02 - A 4 para ti
Y así estoy ahora: mojada, cachonda y puesta a cuatro para ti, como una perra. Lo estamos pasando muy bien ¿No crees?
Y así estoy ahora: mojada, cachonda y puesta a cuatro para ti, como una perra. Lo estamos pasando muy bien… ¿No crees?
Hay una cosa que no os he relatado, ni a ti ni a vosotros, con el morbo que me producía la situación. No habéis caído en el pequeño brillante que tapaba mi ano mientras me comías el coño suave, jugoso, caliente y depilado… El plug que horas antes me había metido para dilatar mi culo, mi ano, mis esfínteres… y dejarlo listo para ti:
Mientras elegía la ropa, mientras me masturbaba en esa bañera, mientras cenaba sola con mi lencería… Todo ese tiempo mi coño chorreaba, pero también me excitaba saber que iba a regalarte mi culo por primera vez. Sentirme indefensa, vulnerable, expuesta a tu miembro grueso y alargado, saber que ibas a abrirme primero con delicadeza para después reventarme fuerte y rápido, rudo contra mi ano virgen y estrecho.
Todo ese tiempo lo he estado preparando con el material que compré: he cuidado mi dieta y los tiempos, para que nada interrumpa el placer que ambos vamos a sentir. He lavado con enemas repetidas veces mi interior, notando cómo el agua tibia escurría por mi esfínter y salía cristalina, dejándote mi culo limpio, listo para usar. He sentido el tacto frío de los dilatadores metálicos, crecientes en tamaño, con los que me iba penetrando suavemente embadurnándolos en lubricante… y de veras te he deseado a ti, cuando he introducido el plug con una esmeralda verde en la base y me lo he dejado puesto ya vestida, mientras caminaba a tu encuentro y lo sentía acariciar las cálidas y estrechas paredes de mi ano.
Y ahora volvemos a este presente nuestro, en el que te he mamado hasta la extenuación y en el que me has dejado chorreante, cachonda y ansiosa de ti: a 4 con mi lencería puesta pero movida, con mi coño abierto y mi plug visibles. Sé que te gusta verme de esta forma, con mi culo redondo y terso y tus dos premios en el centro, listos para que los penetres a tu antojo, sometiéndome y agarrándome de la práctica trenza que me he hecho para que me cabalgues hasta el final.
Lo primero que noto es cómo te acercas y colocas la punta de tu polla en mi coño. Tus azotes precisos, sonoros y excitantes. El masaje de tu polla sobre mi vulva mojada y deseosa de ti. Unas gotas de lubricante que caen sobre mi culo. Un restregón completo de una polla que sigue sin follarme. Tus manos jugando precisas sobre mi plug, sacándolo ligeramente, jugando con mi ano virgen. Mi culo caliente, notando cómo el ano se dilata y se contrae con el diámetro variable del plug. Tu polla sobre mi clítoris. Más lubricante cálido y aromático. Me dejas el plug dentro del culo. Metes, lentamente, tu polla en mi coño hambriento.
La sensación es indescriptible: nuestra carne en contacto, tu polla gruesa abriendo mi coño lubricado de flujos y placer, tus huevos tocando mi piel cuando llegas al fondo, tu mano en mi trenza y la otra en mi cadera, la pared que separa mi coño y mi ano siendo apretada por tu polla y por el plug a la vez…
No puedo sino gritar de puro placer. Mi respiración entrecortada se ahoga en gemidos intensos, mientras mis manos retuercen las sábanas y arqueo mi cuerpo ofreciéndote todo de mí, dejando que me uses y me folles como sabes hacerlo tú: fuerte, duro, rápido, firme. Me siento minúscula, insignificante ante este tsunami de placer: tu enorme polla, mi culo virgen, el orgasmo que crece y me quema, el olor del lubricante, tus gemidos, tus azotes, el sonido de tus embestidas, mis gemidos de fingida sumisión, el temblor que recorre todo mi cuerpo y que hace nublar mi vista… y tu semen. Tu semen caliente que se desparrama dentro de mí, con un orgasmo que llega al mismo tiempo que otro de los míos, con temblores acompasados y gemidos que se confunden en el aire de sexo y orgasmo que se respira sobre la cama. Sacas tu polla casi erecta todavía de mí, y tu semen cálido, espeso y abundante resbala por mi coño, mojando mis piernas y la cama. Ahora sé que en un par de minutos ha llegado la hora de verdad.
Me inclino sobre la cama: te beso, te acaricio, y empiezo a insuflar ánimos al poderoso miembro que en unos instantes va a perforar la última virginidad que queda en mí. Agarro tu polla y la meto en mi boca, relamiendo los restos de semen y de mi propio flujo que quedan en ella. A los pocos minutos se vuelve a animar, y siento temor ante lo que viene ahora: vas a romperme el culo.
Me colocas a 4, y con tus manos firmes me transmites seguridad. Dejas caer el lubricante sobre mi ano y sacas muy delicadamente el plug. Mi culo se siente extrañamente vacío, y unos instantes después noto cómo embadurnas tu polla de lubricante y la colocas en la entrada de mi rugoso y apretado ano: agarro las sábanas con miedo, temor y excitación. Noto tu cabeza entrando suave y ancha dentro de mi culo. Tu carne dentro de mi culo estrecho. Entran un par de centímetros más. Me siento llena, incapaz. Me dices que todavía queda mucho, y aprieto involuntariamente el ano, asfixiando tu polla y notándola mucho más. Me relajo un poco. Entran otro par de centímetros. Dios mío, resbalas dentro de mí. Me siento abierta, expuesta. Tu polla gruesa sigue entrando más todavía dentro de mí. Sigue sin entrar entera, queda más de la mitad. Empiezas a sacarla despacio y noto cómo me recorre por dentro, sintiendo un placer desconocido.
Aceleras, entras más fuerte, más rápido, más profundo. Ya no duele, solo siento calor, placer recorriéndome por lugares insospechados… no puedo más que gemir y suplicarte que sigas; que me des más, más, más… Te noto temblar de emoción y placer, de vicio y morbo… y siento cómo esparces una vez más tu semen caliente dentro de mí, esta vez de mi ano… Ha sido, sencillamente, espectacular.
Nos tumbamos exhaustos sobre la cama y, sonriente, te digo:
- Esto seguro que no lo haces con tu mujer.