04/20. el manual
Una clienta encarga un extraño trabajo a una agencia de investigación , tratar de conseguir que su hermana Inmaculada, una oveja negra, se enamoré de una vez y para siempre, sentando definitivamente la cabeza ¿Será posible?
04/20. EL MANUAL…
Confieso a todos ustedes, que lo que van a conocer a continuación, parece realmente una burda copia de alguna de las leyendas, de mi admirado autor principalmente de poesia romantica, Gustavo Adolfo Becquer. (Quedan avisados)
Aquella mañana de enero era fría y gris, aunque a pesar de ello, me sentía muy bien, estupendamente bien.
Solía llegar muy temprano a la agencia, para preparar tranquilamente la agenda del día, las visitas concertadas y sobre todo coordinar con Luis y Pedro, los detectives, todos los resultados del día anterior, y las adelantarles planificaciones futuras.
Era cerca de las diez, la visita programada para esa hora estaría al llegar, siempre requerimos puntualidad, había visto y analizado los resultados del día anterior con Luis y Pedro y me disponía a tomar un café, cuando la llamada interior se produjo.
- Matías, la visita de las diez está aquí…
Maribel, llevaba conmigo en la agencia desde que la abrí hace más de dos décadas.
Era una colaboradora perfecta y en ocasiones había realizado trabajos muy especializados en la calle, dada su capacidad.
Teníamos confianza suficiente para llamarnos por nuestro nombre.
Éramos compañeros y amigos, a pesar de que nunca habíamos hablado de ningún detalle de nuestra personal, lo que no implicaba tener cierta confianza sin nada de malicia.
- Hazla pasar…, gracias Maribel…
Ya había echado un vistazo a los datos iníciales del expediente, aunque como era habitual en mí, volvería a preguntarle que necesitaba de nuestra agencia, para que me lo contase en primera persona mirándole a los ojos, para observar su comunicación no verbal, es decir sus gestos, movimientos, tic´s, y ese tipo de cosas que dicen mucho de una persona.
La primera impresión fue magnífica.
Una mujer de unos cincuenta años, con el pelo a melena, de peluquería, rubia teñida por las canas, elegante, con un traje ajustado con pantalones y una cazadora que le daba una apariencia mucho más juvenil, además de llevar muy conjuntados todos los accesorios, como el bolso, el pañuelo al cuello y todas sus joyas, que sin ser excesivamente caras, eran de gran calidad y además bastante bien diseñadas en cuanto detalles, piedras y orfebrería accesoria.
- Siéntese…, Mar, o prefiere María del Mar… Me llamo Matías…, y soy el propietario y gerente de la agencia.
- Mar, simplemente…
- ¿Mar…, en que podemos ayudarla…?
Durante unos minutos la elegante visitante me contó que alguien le había recomendado nuestra agencia, para intentar realizar según ella, una “empresa casi imposible”…, hecho que por sí mismo me supuso obviamente, un reto que tendríamos que convertir en realidad.
- Necesito saber si mi hermana es capaz de enamorarse…
Dijo sin dilaciones.
Inicialmente, me quedé absolutamente en blanco.
Pero como me considero una persona que no prejuzga, decidí dejarla hablar.
Brevemente me puso en antecedentes de que su hermana Inmaculada, con más que, algunos unos años inconfesables, más de treinta y más de treinta y cinco, tenía afición permanente de dejar a sus novios, por cierto que había tenido varias docenas.
Había dejado en el altar a más de dos, y que parecía que no encontraba a su alma gemela.
Que se enamoraba y desenamoraba continuamente, que tenía a toda su familia en vilo y que su madre viuda, quería casar ya a toda costa, deseando que sentase su cabeza definitivamente, antes de morirse.
Creía que sería un milagro, el que se enamorase Inmaculada alguna vez de verdad, pero que tenía que intentarlo, dado que quería tanto que su madre, ella misma y su otra hermana, disfrutasen todas ellas, de ver a Inmaculada verdaderamente enamorada, que sentase por fin la cabeza y dejar de llamarla cariñosamente “la rebelde” y la “ya tengo un nuevo novio”.
Nuestra agencia como es habitual en una agencia de investigación, se dedica a comprobar e investigar situaciones de todo tipo, entre las que destacan generalmente las infidelidades.
Como complemento a la clásica agencia de investigación y desde hace años, en qué nos surgió la primera vez, siempre hay una primera vez en todo, damos un servicio muy especial, que solo hemos dado en contadas ocasiones a clientes muy especiales…
Es un servicio inusual para agencias de investigación…
Durante unos breves segundos rememoro mentalmente aquella primera vez: Se trataba de un buen cliente y amigo, aunque algo mayor que yo.
Le habíamos hecho diversos trabajos de investigación sobre alguno de sus trabajadores de falsas incapacidades y bajas provocadas por diversos motivos.
Un buen día me llamo por teléfono, serio y preocupado. Habíamos llegado a tener cierta confianza e incluso unos lazos iniciales de amistad que duran hasta hoy.
Su hija de veinticuatro años decía que se había enamorado para toda la vida de un “principiante de motorista sin oficio ni beneficio”.
Sonrío al recordarlo… “Querido Francisco José, así se llamaba, no te preocupes…, se le pasara…”
Pero estaba realmente preocupado….
Me puse manos a la obra, investigamos y llevaba razón.
La solución que se me ocurrió fue drástica.
Que se enamorase de otro.
José francisco, se quedó de piedra. No entendía nada…
Uno de nuestros detectives por entonces, era un joven realmente atractivo, aunque algo tímido, con él y con mi “pócima” secreta conseguimos que la joven Rebeca, la hija de nuestro cliente y amigo Francisco José se enamorara perdidamente de nuestro joven detective Arturo.
Lo siguiente parecía más fácil, desenamorarla meses después, aunque jamás lo conseguiríamos.
En todo caso, para entonces el principiante de motorista estaba en la cárcel por tráfico de drogas.
A día de hoy, Rebeca y Arturo son un feliz y solido matrimonio, que tienen tres hijos preciosos.
Vuelvo a sonreírme al recordar que lo difícil no fue enamorar a Rebeca, sino que Arturo llevase la lección aprendida todos los días, que yo por la noche le facilitaba…, bueno yo, …., y el repaso que le daba previamente al manual de mi bisabuelo Enrique…, llamado según decían mi padre y mi abuelo, el “seductor de los soportales”.
Mi bisabuelo Enrique decía que había sido amigo y conversador durante varios días de paseo a las afueras de un Monasterio, cerca del famoso Moncayo en el Sistema Ibérico, con un famoso escritor del que ahora no vamos a entrar en detalles, aunque una figura muy importante del romanticismo español…
Realmente, siempre hemos creído en la familia que todos esos detalles se los había inventado para darse importancia, al menos lo relativo a aquel misterioso conversador, del que al final nos diría su nombre.
En fin, que fue un perpetuo romántico, un perfecto seductor de solteras y casadas, y al que se le achacaban más de una veintena de bastardos.
Pues bien, que de aquellas famosas conversaciones con el famoso escritor, mi bisabuelo Enrique, entonces un joven alocado y fantasioso escribió un manual de la seducción, que heredó a su muerte mi abuelo, y a la suya mi padre, quien, me lo regalo en mi veinticinco cumpleaños, al verme aun sin conocer el verdadero amor.
Por entonces le eché un vistazo, me reí varias veces y mira por donde, le saque rendimiento profesional para el trabajito de Rebeca años después.
- Querida Mar, nuestro trabajo dista mucho de esa empresa que nos quiere encargar…
- Matías…, ya me dijo un buen conocido…, que se haría usted de rogar…
- ¿Cómo?
- Don Francisco José…, me ha dado recuerdos para usted, y mi buena amiga Rebeca su hija…, todavía se ríe de todo lo acontecido…, hace unos años…, Por cierto, su marido Arturo, le manda un abrazo cordial, y le vuelve a dar las gracias nuevamente, por ayudarle a encontrar su verdadero amor, gracias a sus consejos…
- En fin…, que estoy enterada de que usted…, a veces hace “milagros”
Dada, la cara que se me quedó, Mar, supo de inmediato que aceptaba el encargo.
- Bien Matías, hablemos de los honorarios…
Después de unos segundos en que me quedé estupefacto…, acerté a decirle…
- No se preocupe Mar de los honorarios…, primero tenemos que afinar muchos detalles.
Le pedí a continuación toda una serie de detalles personales de su hermana, para hacer la oportuna toma de datos que nos pusiese a trabajar a mí y a mi equipo lo antes posible.
Por último, me facilitó una fotografía reciente de Inmaculada.
Me despedí de Mar y quedamos para dos semanas después.
Recuerdo que al quedarme solo en el despacho, contemplando la fotografía de Inmaculada, me quedé sin palabras durante varios minutos.
Inmaculada me pareció la mujer más bella del mundo, con una cara tan amable y sonriente que no pegaba con el de una solterona que había anulado ya varios enlaces matrimoniales, dos en la iglesia y dos en el juzgado civil.
Una melena castaña clara rizada, unos ojos verdosos y azulados al mismo tiempo, una boca grande con unos labios enormes muy sensuales y unos dientes preciosos, con una nariz grande pero que redondeaba a la perfección su rostro como si se tratase de una diosa griega o romana.
- Inmaculada… Inmaculada…
Susurré…
- Maribel…, ven por favor…
Al entrar, Maribel…, sabía que teníamos un problema…
- ¿Qué pasa Matías?
- ¿En qué lio me vas a meter?
- Maribel…, tenemos un problema…, y una guapísima mujer…
Mientras le mostraba la fotografía, le comente a Maribel…, que en esta ocasión, ninguno de nuestros detectives estaba preparado para un trabajito de enamoramiento, ya que eran muy buenos profesionales…, pero no le pegaba a ninguno el papel de seductor…
De repente Maribel…, sonriendo…, me comentó mirándome a los ojos…
- El papel es idóneo para ti…, Matías…
Recuerdo con cara de sorprendido que, aunque lo había pensado por un instante, sería una locura que un hombre de mi edad pudiese hacer el papel de seductor…
- ¿Qué pasa Matías?
- ¿No vas a ser capaz de conquistar a una solterona, con esa cara de hombre Martini y con la ayudita del manual…?
- Necesitas, solo, vestir un poco más deportivamente y esta mujer caerá rendida a tus encantos…, y no eres tan mayor, solo tienes cuarenta y muchos… (Sonrío)
- Maribel… ¿Me echarás una mano?... ¿Verdad?
- Claro que si… “conquistador”…
Durante el resto de la mañana y la tarde, encerrado en el despacho releí de nuevo, el dichoso manual del bisabuelo.
A la mañana siguiente al despachar con el grueso de mi equipo de investigación, Luis y Pedro, les puse en antecedentes y nos pusimos en marcha.
Lo habitual: controlar el ordenador, y el teléfono móvil de nuestro “paquete” además de un seguimiento de veinticuatro horas por turnos, al que ayudarían, otro par de ayudantes eventuales y dos expertos colaboradores José Miguel y Verónica.
José Miguel me daría las herramientas de comunicador como experto coach, y Verónica su visión psicológica y sus precisos trucos de facilitación de las habilidades sociales como experta psicóloga social.
Al cabo de solo tres días, teníamos lo preciso.
Inmaculada, al parecer ya aburrida de su último novio Julio Alberto, al que veía solo los fines de semana, investigaba ya en páginas de contactos de la localidad, buscando quizás, un nuevo candidato a sufrir sus encantos.
Pensar en pasar por un candidato, con un anuncio sugerente y adecuado para que la no tan joven Inmaculada picase el anzuelo, fue visto y no visto.
Al cabo de una semana, estaba manteniendo ya conversaciones por correo electrónico con Inmaculada.
El manual lo decía claro, no solo en el prólogo, sino en la primera frase y clave fundamental, el primer encuentro…, capítulo primero…, “Si en los primeros cinco minutos del primer encuentro…, no ves brillo en los ojos de la dama…, despídete y busca otra dama…”
El cachondo de mi bisabuelo…, lo dejaba claro…, muy claro…
Bueno, eso sí…, luego a continuación daba treinta y cinco trucos para no fallar en ese primer y fundamental encuentro.
El encuentro en la cafetería aquel último lunes de enero, y el inevitable encuentro en un apartamento el cinco de febrero, con Inmaculada, no dejaron duda alguna, para este maduro investigador, de que estaba perdidamente enamorado de esa mujer tan especial, tan fascinante, tan perfecta, tan sensual, tan…, todo.
- Matías…, tienes un problema…, bueno o dos…, o tres…
Me decía…, yo mismo…, en voz alta aquella mañana, en que recibiría a Mar, para darle novedades de su hermana…, mi amada Inmaculada…, y además de los problemas profesionales…, el tema personal…, con mi esposa, bueno ex esposa con la que convivía.
Bueno…, pensé para mis adentros…, esto al final…, tendrá que salir bien…
- Buenos días, Mar…
- Matías… ¿tenemos buenas noticias?
- Malísimas…, Mar…., malísimas….
- ¿Cómo?
- Su hermana…, creo que no tiene arreglo…
- ¿Pero cómo?
- Su hermana…, fascina a todos los hombres que se encuentran a su paso…, se ilusiona con ellos…, y al cabo de poco tiempo…, se aburre y los deja…, y claro busca más…, algunas veces…, no los busca…, pero se los encuentra…
- ¿Y Julio Alberto? Su novio actual…
- Ese…, no se entera de nada…, además…, lo va a dejar seguro uno de estos días…, está iniciando dos relaciones más…, estos días…
- ¿Pero Matías…, que me cuenta usted?
- Creo…, que podré arreglarlo todo en un par de meses…, será una tarea dura y ardua…, pero creo que su hermana…, estará casada en menos de un año con alguien al que querrá toda su vida…, y dejará por fin…, tanto novio y amigo… Vaya hermana que tiene usted…
- Matías…, no se preocupe por el dinero…
- Mar…, se lo digo de verdad…, el dinero no es un problema…, el problema…, es que Inmaculada jamás ha conocido el amor de verdad, pero lo va a conocer pronto, muy pronto, no sabemos su reacción final…
- Confío en usted… Matías.
- No se preocupe Mar…, confíe usted en mí…
Respiré profundamente cuando se fue.
Le había prometido algo que no sabía si podría conseguir, aunque lo deseaba, y aquel beso en el semáforo, me había dado mucha confianza.
Recordé, ese beso…
Nos habíamos despedido, después de esa primera velada maravillosa de casi seis horas de pasión, la había acompañado…, ella en su coche…, y yo en el mío, hasta el semáforo de una rotonda…, que ya la llevaría directamente hacia su casa sin problemas…
No conocía ella demasiado bien aún, aquella urbanización de las afueras en donde se encontraba el apartamento.
Pues bien…, al bajar del coche y acercarme a la ventanilla del suyo mientras el semáforo estaba en rojo para decirle que siguiendo esa avenida, saldría sin problemas hacia su destino, nos miramos y sin hablar nos dimos un apasionado beso, que solo fue interrumpido por la luz verde…
Las semanas siguientes fueron maravillosas, las llamadas de teléfono y los correos electrónicos sobre todo…, cada vez entrabamos en más detalles amorosos…
El manual funcionaba a la perfección y creo que al cabo del primer mes, Inmaculada estaba enamorada, aunque se resistía a creerlo y menos a confesarlo…
Capitulo siete…, capitulo ocho…, capitulo nueve… “El abrazo”…
Cuando me abrazo de esa manera por primera vez, supe que era la mujer de mi vida…
Capitulo diez…, capitulo once…, “la confesión”…
Era, ya mediados de marzo, y nos confesamos la realidad de nuestros sentimientos abrazados una noche después de haber hecho el amor apasionadamente durante horas…
Había dejado a Julio Alberto, y a dos o tres amigos más, a los que tenía ya olvidados y no volvería a contestar a sus insistentes mensajes para verla.
Solo quería estar conmigo, para el resto de su vida…
Me lo había confesado…
- Te amo Matías, te amo como jamás había amado antes. Es la primera vez que siento en toda mi vida, algo así…
A finales de marzo…, ya hacíamos planes en común…
A primeros de abril…, planeábamos vivir juntos…
En mayo vivíamos juntos y enamorados…
Que feliz era….
Era el hombre más feliz del mundo….
Sentía que sería así para toda la vida…
No tenía dudas de que sería así, de que nada ni nadie, podría jamás separarme de aquella maravillosa mujer…
La boda fue maravillosa…
- Matías…, Matías…, levántate…, que llegas tarde a la oficina.
Abrí los ojos…, me sentía confuso…, pensé en Inmaculada…, en todo lo acontecido….
Mi esposa, bueno ex esposa, con la que convivía…, delante de mí… me decía…
- ¿Qué te pasa…?
- Que cara…, tan extraña tienes…
Aún medio dormido, seguía intentando pensar con claridad.
Había sido un sueño, un maravilloso sueño, pero solo un sueño.
No podía ser cierto, recordaba con toda claridad todos los detalles, todas sus facciones, todos sus besos, incluso todos sus olores y sabores.
Me quede triste y sin palabras.
Estaba realmente frustrado y no me hubiese importado morir en aquel preciso momento.
Me levanté, me duché y sin desayunar, me fui a la oficina.
Aquella mañana de enero era fría y gris.
Triste y meditabundo, el teléfono sonó y me sobresalto sobremanera, pues estaba absortó aun en el recuerdo de aquel sueño extraño y tan real a la vez.
Al otro lado Maribel, me decía…
- Matías…, algo muy raro…
- Una mujer por teléfono que está buscando al jefe que se llama Matías.
- ¿Quién es?
- No me lo ha dicho, habla de un sueño que ha tenido contigo…
Mi corazón dio un vuelco y la carne se me puso de gallina…
- Pásame, deprisa….
Mi corazón palpitaba sin ton ni son, y mi alma estaba a punto de estremecerse…
Como pude…, contesté al teléfono…, sin apenas poder claramente articular palabra y con una necesidad imperiosa y vital de que fuese realmente un auténtico e inexplicable milagro…
Tenía que ser ella, no podía ser de otro modo…
- Hola Inm… Sí..., digo…, diga-me… ¿Dime? ¿Quién es?
- Buenos días… ¿Matías?
Reconocí su voz al instante…