de sitio, quiero que te vayas a la zona donde mas gente tengas cerca.
- Pero...
- Hazlo. - Obedecí y me senté en una de las mesas más cercana a la barra donde un grupo de chicos jóvenes estaban tomando algo y haciendo ruido.
Me puse nerviosa al ver como me miraban y alguno me sonreía, pero me centré en lo mío. Ya podía sentir mi cara ardiendo y como mi piel se encendía poco a poco, si no fuera por que ya me había sentado, los tacones me habrían hecho tambalear de los nervios.
- Cuando estés sentada quiero que me describas tu alrededor. - Así lo hice. - Muy bien, ábrete un poco más la camisa, que se te vea algo del sujetador. Ahora hazte una foto y mándamela.
Seguí sus pautas, y entendí lo que pretendía... que los chicos que le dije que tenía cerca me miraran y que me sintiera observada.
- Te gusta sentirte así, observada, deseada, expuesta, en manos de alguien que te ordene hacer cosas que, supuestamente no quieres, pero que deseas.
- Yo no he dicho nada de eso. - Pero era cierto, sólo había que ver como mi pecho subía y bajaba con tal velocidad de pensar en todo lo que me estaba diciendo y las miradas que tenía detrás.
- Y si nos leen... Algo me dice que te gustaría.
- No creo que nadie lo haga.
- Probemos a ver si se dan cuenta de por qué te estás poniendo tan cachonda.
- No lo estoy.
- No te creo, pero si es cierto, lo estarás.
Alcé la mano para pedir una coca cola con hielo y me di cuenta que al movimiento un pecho se me asomó más por la camisa, atrayendo la mirada de alguno de los de la barra.
- Ponme a prueba. - Le reté, sabiendo de primeras que iba a perder. Pero me gustaba demasiado esto.
- ¿A prueba? no. Te pondría a cuatro patas sobre la mesa, preferiblemente con la gente mirando y que pudieras verte en el cristal de la barra reflejada. Viendo como te follo.
- No creo yo que nos dejen hacer eso en el bar.
- No, pero eso no quita que me gustaría. Que nos vieran disfrutar y que todos admiraran tu cara cuando te corres, tus pechos moverse mientras entro y salgo de ti y quién sabe, quizás hasta te gustaría que se uniera alguien más.
- Tres son multitud. - Intentaba soltar comentarios tontos y absurdos para evitar pensar en como estaban mis bragas ahora. Empapadas. Los pezones podían notarse a través del sujetador y la tela. Mis muslos, uno encima de otro, estaban apretados intentando aliviar la necesidad de llevar mi mano ahí. La paranoia me hacía sentirme observada, caliente, expuesta y descubierta como una guarra que disfrutaba haciendo cosas que no debía en público.
- ¿Cómo son las bragas que llevas? ¿color?
- Blancas, de saten.
- Bien, así la humedad la sentirás mejor. Abre las piernas y no dejes de leer lo que te escribo.
Quien me viera así y a quien le contara yo esto me tomaba por loca pero es que, por más que intentaba evitarlo, no podía. Me ponía demasiado este tonteo.
- Quizás cuando llegue nos saltemos la regla de "todo como siempre y a fingir que no hemos visto o dicho nada". Por que de verdad, lo que más me apetece es meterte en el baño, ponerte contra la pared y subirte la falda un poco hasta que pueda llegar a metertela de golpe entera.
- Vaya, que brusco y directo.
- Como te gusta a ti. No nos engañemos. Estoy seguro que te gustaría sentir la palma de mi mano en tu culo mientras te follo contra la pared.
Cerré las piernas por inercia y suspiré. Podía notar como me miraban y comentaban algo de mi. Sabía que era sobre mi. O la paranoia estaba presente ya en mi cabeza.
- Te he dicho que mantengas las piernas abiertas.
- Ya las tengo. - Le mentí.
- No me gusta que me mientas. - Miré a todos lados paranoica pero no le veía. - ¿Has oído alguna vez que lo tienes tan delante que te va a comer?
Entonces caí, miré por la parte de delante, la que estaba al lado de la columna en la que podría haberse ocultado si no se movía y ahí estaba. Sonriendo y mirándome.
- ¿Y tu foto? - Le escribí mientras le miraba.
- Me la hice en casa, llevo aquí un buen rato, sólo he tenido que cambiarme de sitio cuando tu lo has hecho. Estabas tan pegada al móvil que no te habías dado cuenta.
- Ya veo...
- Bonitas bragas. Las puedo ver desde aquí.
Me estremecí sintiendo como me ardía la parte interna de los muslos, como el airecillo que se movía por la cafetería se colaba ahí y ante la humedad me provocaba escalofríos.
Estaba muy excitada y sabía que no podía hacer nada con él. Así lo habíamos hablado.
- Quiero tus bragas en mis manos. Tráelas.
- ¿Qué? - Me costó leerlo.
- Ve al baño, quítate las bragas y me las traes.
Dudé un momento, sin embargo obedecí y fui al servicio, me quité la parte de abajo y pude sentir un aire frío entre mis piernas. Las bragas estaban empapadas, justo como le gustaban, y mirandome al espejo observé que estaba muy colorada, más de lo que pensaba por como me ardía la cara.
Salí con la lencería en el bolso y me acerqué a su mesa, me senté a su lado y se las dí por debajo de esta, cogiéndolas mientras arrastraba su mano por mi muslo y me miraba fijamente.
- Seguimos como ciber amigos, mientras todo se base en la tecnología.
- ¿Qué? - tuve que preguntar por que no lo entendía. Y seguía escribiéndome por el móvil, tras decirme eso, a pesar de tenerme al lado.
Vi que escríbía un mensaje, y cuando acabó y me llegó el aviso lo leí, sintiendo como su mano empezaba a acariciar mis muslos, metiéndola cada vez más entre mis piernas, mientras que la otra mano había abandonado el móvil y tenía mis bragas, las cuales acercaba a su nariz para olerlas.
- "Sí te tuviera conmigo... - Puso las comillas para seguir jugando al cibersexo como hasta ahora pese a tenerme al lado.- me gustaría tenerte sin bragas, siempre dispuesta, abierta y preparada para mi. Olerte, acariciarte y cuando me apetezca saborearte. Tenerte en mis manos sería lo más acertado ahora mismo".
Suspiré, tragué saliva por que mientras leía esto notaba su mano adentrarse más en mi zona íntima, sintiendo ya sus dedos acariciarme por encima, impregnandose seguro de lo humeda que estaba ya.
Estabamos rodeados de gente y podía notar los ojos clavados en mi, tanto por delante como por detrás. Como los cuchicheos de los que habían al lado de mi anterior mesa, se volvían más extremistas. Pudiendo escuchar una de las veces algo como
"se nota que es de él... cualquiera se acerca ahora"
entre risas.
Y recordé sus palabras por el chat
"en la red eres mía".
- "Me gustaría tanto hacer realidad lo que te digo... -Volvió a escribirme, mientras con su mano me hurgaba. - es una lástima que sólo quieras ser mi puta por internet, que sólo quieras que te folle y me aferre a tu cuerpo por la red. Por que si por mi fuera, saldría de ella para metértela por todas partes y disfrutar hasta el último rincón de tu cuerpo."
Pero como ya no podía más me tragué mis palabras, mi orgullo y todas las veces que dije que
"sólo nos veríamos como amigos"
y puse mi mano sobre su pantalón, acariciando por encima de la tela su más que notable erección. Me miró. Podía ver la satisfacción en sus ojos y como un brillo destacaba en ellos, como torció el labio a modo de sonrisa lasciva... había conseguido lo que quería.
Me quitó la mano de mi entrepierna y apartó la mia de la suya, se fue hacía el baño y me dejó sola, pensando en que podría haber hecho para hacerlo irse así.
Poco después me sonó el móvil y era un mensaque suyo.
- Ven a mi.
Me levanté y al pasar por al lado de la barra donde estaban los chicos de antes, justo antes de llegar al baño, escuché "mucho estaban tardando". Sonreí y eso no hizo más que envalentonarme.
Entré al baño y buscando si entrar en el de hombres o en el de mujeres, la puerta del suyo se abrió, sacó la mano y tiró de mi. Echó el pestillo y me presionó contra la pared, notando su erección en mi barriga y sus manos sobre mis muñecas, apretándolas tanto que pensé que me cortaría la circulación.
Me miraba con deseo, con ansia, tanto como yo a él. Acercó su boca a mi oído y me susurró.
- Dímelo, dime lo que quieres y como sabes que me gusta.
- Fóllame.
- No, así sabes que no. - Pasó la punta de su lengua por mi cuello, apretándose más contra mi. - Vamos, sabes lo que quiero decir.
- Por favor... - puse mis labios sobre los suyos, sin llegar a besarle, sólo susurrándole. - Israel, quiero que me folles, que me hagas tuya, que hagas conmigo lo que quieras aquí y ahora.
Estiró de los botones de la blusa hasta abrirla por completo y metió la cara entre mis pechos, que los apretaba con las manos.
Fue bajando por mi cuerpo hasta llegar a los muslos y comenzó a acariciarme despacio hacía arriba, levantando la tela y envolviéndola en mi cintura.
Se apartó para observarme mientras se aflojaba la corbata y se abría la camisa por completo, me ató las manos con lo primero y me puso de rodillas frente a él.
- ¿Recuerdas lo que te dije? - Preguntó acariciando mi pelo mientras le miraba. - Quiero que lo hagas.
Pasé mi boca por su erección aún encerrada, restregándo mi cara, y con las manos atadas desabroché el pantalón y dejé libre su miembro, que al salir me dio en la boca. Rodeé la punta con mi lengua y abriendo más los labios le invité a entrar en ella. Dejando que me follase la boca, que me llegara hasta la garganta y notando en cada empujón casi arcadas de la profundidad que tenían.
- Si sigo así no podré hacerte todo lo que quiero, pero me moría de ganas de meterla en tu boca.
Se apartó y me cogió de la cintura, me sentó en la encimera del bañó y abrió mis piernas, dejando nuevamente la falda subida. Me agarró los muslos y me dejó completamente expuesta y abierta para ser saboreada por su boca. Sentía su lengua subir y bajar, darme toquecitos con la lengua en el clítoris, introducía la punta en mi entrada acariciándome con ella y al final llevó su mano para ocupar el lugar. Metía dos dedos en mi mientras me comía entera y me arrancaba sonidos de placer que, seguramente, estaban escuchando fuera del baño. Agarraba su pelo con mis manos atadas intentando pegarle aún más a mi.
No era capaz de articular palabra, sólo me salía cosas sin sentido y lo único que alcanzaba a entender era un "por favor, sigue, más, si... por favor Israel, sigue, no pares ahora".
Y no paró, no tardé mucho en correrme en su boca y en gemir mientras su otra mano me amordazaba para no hacer un escándalo.
Tensa, respirando con dificultad y muy excitada me levantó, me puso de espaldas a él y me inclinó, acariciando mis cachetes y soltando algunos azotes que me llegaban a picar y a gustar a partes iguales.
- Al final voy a poder hacer algunas cosas de las que te he dicho por internet.
Abrió mis piernas y puso su miembro en mi entrada, presionando poco a poco, abriendo mi carne para él y sintiendo muy intensamente como se introducía en mi interior. Como su erección me empalaba poco a poco mientras agarraba mi pelo con su mano y estiraba de el haciéndome echar un poco la cabeza hacía atrás.
Acarició mis pechos con su mano libre, los apretaba, pellizcaba mis pezones y estiraba provocando sensaciones que hasta ahora no había experimentado, o no había sabido hacerlo.
Bajó haciendo una camino de caricias hasta mi cintura y agarrándome empujó dentro más brusco, haciendo cada embestida más profunda y salvaje. Me agarraba el culo con la penetración y, de vez en cuando, me soltaba algún que otro azote que me encendía más.
Cada vez se movía más fuerte, descontrolado, dejándose llevar por lo que sentía en ese momento, al igual que yo, que sólo podía gemir mientras me mordía el labio y con mis manos atadas me apoyaba en la encimera. Viéndome en el cristal que tenía delante como si fuese una auténtica puta.
Eso llamó su atención y clavando sus ojos en los mios a través del cristal sonrió. Disminuyó el ritmo de las embestidas y se acercó hasta mi oído, sin dejar de mirarme por el espejo, y me susurró mientras la metía despacio pero profundamente...
- Mírate como te tengo, ansiosa mientras te follo, llena de mi, disfrutando como si fueras mi muñeca... algo que tantas veces nos hemos dicho y se está haciendo realidad. Te estoy follando como la perra que eres, y no voy a parar hasta que me corra contigo.
Sentía que me iba a partir en dos por la postura, pero sus palabras me partieron por dentro y sucumbí al segundo orgasmo en pocas embestidas más.
- Así, muy bien, correte. Estaba deseando sentir como tu coño me presionaba dentro de ti. Mira tu cara mientras te corres conmigo.
Miraba al espejo donde casi me costaba verme, entre embestida y embestida cada vez más rápida y fuerte, con el tirando de mi pelo y acelerando el ritmo más.
Hasta que poco después de hacerlo yo, salió de mi y masturbándose se corrió sobre mi culo, notando como la calidez de su semen me marcaba entera.
Se quedó sobre mi cuerpo respirando con dificultad y notando su aliento en mi cuello.
- Encantado de conocerte en persona. - Me dijo mientras intentaba coger aire y acariciaba mi cintura.
- Igualmente, Israel. - Clavé los ojos en el cristal para verle. - Ha sido un placer.
Algo me decía que esto era el inicio de una bonita amistad, ahora fuera de la red. Y había cumplido mis fantasias de que los ciberorgasmos pasaran a ser realidad con él.
Fin.