02/13. testigo de una crueldad sexual intolerable
Mi cuñado Raúl me convence para poner una agencia de investigación y nuestro primer caso relevante me lleva a ser testigo en directo de una crueldad sexual intolerable en la persona de Vicente, nuestro primer cliente de prestigio, a manos de su querida esposa Paloma
Cuando mi hermana Consuelo, una de las mellizas se casó, fue uno de los días más felices de mi vida. Le tenía y tengo mucho cariño, pues era y es una personal vitalista y una autentica superviviente.
Tuvo mala suerte desde el punto de vista la salud, tanto de la de ella, como de una de sus hijas, que estuvieron muchos años luchando contra una enfermedad rara, que finalmente superaron ambas, después de mucho sacrificio y entereza. Humildemente pude ayudarla en la medida de mis posibilidades económicas.
Ella aparentaba ser feliz con Raúl, un compañero de trabajo del supermercado donde ambos trabajaban. Ninguno de los dos había querido realizar estudios superiores y habían empezado a trabajar allí, casi al mismo tiempo.
Se enamoraron y terminaron casándose lo que es normal en una pareja.
Vinieron sus dos primeros hijos y todo parecía ir bien. Luego vendrían los primeros conflictos de pareja.
Una llamada de mi hermana Consuelo llorando, me alertó de que pasaban dificultades sentimentales. Habían discutido y querían separarse. Después de tranquilizarla, le dije que hablaría con él.
Quedé con Raúl inmediatamente, dándole una excusa aparentemente sin importancia, además de decirle que quería que me diese un consejo personal.
Hace mucho que no lo veo, pero siempre he sabido que le gustaba darse importancia, aunque en el fondo, al menos por entonces no era mala persona o no lo parecía, quizás un poco presuntuoso y algo egocéntrico, pero nada del otro mundo.
Nadie somos perfectos…
En la actualidad, ya separado de mi hermana, realmente se ha comportado como un auténtico gilipollas con sus dos hijos y con toda la familia, y eso jamás habré de perdonárselo.
Hacer daño a los demás innecesariamente es lo único que jamás he perdonado a nadie, especialmente después de darle una segunda oportunidad.
Cuando apareció Raúl, al reunirse conmigo su semblante estaba serio.
Comenzamos a hablar. Hablamos un poco de todo antes de entrar en el tema central, que a mí me tenía seriamente preocupado. Se sentía frustrado en aquel trabajo. Tenía inquietudes.
Me habló de sueños y proyectos. Le veía muy ilusionado. Quería abrir una agencia de investigación, aunque sabía que en el fondo, jamás podría hacerlo, pues no tenía dinero ni posibilidades de pedir un préstamo.
Realmente había trabajado lo suyo al documentarse, aunque en cuanto al tema de financiación, su mentalidad no era la adecuada.
Creía infantilmente que iría haciendo crecer el negocio al mismo ritmo que los clientes. Obviamente le convencí de que una empresa de estas características tiene que estar, desde el primer día dotada de todos sus recursos y que hasta que empezasen a llegar los clientes y los ingresos, habría que financiarla al menos durante dos o tres años seguramente con capital propio preferiblemente. Le dije que pedir un préstamo era una absoluta temeridad. En todo caso una línea de crédito para urgencias.
- No tengo nada de ahorros, José Miguel, es imposible.
- No te preocupes Raúl, te ayudaré. (Al verle ilusionado y pensando en mi hermana decidí ayudarle)
Hablé con Dolo, mi secretaria personal, de la que ustedes ya saben alguna cosa, para organizar todos los detalles preliminares del papeleo.
El jefe de administración en dos horas, ya tenía un informe económico previo sobre el activo disponible de la empresa en inversiones temporales a corto plazo.
Desde la muerte de mi abuelo, todo había quedado en mis manos, pero no podía actuar libremente en las empresas que dirigía. No era ético.
Había un Consejo de Administración que debería velar en su conjunto por la empresa.
Yo era el socio mayoritario, además de Presidente del Consejo de Administración, pero a pesar de eso, debía y quería hacer las cosas bien.
Dispuse una reunión de accionistas para decidir que nuestra empresa pudiera participar en la futura agencia de investigación mediante un préstamo de un capital adecuado, que de aprobarse mayoritariamente, deberíamos de sacar con el rescate parcial de algunas inversiones que teníamos en sociedades titulares de bienes inmuebles en arrendamiento, siempre a cambio de un interés medio garantizado, con garantía en su defecto de participaciones de los socios constituyentes. Todo ello debidamente firmado ante fedatario público.
Sería aprobada mi propuesta por unanimidad.
Creé junto a Raúl una sociedad y dimos una pequeña participación a Juan José un detective contratado con licencia en vigor. Lo hice para que estuviese motivado desde el primer día. Luego les hablaré de él un poco más abajo.
Había hablado con el banco y no habría problema en abrir una línea de crédito que garantizase la viabilidad de una supervivencia empresarial de al menos tres años. El dinero estaría listo en un par de semanas, pero que solo utilizaríamos en caso de urgencia.
Los gastos iniciales los sufragaría yo, a través de una gran parte de mis ahorros y la venta de dos inmuebles que no me apetecía seguir arrendando en nuestra localidad. Con eso sería suficiente. Eran buenos tiempos inmobiliarios en mi localidad de nacimiento y vendí rápidamente ambas propiedades a buen precio.
No tendríamos problemas de solvencia en al menos los dos primeros años, aunque eso no implicaba, como le dije a Raúl, que analizaríamos la contabilidad de manera trimestral para evaluar si el crecimiento era el idóneo o no.
Mi idea estaba clara, si queríamos tener una agencia de investigación, sería una de calidad, con todos los recursos imprescindibles, aunque sin derrochar en nada. No podíamos ser una agencia mediocre y menos en Madrid.
Ante la falta de experiencia, no solo de Raúl, sino mía, organicé la contratación de un detective con licencia, del que ya les he anticipado algo, además de su nombre.
Juan José había sido contratado, no solo para que pusiese su licencia a disposición de la agencia, sino para que pudiese trabajar realmente y así ayudar a Raúl a empezar su nuevo e ilusionante proyecto y de paso le enseñase el oficio.
Gracias a mis contactos con una agencia de publicidad de primer orden, se estableció un marketing posicional a todos los niveles de medios de publicación, con influjos de refuerzo bimensuales y con un mínimo temporal de seis meses, ampliable trimestralmente. Costaba una fortuna, pero era necesario y absolutamente imprescindible.
Comenzamos todos los trámites tanto burocráticos como operativos en cuanto a la zona, la elección del local, contratación de personal básico, cursos de formación específica y adquisición y prueba de equipos imprescindibles.
Raúl fue de avanzadilla y me consultaba en último extremo las decisiones importantes, que siempre decidía yo, dada mi posición mayoritaria en el número de acciones de la agencia, aunque jamás lo hice de manera dictatorial ni autoritaria, siempre utilizaba argumentos de peso siempre razonados.
Él lo asumió perfectamente, al menos hasta dos años después, cuando yo saldría definitivamente de la agencia y nos enfadamos.
Raúl y yo hablábamos muy a menudo. Estaba radiante. Él y Consuelo se trasladaron a vivir a Madrid.
La capital era la ideal localización para poner la agencia. En otro sitio no tenía sentido. Si alguien de provincias te necesita, puede contratarte y desplazarte con los medios necesarios.
Al revés es casi del todo imposible.
Llegó la inauguración. Estuvimos casi toda la familia. Fue un día genial. Se respiraba un ambiente familiar y positivo, también en los trabajadores.
El propósito a partir de entonces era establecer contactos profesionales con abogados y compañías de seguros principalmente y esperar que las diferentes campañas de publicidad en todos los medios empezasen a surtir efecto.
Para hacer contactos personales entre abogados de la capital, contraté a una excelente relaciones públicas de nombre Mónica-Liliana, que me habían recomendado, era una colombiana que había nacido ya en España, que ya había tenido unos resultados sorprendentes en su antigua actividad, vendiendo algo tan excéntrico como participaciones de multipropiedad.
Realmente no sé cómo lo hacía, pero empezaron a llegar decenas de casos de infidelidad de aquellos abogados que Mónica-Liliana visitaba. Al investigar en profundidad descubrí que tenía unas dotes personales innatas para convencer a sus clientes.
Descubriría semanas después de contratarla, cuales eran.
No soy de mezclar el trabajo con el placer, pero aquella mujer era superior. Era incansable en el trabajo, una muy buena profesional, pero también era incansable en su vida privada, de la que yo me llevé decenas de noches de placer para mi recuerdo perpetuo. Habré de referirles algo más sobre ella, sin ningún género de dudas, aunque será en la cuarta parte de mis memorias, pues antes es imposible, ya que tengo organizadas completamente la segunda y la tercera…
Volvemos a la agencia, que me conozco…
Las compañías aseguradoras por su parte son otro cantar, esas establecen sus preferencias de contratación a través de resultados previos y de muchas referencias.
Estas compañías toman sus decisiones a nivel vertical sobre un número limitado de opciones y mayoritariamente luego dejan en manos de delegados regionales la última decisión. Deberíamos tener paciencia con ellas y demostrar primero nuestra calidad…
Dos semanas después de la apertura, me llamó Raúl muy entusiasmado, los clientes iban entrando poco a poco. Clientes de todo tipo, pero especialmente seguimientos para infidelidades que nos mandaban los clientes de Mónica-Liliana, e incluso dos casos de posibles estafas a aseguradoras y varios casos de investigación de morosos. De todo un poco.
Pasados un par de meses, estando en la capital para pasar unos días con Gina, pasé a visitar la agencia y saludarlos a todos.
Juan José y Raúl estaban a punto de pasar a reunirse con un nuevo cliente en la sala de reuniones, y aprovecharon ese momento para presentarme como el tercer socio de la agencia…, un psicólogo especializado en terapia matrimonial, aunque colaboraba de forma muy puntual, dado que tenía otras actividades y otras responsabilidades, fuera de la capital.
El cliente insistió en que formase parte de la reunión, para que pudiera dar mi opinión si no me importaba. Accedí con mucho gusto. No puse objeciones en poder asesorar e incluso, si fuese necesario, colaborar a cualquier nivel si fuese beneficioso para el caso.
Del cliente no les puedo dar su nombre real, dado que el código deontológico al que estaba sujeto la agencia, no me lo permitía ni entonces ni ahora. Le llamaremos Vicente.
Vicente era y es un empresario muy importante de las Islas Baleares, aunque residiendo mayoritariamente en Madrid, dado que allí tenía la sede central de su emporio empresarial y allí vivía junto a su esposa, a la que enseguida comprobamos que amaba con locura.
Venía a la agencia, dado que Paloma, su mujer, había cambiado su carácter, según nos contaba, de manera drástica desde hacía unas pocas semanas.
Ya no era la misma. No pensaba que habría una tercera persona. Solo la notaba taciturna, abstraída y fría con él. Aunque sin perderle el respeto.
Estaba seguro de que algo muy grave o muy importante le pasaba sin ningún género de dudas.
Vicente pedía nuestra ayuda para investigar la posible causa del problema que pudiera tener su esposa, y de ser así, ayudar a resolverlo.
El intuía que podría estar recibiendo algún tipo de chantaje por parte de alguien de su pasado. De ser así, deberíamos de resolverlo por “cualquier medio” que no fuese ilegal.
Estábamos de acuerdo en ello. Una agencia de investigación puede tener sus peculiares formas de trabajar, pero jamás debe conculcar la ley.
Quedamos de cuerdo en los honorarios. Se firmó el correspondiente precontrato en aquel mismo instante, contra un talón bancario por el 50% del importe total acordado. Debo de decir que un importe bastante importante y considerable.
A continuación, a nuestra petición, nos facilitó los datos básicos necesarios respecto de Paloma, su esposa, datos relativos a edad, nacimiento, número de identificación, así como los detalles fundamentales de cómo se habían conocido, dónde, cómo, y en qué circunstancias accesorias.
Según nos contó Vicente, jamás dudó del amor de su esposa hacia él. Él tenía suficiente experiencia personal en asuntos de la vida y no le podía engañar cualquiera. Tenía Paloma 32 años de edad, dieciocho menos que Vicente.
Llevaban tres años de casados, más uno en el que convivieron, cuatros años en los que jamás notó nada extraño.
Él se sentía totalmente enamorado de aquella mujer que hasta hace un par de semanas le demostraba permanentemente un amor sin fisuras en decenas de detalles que nos contaba con ojos humedecidos por la emoción.
Había hecho capitulaciones matrimoniales y eso de alguna manera le había dado cierta tranquilidad en el sentido de que Paloma a priori, no tenía expectativas económicas, si pensaba separarse.
Sobre el asunto de seguros de vida, un motivo muy habitual en problemas de pareja que desembocan en divorcios y en un mínimo de ocasiones trágicamente, no había nada raro, pues solo había un buen seguro de vida, cuya beneficiaria era la propia empresa matriz. Un buen seguro que le había aconsejado un excelente asesor y que generaría los ingresos suficientes para contratar un buen gestor empresarial de prestigio si Vicente faltaba. El objetivo final era que la empresa no se resintiese económicamente.
Su vida matrimonial iba de maravilla hasta hacía un par de semanas, como nos acaba de contar.
Él viajaba mucho y en ocasiones le acompañaba, dado que Paloma ya no trabajaba. Cuando se quedaba sola en Madrid, la llamaba todas las noches a casa y jamás había notado nada raro.
Respecto a su teléfono móvil, nada de mensajes o llamadas intempestivas, ni raras. Siempre lo tenía encendido arguyendo que como sus padres estaban enfermos, podrían llamarla de madrugada, si pasase algo grave.
Realmente sus padres que vivían en Gijón, estaban ambos con dolencias crónicas. Había sido única hija y la habían tenido bastante mayores. Los visitaban juntos con cierta frecuencia, aunque a veces ella había ido sola a verlos. Disponía de coche y tiempo. Jamás había notado nada extraño en aquellos viajes.
Tenía libre acceso a una tarjeta de crédito y sus gastos no eran excesivamente altos, aunque tampoco escasos. Lo normal en una mujer que visita todas las semanas la peluquería y que le gusta vestirse a la moda.
Paloma había estudiado Psicología y estuvo trabajando en Madrid en una agencia de colocación de cierto prestigio nacional como entrevistadora durante años, hasta que conoció a Vicente. Una vida relativamente tranquila.
Le pregunté sobre su vida sexual y nos dijo que era absolutamente satisfactoria, que hacían mucho sexo y que ambos disfrutaban mucho.
Al preguntarle sobre alguna fantasía o parafilia de alguno de los dos o de ambos en conjunto, intuí que no me decía toda la verdad, al contarnos solamente…, que les gustaba ver películas pornográficas en casa de todo tipo de tendencias, desde orgias, a interraciales, pasando por fetichistas, algo de zoofilia, también bisexualidad y mucho de travestismo.
Él se dio cuenta, de que yo tenía alguna duda, pero no me dijo nada.
Una vez aportados los datos, nos despedimos, hasta la próxima reunión que sería la semana siguiente.
Quedamos en una estrategia inicial, iría a comer uno de estos días con su mujer, dejando la casa libre para que pudiéramos entrar a poner cámaras y micrófonos ocultos. Vicente como gran previsor que era, ya nos traía una copia de las llaves y la contraseña de la alarma.
También nos facilitó, copia de las llaves del coche de su esposa para poder manipular el navegador.
Al terminar la reunión y cuando ya salíamos a la calle, Vicente me propuso tomar una copa, si no me importaba.
Tenía tiempo suficiente ya que Gina no terminaría su reunión de trabajo, hasta bastante más tarde y acepté con gusto, su invitación.
Sentados ambos cómodamente en una mesa discreta de una cafetería cercana a nuestras oficinas, me dijo directamente…
- Mire usted, José Miguel. Me ha parecido usted una persona especialmente resolutiva, y dada la preparación profesional que tiene, y obviamente su presencia personal, quería pedirle un favor.
- A su entera disposición Vicente. Cuente conmigo en todo lo que pueda ayudarle.
- Me gustaría que para acelerar las cosas, intentase usted seducir a mi mujer. Así descartaríamos la infidelidad lo antes posible.
- ¿Cómo?
Me quedé de una pieza. Jamás hubiese pensado que a los dos minutos de empezar a tomar una agradable copa, Vicente me estuviese pidiendo eso.
- Déjeme explicarle José Miguel, y por favor no saque conclusiones anticipadas.
- De acuerdo Vicente, pero con una sola condición, que me cuente usted toda la verdad. En la reunión usted omitió algunos detalles importantes, relativos a su vida sexual.
Es usted muy intuitivo. Lo sabía.
Vicente me contó que cuando se conocieron hacía ya, cuatro años, descubrió enseguida que Paloma poseía una sexualidad exacerbada, era híper sexual, aunque no ninfómana, pero no dudaba de que estaba enamorada verdaderamente de él.
Había intentado promover una absoluta sinceridad entre ambos y al final Paloma le había confesado que tenía fantasías de todo tipo.
Incansables e ingentes fantasías…
Fantaseaba desde con ser protagonista de una orgia, hasta con ser una prostituta de lujo de vez en cuando, pasando por ser ama dominante de pupilos sumisos tanto de hombres, como de mujeres, además de las clásicas fantasías de tríos, y sexo interracial.
Muchas fantasías, pero con el eje central siempre, el de querer ser ella la voz cantante y ser la protagonista o reina de la fiesta. Vamos, ser el centro de atención de todo. Era buena persona, pero algo egocéntrica. La disculpaba Vicente.
Tenía cara de cierta preocupación y le dije…
- Eso es algo normal, Vicente.
- ¿Usted qué piensa de todo ello?
- ¿A qué se refiere?
- Simplemente, si comparte usted el morbo de esas situaciones. Si es usted participé de esas fantasías como mero espectador o no.
- Participó activamente e incluso me excito muchísimo cuando la veo disfrutar con otras personas, especialmente cuando la veo en primeros planos de sexo anal o vaginal. A veces incluso me tengo que ir de allí, porque me sube la tensión un poco.
- ¿Cómo está usted de salud?
- Bien, con las cosas de la edad y creo que principalmente por el estrés empresarial. Hipertensión y diabetes, poco más.
- ¿Su mujer, está al corriente?
- Sí, claro. De todos modos, no es algo grave. Con mi pastillita todas las mañanas y mi pinchazo antes de las comidas, estoy hecho un chaval con esta mujer que tengo. Espero vivir muchos años aún y disfrutar de ella y de la vida.
- ¿No termino de entender lo de que se tenga usted que ir, al verla disfrutar? (Le pregunté).
- Intentaré explicarme José Miguel. Cuando la veo disfrutar desde cerca, no puedo cerrar los ojos, parece como que quiero imbuirme dentro de su sexo. Me pongo malísimo. He tenido muchas veces que salir y dejarla a solas con algún amante puntual en alguna fiesta privada, hasta que se me ha pasado. Me encanta verla, pero tengo ese pequeño problemilla…
- ¿Han visitados clubs liberales y han hecho intercambio de parejas o han acudido a fiestas liberales?
- Si, aunque exclusivamente en clubs de alto standing, pasando a reservados por accesos privados y con personas escogidas. También en fiestas privadas a través de un grupo muy escogido de personas, por razón de la necesaria discreción y mi situación empresarial.
- Entiendo.
Vicente amaba con toda su alma a Paloma, y estuvo siempre determinado a hacer todo lo que fuese por ella, incluyendo participar en intercambio de parejas y acceder a cumplir todas las fantasías que Paloma le había confesado y cualquier otra que no le hubiese confesado todavía.
Vicente no era egoísta y sabiendo que su mujer le demostraba permanentemente su amor, no puso reparos a verla con otros hombres. Incluso se excitaba, especialmente al verla ser penetrada anal y vaginalmente por negros y hombres que tuviese una buena polla, detalles que me confesaba minutos después.
Especialmente se excitaba si la veía desde distancias cortas, en primeros planos y también se excitaba especialmente si olía el semen de cerca recién expulsado y babeante por el culo y coño de su esposa.
Ella tomaba anticonceptivos para evitar un embarazo que de momento no deseaba. Me terminaba diciendo.
También me refirió por último, que desde que hacia sexo liberal, iban regularmente cada trimestre a un laboratorio clínico privado para chequear su estado de salud sexual, a través de una analítica de sangre de posibles enfermedades de trasmisión sexual.
Vicente me confesó que no le importaría que me fóllase a Paloma cuantas veces fuese necesario con tal de que confiase plenamente en mi para descubrir su problema si lo hubiese. Siempre es mejor, me dijo, pasarnos que quedarnos cortos.
Usted José Miguel como “infiltrado” en la vida de Paloma, es posible que pueda llegar a conocer antes el posible secreto o problema de Paloma, que los investigadores de la agencia haciéndole seguimientos.
- ¿No le parece bien a usted mi argumento, José Miguel?
- Lleva usted toda la razón. (Estaba Vicente acertado en sus reflexiones).
- Por cierto, no se preocupe usted, que no soy celoso, y no tendrá que darme detalles. Ya sabe, si lo veo lo único que me ocurre es que me excitaría exasperada y enloquecidamente…
- Espero que pueda gustarle a su esposa.
- Por eso, no se preocupe. Conozco el gusto de Paloma, y sin duda usted es el prototipo de hombre que le gusta, además de añadir ese atributo que no ha pasado desapercibido para mí. (Me dijo, señalando mi paquete con su mirada)
- Gracias Vicente. (Le dije, algo apabullado por lo que acaba de decirme).
- ¿Estamos de acuerdo José Miguel?
- Estamos totalmente de acuerdo, Vicente.
Nos despedimos educadamente.
Aquella larga y agradable conversación, en la que el corazón y el alma de aquel hombre se abrieron a éste relatante, hizo nacer en mí una naciente gran amistad con Vicente, además de generar un morbo excepcional por aquella situación tan extraordinaria con la que me había comprometido.
Terminaría involucrándome personalmente en aquel caso, aunque no sabía aun en qué proporción, ni lamentablemente…, con qué consecuencias.
De mi cita de aquel fin de semana en Madrid con Gina, que decirles, mis queridos amigos….
Llevaba varios meses sin verla. La deseaba con locura. Tenía ganas de poseerla durante horas, aunque ella tenía otros planes como verán enseguida.
Al recibir el mensaje de Gina, en el que me decía que ya estaba libre, me dispuse a recogerla. Cogí un taxi.
Estaba en la puerta del complejo de oficinas esperándome. Bajé del taxi. Corrió hacia mí, y se fundió conmigo en un cálido y sensual abrazo.
Nos besamos apasionadamente. Nos deseábamos con ganas. Hacía meses que no nos habíamos visto y nos echábamos de menos en todos los aspectos, incluyendo, sin duda, el sexual.
Nos pusimos al día de nuestra vida. Cenamos tranquila y relajadamente.
Gina tenía el capricho de ir a un club liberal, elegimos uno de los mejores, “Encuentros” cerca del túnel de la calle O´Donnell y enfrente del Gregorio Marañón, uno de los que más nos gustaba frecuentar, además de por su encanto especial, por ser uno de los más antiguos de la capital que empezó su andadura a finales de los 80.
Me había dicho que tenía el capricho de disfrutar toda la noche en el cuarto oscuro sacando cuantas leches pudiese en su boca, y dejar su coño en exclusiva para mí en el hotel el resto de la noche.
Llegamos al club bastante temprano, eran poco más de las doce de la noche y solo estaban una docenas de chicos en el apartado correspondiente y tres o cuatro parejas desperdigadas por las mesas y algunos de los rincones más o menos privados.
Llevé a Gina al cuarto oscuro y enseguida empezaron a llegar, gracias al sensor, todos aquellos hombres hambrientos de sexo. En el cuarto oscuro como todos ustedes saben, generalmente hay unos barrotes que separan la parte de parejas de la parte de hombres solos.
No se veía nada. Acoplé un pequeño sillón delante de las rejas para comodidad de mi amante, y allí se quedó Gina, dispuesta a comer todas las pollas que desease hasta verse absolutamente harta. Le dije que cuando se cansase me buscara en la barra del bar o en el yacuzzi.
Me diría al final que comía tres o cuatro pollas alternativamente y que había sacado en total una docena de leches, además de tragárselas todas enteritas.
Yo mientras tanto había permanecido en la barra tomando algo. Una pareja se sentó a mi lado y comenzó a charlar conmigo. Eran de la capital, aunque no vivían por la zona centro de Madrid, sino por la zona noroeste de la capital, concretamente por Aravaca, un lugar privilegiado con excelentes comunicaciones, en una urbanización de las más veteranas de la zona, de nombre La Florida.
Casualmente conocía la zona porque una vez una entrañable viuda de nombre María de las Nieves, que me había abordado en uno de los bingos, al que en ocasiones iba expresamente a cenar cuando dormía en Madrid, que por cierto, me terminaría follando durante todo un fin de semana en su casa.
Una historia que quizás les cuente en particular por el increíble servicio doméstico que tenía, dos hombres semisumisos vestidos de pornochachas, y que modernamente podrían denominarse crossdresser vestidos de baby doll, por lo de la famosa película. Por cierto chupaban la polla espléndidamente ambos, además de tener una muy buena mano en la cocina...
Pero volvamos a la pareja que me daba charla en aquella barra de aquel club liberal donde había ido con Gina a mamar pollas…
Tenían mucha experiencia y se llamaban Julio y Julia. Ambos eran muy bisexuales y me preguntaron si venia solo. Les comenté que Gina estaba en el cuarto oscuro y que se reuniría conmigo en el yacuzzi cuando terminase.
Me invitaron a hacer un trio mientras ella se reunía con nosotros.
Nos dirigimos los tres hacia la zona de yacuzzis y despojándonos de las batas nos metimos en uno libre.
De inmediato empezamos a jugar los tres. El tiempo pasaba y disfrutábamos mucho charlando y besándonos a tres, además de a dos...
Como Gina no venía, y estábamos los tres ciertamente ya muy cachondos…., salimos del agua y nos acoplamos en unos de los reservados abiertos cercanos.
Julio se vislumbró como un buen comedor de pollas, pues mientras yo me comía el coño de Julia el me devoró muy bien la polla, llegando a correrme en su boca. Lo hacia genial…
Sin duda eso lo había puesto muy cachondo y de inmediato quiso follar a su mujer, momento que aproveché para ir a dar una vuelta a Gina y decirle que estaba con una pareja en un reservado, cerca de la zona de los yacuzzi.
Gina estaba disfrutando como una enana. Me besó y su boca sabía a semen. Qué placer. La seguí dejando allí ordeñando uno tras otro a todo aquel que pasaba por allí.
Volví con Julio y Julia, precisamente en el momento que Julio hacia unos enormes aspavientos con sus caderas, follando frenéticamente el coño de su mujer y se corría. Me vino de perlas, aquel instante para, pidiendo el oportuno permiso a la dama, lamerle de nuevo el coño y así disfrutar de la leche de Julio.
Julio volvió a pedir polla en su boca y se la volví a dar, haciendo cambiar de postura a Julia. Era una mujer multiorgásmica que no dejaba de correrse mientras le comía el coño. A veces le metía la lengua en el culo, cosa que también le gustaba.
El tiempo pasaba muy rápido. Julia quería que me la follase y Julio fue al jacuzzi. Saqué uno de mis presevativos XXL de mi cartera muñequera donde los guardo, me lo puse y Julia se clavó a sentadillas mi polla. Despacio, muy despacio me folló hasta que no pude aguantar más y me corrí. Era mi segunda corrida de la noche y no deseaba correrme más, pues no quería defraudar a Gina más tarde.
Gina llegó en ese instante, la presenté a mis nuevos amigos y fuimos a relajarnos un rato al jacuzzi los tres, donde Julio nos esperaba.
Nos caímos muy bien los cuatro, Gina les había encantado. Nos despedimos de la pareja y quedamos para el día siguiente.
Después de los momentos de inmenso placer en aquel local, aunque por separado, nos dirigimos al hotel a hacer un maravilloso sexo e íntimo. Los dos solos por fin, tendríamos un resto de noche apoteósico…
Gina cada vez follaba mejor y la dejé hacer. Me folló de docenas de maneras. Se corrió docenas de veces y finalmente me sacó la primera de las leches de aquella noche en el hotel mediante la famosa postura del balancín, que como todos saben, es una postura del Kama Sutra en el hombre se sienta con las piernas cruzadas y apoyado con las dos manos atrás o bien se apoya con la espalda en el cabecero de la cama, mejor con una buena almohada en vertical, para que no sufra la espalda… La mujer por su parte se sienta de cara a él en su regazo, abrazándole los costados con sus muslos. Durante el acto ella decide la velocidad y la profundidad de la penetración y así controla sin duda el placer de ambos.
Habíamos hecho en alguna ocasión esta postura en el pasado pero Gina había alcanzado una perfección altísima desde la última vez. Se conoce que practica mucho.
Seguimos follando y follando toda la noche. Nos besábamos apasionadamente. Teníamos muchas ganas el uno del otro.
Amanecía cuando nos dispusimos a dormir abrazados y desnudos.
Ese sábado nos levantaríamos muy tarde después de la doble sesión de sexo, tanto en el club como en el hotel.
Eran casi las dos. Habíamos quedado con Julio y Julia, la pareja que habíamos conocido la noche antes en el local liberal local, para tomar café en su casa.
Tomamos un desayuno inglés. Subimos a la habitación para que Gina se arreglase un poco y nos pusimos en camino hacia la casa de nuestros nuevos amigos en la urbanización de la Florida, como ya les había relatado antes.
Al llegar a su casa, nos recibieron encantados y después de tomar un placentero y sabrosísimo café, además de una buena copa de sobremesa, nos comentaron lo que pretendían hacer. Si nos apetecía integrarnos, bien y si no, simplemente actuaríamos de testigos presenciales, que siempre es muy morboso.
El plan era filmar en video una orgia interracial de varios hombres de color junto a la esposa de un buen amigo liberal que estarían seguramente a punto de llegar. Era una grabación privada que promovía Julio, solo por el hecho de que se excitaba simplemente de ver y organizar aquel espectáculo.
Sonó el timbre. La pareja llegó, nos los presentó. Se llaman Ramón y Loli. Parecían una pareja normal, muy agradables en su trato. Los interpretes masculinos de color, llegaron todos juntos al rato. Al final eran cuatro africanos que un contacto había recomendado a Julio, hace tiempo y que venían mucho por su casa. Nos dijo.
Nos invitó a mirar si lo deseábamos.
El estudio de grabación estaba montado en uno de los dormitorios. Julio, era un experto y no era la primera vez que lo hacía. Enseguida colocó a Ramón en un sillón en primera línea de espectador. Loli ya preparada con lencería, se tumbó en la cama. Una cámara profesional estaba anclada a los pies de la cama en un trípode. Todo estaba listo. Julio, les dijo que empezasen.
Tendrían ya pactado el desarrollo del posible guion, porque los cuatro negros se acercaron inmediatamente a la cama, dos por cada lado y empezaron a desnudar a Loli, le arrancaron las pocas prendas que tenía, se desnudaron y en menos de un minuto uno ya se la estaba follando, mientras que otro le metía su enorme polla en la boca. Los otros dos, se ponían las pollas a punto con la ayuda de Loli. Se fueron alternados los cuatro muy organizadamente. Jamás faltaba una polla ni en la boca ni el coño de Loli. Un rato después incrementaron un agujero más y uno de los negros empezó a follarle el precioso culo de Loli.
Ramón no parpadeaba y a simple vista estaba más que empalmado, se había sacado su polla y estaba impulsivamente haciéndose una paja. Su polla no era gorda, era delgada y muy larga.
Jamás he visto a unos hombres, negros o blancos con tanto aguante. No paraban de follar. Julio me dijo que eran colaboradores habituales, que les encantaba el sexo con blancas y que lo hacían totalmente gratis. Que solo les daba de comer. Que tanto el cómo su esposa Julia, estaban encantados con los cuatro y que incluso había un quinto que hoy no había venido y que había un par de ellos que además eran bisexuales.
Durante la hora y media aproximada que duró la grabación hicieron correr a Loli, un par de decenas de veces y se corrieron encima de ella varias veces cada uno. Me extraño el hecho de que la hubiesen follado sin protección, pero cada uno tiene sus costumbres.
La grabación terminó. Salimos todos de la habitación. Solo se quedaron Ramón y Loli en la cama, seguramente a echar el último polvo apoteósico después de tan tremenda calentura. Me hubiese encantado participar relamiendo leche de aquel esplendido cuerpo. Lo haría más tarde como leerán…
Gina, se acercó y me dijo al oído que aquello la había puesto muy cachonda, que si podía gestionar que un par de negros se la follasen y se grabase también, como recuerdo.
Lo hablé con Julio y de inmediato estaba acordado. Habló con los africanos y no pusieron ninguna pega, todo lo contrario.
Bajamos a tomar un aperitivo mientras terminaban Ramón y Loli su apoteosis final y Julia preparaba la habitación.
Al rato bajaron los héroes del último polvo, Ramón y Loli. Les comentamos que íbamos a hacer otra película, por si querían apuntarse. Rieron y asintieron encantados. Loli me había encantado y quería intentar disfrutar con ella…
La siguiente película a grabar, seria de un trio interracial con tres protagonistas. Gina y dos de los africanos. Menos mal que yo llevaba condones de los míos, esas pollas eran capaces de romper todo tipo de condón normal.
Gina estaba excitadísima con aquellas enormes pollas negras que había visto antes y que nuevamente estaba empezando a ver en esta ocasión como protagonista. Disfrutaría de lo lindo.
Estuvo comiéndoles las pollas mucho tiempo. Cuando estuvieron preparados los africanos se la follaron por turno en la posición de la carretilla, para que aquellas enormes trancas-pollas no le hiciesen daño al profundizar dentro de su vagina. Se la follaron con ganas, se apreciaba…
Los africanos estaban totalmente excitados al follarse a Gina, una mujer extremadamente bella como todos ustedes saben.
Gina había quedado con los africanos en que quería recibir sus leches en la boca.
Cuando los africanos estuvieron a punto de saldar sus deudas de leche con Gina, se quitaron los condones y buscaron juntos la boca de Gina, que llenaron de inmediato.
Gina trago y trago, no le daba tiempo a tragar las primeras hondonadas de leche, cuando las segundas oleadas del caliente y espeso néctar, volvían a llenar su boca.
Inevitable y lamentablemente hubo de derramar algo del preciado néctar de aquellas enormes pollas negras por las comisuras de sus labios, llegando a caer precisamente en ambos pezones endurecidos de sus tetas, formando una composición que hubiese de buen grado querer descomponer, éste relatante, lamiéndola en ese preciso instante.
Al ser una grabación de tan solo media hora, enseguida Julio apagó la cámara y la dio por terminada. Momento en que aproveché para lanzarme excitado a besar la boca de Gina y lamer aquellos pezones abrillantados con leche derramada que aún goteaba cuerpo abajo.
Seguía cachonda y quiso follarme nuevamente.
En un visto y no visto aquella cama de 1,50 x 2 metros se llenó de cuerpos, desnudos y llenos de lujuria. Julio y Julia se fueron con dos de los africanos a otra habitación y así facilitarnos aquella improvisada fiesta. Ramón y Loli se habían unido a nosotros junto a los otros dos africanos restantes para variar.
Tenía muchas ganas de Loli.
Estuvimos disfrutando de coños y pollas durante horas. Uno de los negros era comedor de pollas y se lio con la mía. Ramón se folló a Loli y al terminar de correrse le dije que se sentase en mi boca para disfrutarla… Cuando el negro mamón me la había puesto dura, Gina lo aparto y se sentó a follarme mientras comía la polla del otro africano. Mientras Ramón metía en la boca de su mujer su polla y comía la polla del otro africano, completando el equilibrio de aquel grupo heterogéneo pero interactivo los unos con los otros.
Me comería varias leches del maravilloso coño de Loli, mientras ella daba alaridos de placer.
Al cabo de un par de horas Julio y Julia aparecieron para cambiarse por Ramón y Loli y así disfrutar todos de todos…
Fue una tarde noche inolvidable de sexo y morbo. Julio y Julia volvieron a hacer de las suyas con mi polla. Gina fue el centro de atención de los dos, puesto que aún no habían intimado con ella.
Hicimos un descanso para cenar. Los invitados se fueron y los africanos también. Julio le dio el soporte de la grabación a Gina y nos despedimos, no sin antes acordar quedar en otra ocasión tan memorable como la pasada.
Lo habíamos pasado estupendamente. Eran una buena gente y también muy imaginativa además de su carácter bisexual que siempre agrada.
Había sido una velada muy agradable y excitante, que terminaría nuevamente en fiesta intima en nuestra habitación del hotel.
Volveríamos la madrugada del sábado al domingo a amar nuestros cuerpos dando y recibiendo placer de manera recíproca. Gina me confesó, aunque era evidente, que cada vez más le gustaba disfrutar del caliente néctar de polla. Que había cogido gusto a saborear leche.
Hasta altas horas de la madrugada volvimos a disfrutar de lujurioso sexo. Me follaría aun varias horas con absoluta locura posesiva, como si se tratase de aquellos primeros tiempos de ninfómana en Nueva York…
Su coño esta calenturiento y tuvimos que sacar la sex machine, que nunca dejó de llevar en mi maleta cuando quedo con ella.
Su coño había sido un auténtico pasapollas aquel fin de semana…
Decenas y decenas de orgasmos salieron de aquel maravilloso coño húmedo y caliente de mi Gina…
El domingo descansamos hasta la hora de comer. Estábamos absolutamente rendidos de un fin de semana tan intensamente pletórico de sexo en diferentes sesiones, cantidades y calidades….
Después de saborear una ligera comida en el restaurante del hotel y despedir a Gina en el aeropuerto, me fui a descansar a mi pequeño apartamento en la zona de Goya.
Estaba a punto de acostarme cuando el teléfono sonó. Era Vicente.
- José Miguel, estará usted mañana lunes por aquí. Quería que comiésemos juntos. Usted, yo y mi mujer, Paloma.
- Sera un placer Vicente, siempre que me permita pagar yo la comida, y elija el sitio.
- Por cierto, le he dicho a mi esposa que es usted un nuevo asesor para la empresa, especializado en coaching, algo relacionado con lo que usted conoce muy bien…
- Perfecto, Vicente.
- Hasta mañana.
- De acuerdo. Gracias.
Había llamado el lunes por la mañana a un restaurante donde conocía al propietario y siempre tenía detalles conmigo, además de tener pequeño salones privados con cortinas para estar aislados de todo tipo de curiosos.
Aquella comida, necesitaba de mucha discreción.
Llegaron muy puntuales. Yo ya les esperaba en la mesa tomando un aperitivo.
Paloma era preciosa. Nada más cruzar nuestras miradas, supe que deseaba follarme.
Nos presentó. Hablamos de las habítales cosas…, negocios, la política, el tiempo. De sexo nada de nada. Era el primer contacto y no podíamos sacar ninguno de los dos nada relacionado, a fin de evitar que ella pudiera adivinar o presuponer una encerrona.
Vicente, cumplió con su papel, al avisar a su esposa de que tenía que irse unos días a Palma a firmar unos contratos. Se iría esa misma tarde en uno de los vuelos de la tarde.
En los postres Vicente se ausentó de la mesa durante unos minutos con la justificación de ir un momento al servicio.
Como era de esperar Paloma reacciono como suponía. Su forma de mirarme, aunque muy discreta, la había delatado a lo largo de la comida.
Paloma, aprovechó ese preciso momento en que su marido se ausentaba, para pedirme mi número de teléfono por si me necesitaba, dijo, eso sí, con una forma de mirarme que delataba en ella, que me llamaría muy pronto.
Hicimos una larga sobremesa, para dar tiempo a los compañeros de la agencia a preparar el dispositivo en su casa.
En un momento de la comida, un camarero “nuevo” diligentemente se hizo cargo durante unos minutos del teléfono de Paloma para descargarle la aplicación fantasma. Una aplicación que nos ayudaría a saber todo de su teléfono móvil.
Ellos dos no se dieron ni cuenta.
Vicente volvió a ir al servicio para facilitar la aproximación por si nos quedaba algo de decir.
Paloma aprovechó para tocarme la mano con un toque de sensualidad y decirme que me llamaría muy pronto…
Vicente regresó y tras los agradecimientos por la comida, nos despedimos.
Al llegar a mi apartamento, llamé a Dolo. No tenía nada urgente en la empresa, le di indicaciones para posponer lo menos urgente y le dije que me tomaría unos días en Madrid, para dedicarme a un asunto delicado en la agencia de detectives.
Mientras tanto, la agencia, liderada sabia y principalmente por Juan José, se había puesto en movimiento. Raúl y los agentes auxiliares contratados le ayudaban.
Decenas de micrófonos y cámaras se dispusieron por la casa de Vicente en sitios estratégicos mientras comíamos y charlábamos en una larga sobremesa sus propietarios y este relatante.
Mientras todo ocurría en casa del matrimonio, gracias a la copia de llaves que nos había proporcionado Vicente, se intervino el móvil de Paloma en el propio restaurante donde estábamos comiendo, gracias a una hábil estrategia de distracción de uno de los profesionales contratados por la agencia ex profeso, al que brevemente ya me he referido.
Además de ello se dispuso un operativo espacial por si acaso tenía un segundo móvil, y lo utilizaba fuera de su casa. Como saben todos ustedes hay numerosos procedimientos para poder escuchar una conversación a distancia.
Nuestra agencia había adquirido de la tienda especializada, la casa del espía, de la que todos habrán oido hablar, buen número de instrumentos de todo tipo para poder comenzar nuestra actividad profesional de manera eficiente.
Enseguida empezó a dar fruto todo el dispositivo sobre Paloma.
Sobre las nueve de la noche, Paloma, me estaba llamando.
- José Miguel, soy Paloma. Aceptaría cenar usted conmigo esta noche. He de comentarle un asunto muy delicado y urgente.
- Encantado. Sera un auténtico placer. (Le dije con cierto énfasis de conquistador)
Me pasó la dirección a través de un mensaje del móvil, aunque yo ya la sabía por Vicente. Habíamos quedado antes de las diez.
A las diez en punto, llamaba a su puerta.
No tenían a nadie de servicio en la casa. Había encargado un buffet frio de paté, embutido y conservas de primera calidad, junto a un buen vino, se disponía seguramente a tantearme.
Ya sabía que Vicente estaba en Palma, lo había comentado de pasada en la comida. Obvie preguntar por él.
Nada más verla, sabía que me iba a follar… Pero, se tomaba su tiempo.
Cenamos, revoloteo verbalmente como una mariposa dando vueltas para saber cómo era mi relación con su marido.
- ¿De qué conoce usted a mi marido, José Miguel?
- Un buen amigo me dijo que Vicente buscaba un buen coach para hacer trabajos de mejoramiento a sus directivos… (Me inventé, siempre siguiendo las instrucciones de Vicente)
Pasamos al sofá a tomar un café.
Se aproximó peligrosamente.
Me beso suavemente mis labios y respondí en un tono sensual y agradable, para que cogiese confianza.
Me besaba…, ya parecía soltarse…
- Acompáñeme al dormitorio.
La besé apasionadamente, respondiendo a su invitación sexual.
Instintiva y rápidamente me desnudó, para coger mi polla y devorarla con pasión y delirio.
En un visto y no visto follábamos como locos. Realmente follaba Paloma como una profesional del sexo. Sus movimientos eran sensuales, rápidos y certeros. Veía como me cabalgaba mientras sus sublimes tetas acompasadamente bailaban un ritual de placer.
Unos enormes zigzagueantes pezones oscuros eran mi delicia en aquel sublime momento de pasión.
Miraba mi boca con deseo. Dejó caer un hilo de saliva. Eso me ponía cardiaco y pervertido…
Soy un auténtico depravado, ya lo saben.
Cambiaba de postura. Ella quería llevar siempre la voz cantante, ser siempre quien llevase la iniciativa en aquella cama en la que un ritual de sexo y desenfreno se estaba desarrollando.
Tardó, pero empezó a correrse… Un orgasmo… Inmediatamente otro.
- Quiero tu leche en mi culo, me dijo.
- Jamás folló sin protección.
- Entonces extiende tu semen sobre mi coño, me gusta sentir como resbala por todo mi sexo y mis muslos…
Retiré el condón.
Estaba excitadísimo. Me posicione delante de ella y un enorme chorro de leche golpeó su pubis y sus labios vaginales, por cierto preciosos.
Su pubis totalmente limpio de pelo, y todo su sexo se llenaron superficialmente en momentos de espesa leche, gracias a las varias hondonadas del cremoso néctar que salía incesantemente de mi gran enorme polla venosa.
Se puso de pie y cerró sus piernas.
Yo agachado de rodillas en la cama, miraba aquel delicioso paisaje de leche resbalante.
Me hubiese gustado lamerla, pero sabía que no podía. Su cara dominante me imponía su deseo y capricho.
Después de regodearse con mi leche en sus muslos, se limpió y mirándome aun perversamente caliente, volvió a follarme con ímpetu energizante…
Nos correríamos aun un par de veces más cada uno.
Habíamos pasado un par de horas en aquel dormitorio, “descubriéndonos” o intentando descubrir el uno al otro, sus posibles secretos de alcoba o algo más...
No me había dicho, nada de nada…
Tampoco yo le había preguntado por nada, ni incluso por aquella excusa telefónica…, de que quería consultarme algo importante…
Al día siguiente volvimos a quedar para cenar y volvimos a follar nuevamente, en esta ocasión durante casi toda la noche.
Paloma actuaba de otra manera conmigo esta segunda noche.
Se mostró más amable y quiso complacerme sexualmente en todo lo que yo le sugería.
En esta ocasión me dejó comer mi leche de su boca, cuando en la primera gran mamada de la noche me exprimió todo el néctar acumulado de las últimas veinticuatro horas.
Ambos intentábamos con cierta perspicacia establecer una “colaboración” personal y sexual…, sin aventurarnos en ninguna conversación al margen del sexo.
Realmente en esta segunda noche disfrutamos libremente de sexo de calidad, aunque cada uno con sus reservas. Ambos estábamos “trabajando” a la otra parte…
Cuando ya se había corrido tres o cuatro veces, empezó a tantearme.
- ¿Usted me quería ayudar en un juego?
- Claro. Seguro que será un auténtico placer… ¿A qué juego quiere que la ayude?
- Vicente quiere verme por primera vez haciendo sexo delante de él con un hombre que me guste y que tenga un buen aparato…. He visto que usted tiene todos los atributos que necesito.
- Si él está de acuerdo, por mi parte no hay problema.
De madrugada y exhaustos nos despedimos, hasta el día en que se programaría aquella “sesión” allí en su casa. Ya me llamaría para concretar. Asentí.
Me había dado un beso muy apasionado para despedirme. Estaba seguro de que independientemente de sus intenciones finales, había disfrutado realmente de sexo conmigo aquella segunda noche.
Al final no me explicó su verdadero plan. Intuía que lo tenía, e incluso un plan “b” debería de tener aquella mujer tan bella y sensual aparentemente y que sin duda ocultaba una malicia interior. Yo al menos lo tenía claro. Soy muy intuitivo…
Este tipo de mujeres inteligentes son difíciles de escudriñar y más aún difíciles de pillar en un renuncio.
En todo caso, sabríamos por las conversaciones, que había tenido con otro teléfono, con uno de sus compinches, de su plan diabólico…
Ella no era de lengua fácil, como todos ustedes han podido comprobar, pero el otro hombre al lado del teléfono, con paciencia le iba sacando los detalles, quizás por tenerla grabada también para un posterior chantaje. ¿Quién sabe?
Tendríamos que jugar a su juego y ser muy precavidos.
Le grabamos hasta cuatro conversaciones en el siguiente día.
El plan de Paloma era aprovechar los problemas de hipertensión de su marido para que muriese bajo los efectos de una intensa excitación sexual, previa ingestión de una dosis alta de Sildenafil, el ingrediente principal del Viagra.
El objetivo final de Paloma, era falsificar una compraventa de participaciones privada con la ayuda de un especialista, elevarla públicamente ante notario y hacerse con el control del emporio empresarial, haciéndose finalmente Presidenta del Consejo de Administración.
Con la ayuda de un experto jurista mercantil que rayaba en lo ilegal, tenía propósito de hacer ampliaciones de capital tanto dinerario como no dinerario para poseer en un tiempo record la mayoría de las participaciones y así poder hacer y deshacer sin control del Consejo.
Su objetivo final, era vender todo lo vendible y hacerse con todo el metálico posible, que calculaba a priori en cerca de trescientos setenta y cinco millones de euros.
Su plan “b”, lo sacaría Paloma la noche en que todo sucedió.
Vicente llegó al cabo de unos días e inmediatamente me llamó.
Le puse al corriente de todos los acontecimientos y detalles que yo sabía hasta el momento, especialmente de lo que a mí me había confiado paloma y principalmente por su importancia de las conversaciones grabadas con su cómplice…
El plan estaba en marcha, en “doble sentido”…
Nosotros teníamos el plan de pillar con las manos en la masa a Paloma.
Ella tenía el plan teórico de que Vicente muriese mientras yo me la follaba.
El día llegó. Paloma me había citado en su casa. Mi papel sería el de protagonista de una escena de sexo que Vicente estaría viendo. Todo estaba preparado para desenmascarar a Paloma,
Vicente estaba alertado de que no tomase nada, por ningún concepto.
Pero, todo saldría mal…
Cuando llegué, Paloma me recibió aparénteme amable. Había enviado un mensaje previo a Juan José para que lo supiese. Me había dado el “OK”. Apagaba el móvil, y había borrado el mensaje, por si las moscas, mientras ella me abría la puerta. Me invitó a tomar algo. Rehusé amablemente por si acaso. Quería saber dónde se encontraba Vicente, verle y estar tranquilo.
Le pregunté por su marido. Me dijo que nos esperaba en la habitación, para mirar como hacíamos el amor, tal como habíamos quedado días antes.
Me cogió de la mano con mucha sensualidad, me rozaba suavemente con sus dedos. Al llegar a la puerta cerrada de su dormitorio, me invitó a entrar a mi primero, mientras me pedía que cerrase mis ojos para besarme de una manera ardiente y tremendamente sensual… esta mujer es toda una “artista”… (Pensaba mientras entrabamos).
Al entrar en la habitación abrí los ojos y vi como un sillón estaba dispuesto delante de los pies de la cama y como la parte de arriba de una cabeza asomaba por él. Era sin duda Vicente.
Al acercarme alguien salió del rincón oscuro de la puerta del dormitorio y me apuntó con una pistola.
Realmente me preocupe. No lo esperaba.
Era un hombre de raza blanca con cara de malas pulgas. Poco después entraron otros tres hombres en la habitación.
Eran dos hombres de color, aparentemente africanos y otro de raza blanca, quizás del este de Europa.
Aunque inicialmente preocupado por la situación, supuse que Raúl y Juan José al ver como la situación era crítica a través de la cámara dispuesta en el dormitorio, avisarían de inmediato a la policía.
En cualquier momento llegarían a socorrernos…
Mientras tanto a punta de pistola, me obligaron a desnudarme y Paloma me ató a la cama. Ella también se desnudó y así mismo los otros cuatro sujetos.
Todos aquellos hombres estaban provistos de enormes pollas, a cual más grande, que competían sin dudar con la de éste relatante. Con toda seguridad habían sido elegidos a propósito por la que quería ser una auténtica “viuda negra”…
Enseguida me di cuenta de que Vicente estaba atado y amordazado. Sus ojos como platos…, expectantes.
Paloma había puesto en marcha su plan “b”. Me miró y se sonrió maliciosamente.
- Estuvo usted, José Miguel a punto de engañarme. Pero no lo consiguió…
- Me parece que al final me voy a salir con la mía…
Dispuso una inyección de Sadilfenil, el componente del Viagra. (Según dijo) Ya sabíamos de sus planes, por las conversaciones grabadas… “a”…, aunque no los detalles exactos.
La aguja y su nocivo contenido, Paloma se lo inyectó personalmente en el vientre en donde Vicente se solía poner la insulina. Se apreciaban los pinchazos habituales a ambos lados.
Como protagonista de un monologo teatralizado, también nos dijo que ya esta mañana también había cambiado la pastilla del antihipertensivo. Llevaba dándole varios días menos cantidad de antihipertensivo y hoy solo le había dado un placebo de sacarosa.
Sonriente y como una reina, dijo…
- Ya solo queda que empeciese el espectáculo, que mi querido esposo se “divierta” y que finalmente la química haga sus efectos.
- Vas a morir disfrutando, querido Vicente. (Dijo mirando a su desconsolado esposo).
- Además, espero que mueras y me hagas muy rica…, extremadamente rica… (Remató)
Yo allí atado desnudo a la cama y aquella hembra dispuesta a empezar su juego con ayuda de sus colaboradores.
La cara de Vicente por momentos se congestionaba. Sus ojos saltones abiertos como nunca había visto a nadie, y sus mejillas cogiendo un color ligeramente rosado que parecía intensificarse por momentos.
Yo calculaba mentalmente cuando tardaría la policía en llegar.
La viuda negra empezó su ritual. Mamó mi polla con mucho vicio y arte puteril, siempre cara a su marido.
Sus “amigos” excitados con sus pollas erectas dispuestos a disfrutar de su coño de un momento a otro.
El espectáculo era morboso, si no fuese porque Vicente estaba a punto de poner en riesgo su vida por causa de su malvada esposa.
La policía no llegaba.
Paloma dejo de mamarme la polla, y me dijo…
- Por si acaso me fallas, voy a ayudarte a que te porte como un buen corneador…
Cogió otra jeringa que tenía preparada y me inyectó algo en mi polla.
Mi polla se endurecía por momentos.
Paloma volvió a lamer mi polla cada vez más dura.
Cuando lo creyó necesario, se preparó y en cuchillas se acoplo con la firme intención de follarme.
Me follaba a pelo de espaldas a mí y cara a su marido. Habíamos follados los días anteriores con preservativo pero esta vez quería “joderme” de verdad.
Si sobrevivía a este episodio de novela sexual negra tendría que ir a controlarme al laboratorio de análisis clínicos. ¡La muy puta!
Estaba excitadísimo independiente de tan dramática situación, quizás también por la ayuda química recibida. Menos mal, que este relatante tiene una salud de hierro, gracias a que nutricionalmente se cuida muy bien. Jamás he tenido ningún problema de salud, ni jamás he tenido necesidad de entrar en un hospital como paciente.
Mientras Paloma, me follaba sin parar, comía pollas de todos los demás, agachada buscando sus enormes trancas cara a cara del impertérrito marido que alucinada por su maldad, aunque obviamente excitado.
Mientras comía pollas a mi follaba sin parar, levantando bien su coño, para que su marido pudiera ver mi enorme polla dura entrar y salir bien del coño de su hasta ahora “querida y amante esposa”.
Realmente aquella situación surrealista en el fondo me causaba una enorme excitación, independientemente de que notaba incluso como mi polla se endurecía cada vez más dentro del coño lujurioso de la malvada y además muy deseada, Paloma.
La policía sin venir.
Cuando Vicente perdió el conocimiento me asusté.
De inmediato Paloma, que seguía follándome, ordenó a uno de sus ayudantes que le pusiese la adrenalina en el mismo sitio de antes.
Uno de los dos blancos, le puso una inyección de adrenalina para que volviese a despertarse.
No sé mucho de medicina, pero si lo suficiente.
La adrenalina es hipergluciente, y si además Vicente no se había puesto la insulina ni en la comida, ni en la cena, podría llegar además a tener un coma hipoglucémico.
Me corrí irremediablemente. Pero no saco su coño de mi babeante polla lechera hasta que no lo considero oportuno.
En minutos… Paloma arqueó sus caderas echando ligeramente su cuerpo y espalda hacia atrás para enseñar su coño chorreante de leche a su marido que se había despertado para que pudiera ver la leche caer de su coño con todo lujo de detalle y se excitase más y más.
Ella sabía de sobra lo que aquellas imágenes conseguían hacer en la mente de su marido…
Inmediatamente buscó otra polla para follarla en un primer plano delante de su marido para que volviese a echarle leche y volver a enseñársela a su marido.
Quería rematarlo…
En esta ocasión era uno de los africanos, el más bajito de los dos, pero que superaba en varios centímetros de largo la polla de su compañero.
El tiempo pasaba.
La cara de Vicente era un poema. Su salud se resentía gravemente.
Se follo aquella segunda polla con su culo, consiguiendo hacer correrse enseguida.
Enseño su coño babeante de leche grasa y olorosa.
Siguió en el tercero, el otro blanco, follándoselo por el coño y por el culo alternativamente. Se corrió. Volvió a mostrar maliciosamente su obra a Vicente.
Yo allí tumbado y como mi polla dura, pensando en la puta policía que no llegaba…
Me miró mi polla con deseo y pura maldad, aunque cachonda, muy cachonda a pesar de todo.
Volvió a follarme y volvió a sacarme leche nuevamente que mostraba como una reina de leches.
Le tocaba al otro blanco que estaba aún sin estrenar. Su enorme polla anhelaba entrar en algunos de los agujeros de placer de aquella maldita y sensual mujer…
Entro en dos de ellos y se corrió en minutos.
Cuando el primer africano estaba repitiendo y follando nuevamente el culo de Paloma, un flas rápido de gente y ruido entro en aquella habitación
Finalmente hizo acto de presencia la policía. ¡Gracias a Dios! Pensé, mientras suspiraba profundamente.
Vaya cuadro que se encontraron aquellos agentes…
El teniente del comando sonreía levemente mientras me veía ser desatado por dos de los agentes en aquella posición y con mi polla así de grande y de dura. Una situación física que me duraría aun un par de horas…
Detuvieron a los presentes y de inmediato llamaron a una ambulancia, para que Vicente pudiera ser atendido, y salvar así su vida, con casi toda seguridad.
Paloma tenía su plan “b”, pero jamás se había supuesto, que la agencia había preparado todo para vigilar sus movimientos.
La justicia…, triunfaría.
La cámara que habíamos puesto en el dormitorio, nos salvó la vida a Vicente y seguramente a mí.
No sabría jamás si aquella malvada y preciosa mujer, tenía propósito o no de que yo pudiera tener un “accidente mortal” después de la velada. Quizás en su mente perversa hubiese pensado, en hacer desaparecer todos los testigos de aquella crueldad sexual que todos habíamos presenciado y disfrutado al mismo tiempo.
Seguramente hubiese sido así. Nadie lo supo jamás. Según mis posteriores noticias, Paloma, jamás dijo nada al respecto.
Al preguntarles horas después a Raúl y Juan José, el motivo por el cual habían tardado tanto en avisar a los servicios policiales, me contaron lo ocurrido…
Un accidente de tráfico fortuito, había inhabilitado la recepción de la señal.
No llegaron a ver nada de lo ocurrido.
Sabían que yo estaría allí por el mensaje que les había mandado, pero al apagar el sonido de mi móvil, al entrar en la casa, no pude recibir llamadas ni leer mensajes.
Ellos estaban relativamente tranquilos, pues no suponían que se está produciendo un acto criminal, sino simplemente una sesión morbosa de sexo.
Al enchufar nuevamente las cámaras, se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo y avisaron inmediatamente a la policía.
Si se hubiesen demorado unos minutos más, quizás Vicente ya no estaría con nosotros.
¡Qué casualidad! ¿No creen?