01/20 por fin de vacaciones.

Una pareja casada, y muy enamorada se va de vacaciones a una urbanización de la costa española a disfrutar de unos días de ensueño…, aunque su destino será lamentablemente otro

Queridos amigos lectores, les dejo el primero de mis relatos de este nuevo libro que hoy comienzo titulado: “20 relatos para leer en pareja”.

Ya les hablé anticipadamente en el anterior relato, sobre estas nuevas historias en que no habrá sexo vulgar sino todo lo contrario…

No sigan leyendo si quieren leer exclusivamente puro sexo sin amor…

Espero que les guste, ya me dirán. Gracias…

Aquí comienza…

José Antonio y María Isabel eran una pareja típica de funcionarios que iban ese verano a tomarse sus primeras vacaciones sin hijos.

Estaban ilusionados desde hace semanas, por redescubrir el amor y la pasión de antaño en un periodo de dos semanas en la playa para ellos solos.

Habían hecho cientos de planes, algunos de ellos dignos de unos  adolescentes recién ennoviados.

Para no coincidir con muchos otros desplazamientos, habían programado sus vacaciones no de quincenas naturales, sino en la segunda y tercera semanas de septiembre de aquel año.

Así evitarían las aglomeraciones de gente y de coches, tanto en carreteras como en los accesos las playas, que en julio, agosto e incluso en la primera semana de septiembre están atestadas de cientos de coches además de miles de  sombrillas con niños y más niños dando por saco.

Habían elegido ese mes por el mismo motivo, para poder pasar unas vacaciones mucho más tranquilas y a poder ser, las más románticas de toda su vida.

-       ¿Isa, lo tienes todo preparado?

Le había preguntado él, un par de días antes.

-       Sí, mi amor lo tengo todo preparado y alguna sorpresita más, para mi rey.

-       ¿Qué sorpresa? ¿Cuéntame?

-       La descubrirás la primera noche de vacaciones…

Lo tenía desde hace días babeando de ilusión,  deseo...,  y de tantas cosas más…

Todo llega y todo pasa…, aunque la canción de Serrat decía exactamente…, “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, caminos sobre el mar.”

Nosotros en apenas unos días, estaríamos disfrutando solos en una zona maravillosa casi al mismo lado del mar Mediterráneo…

Por fin, el ansiado día había llegado.

José Antonio conducía por la carretera y recordaba esa conversación unos días antes de salir de viaje, estaba emocionado y tremendamente ilusionado…

Siguió pensando en algo más, mientras conducía hacia su destino…

Sin dudarlo, su esposa a la que él llamaba cariñosamente Isa, como han podio ustedes ya leer, había cambiado en los últimos meses, la veía más guapa, más romántica, más simpática, más seductora…, joder…, incluso más alta y más joven había pensado hace unas semanas.

Llevaba días totalmente excitado, no en el sentido sexual, sino en un sentido general,  con la idea de esa primera noche de vacaciones, en la cual, Isa, le daría una sorpresa.

Tampoco era por el hecho de recibir la sorpresa en sí, lo era por un numeroso, conjunto de razones diversas…

La sorpresa, sería esa misma noche, apenas dentro de unas pocas horas.

Se habían levantado pronto aquella mañana del ocho de septiembre.

Habían estado un poco inquietos ambos durante toda la noche, habían hecho el amor suave y románticamente al amanecer…

Se habían besado con ternura, disfrutando ambos de unos besos cálidos y apasionados pero sin prisa…

Habían hecho el amor con delicadeza, con pasión pero sin desenfreno, con un maravilloso sexo, pero sin burda sexualidad…

Sus cuerpos habían estado unidos íntimamente, pero disfrutando del momento glorioso de sentirse amados recíprocamente el uno por el otro, sin buscar el orgasmo del otro…

Habían llegado ambos orgasmos sin buscarlos, sus cuerpos habían conjuntado emocional y físicamente…

Eso sí que es amor…

Se habían amado física y emocionalmente como nunca lo habían hecho en el pasado reciente…, incluso como jamás en su vida.

Ambos…, se reconocían ilusionados a pesar de los malos momentos pasados en la primavera pasada…

Empezaban sus vacaciones, por fin solos…

Estaban ambos realmente pletóricos.

(¿Se lo pueden imaginar, mis amables lectores? Esa sensación que ellos acababan de sentir juntos después de hacer el amor, es la que todos hemos buscado alguna vez en nuestras vidas, ese verdadero y único amor. ¿No lo creen así?)

Sigamos…

José Antonio recordaba con semblante triste mientras conducía, aquellas semanas del pasado mes de abril cuando una llamada le alertó de que algo no iba bien.

Isa, al lado del conductor y escuchando música,  se dio cuenta al instante del cambio en su semblante, le pregunto:

-       José… ¿Qué te pasa?

Como había prometido en las sesiones de terapia de pareja, en más de una ocasión, no le mentiría nunca más, ni en las cosas más insignificantes,  y le contesto:

-       Pensaba en aquellos días, en aquella llamada de José Miguel aquella noche…

-       Por cierto, ¿cómo estará?

-       Mi amor, tu sabes lo que pasó, fue una chiquillada. Yo siempre he estado enamorada de ti, incluso desde antes de conocerte.

-       Lo sé…

Mientras esbozaba una leve sonrisa, aunque algo agridulce, María Isabel recordó aquellos bellísimos momentos en que José Miguel le había declarado su amor eterno.

Era un hombre muy especial, le hizo sentir como una chiquilla, incluso le dio un beso maravilloso, pero su corazón era enteramente de su marido.

María Isabel puso su mano en el muslo de José Antonio y éste al instante se sobrecogió y la carne se le puso de gallina.

Llevaba unos meses sintiendo cosas que no había sentido antes…

-       ¿Te acuerdas de Verónica?

-       Por supuesto…, que bien hizo su trabajo, sobre todo contigo José… (Ella, simplemente le llamaba José. Solo cuando estaba seria o enfada, le llamaba José Antonio).

-       Me hizo descubrir de nuevo el amor que siento por ti…, que estaba dentro de mí y que por la monotonía que todos los matrimonios pasan, al dejar de comunicarse eficazmente, puede olvidarse y ocasiones hasta perderse…

-       Como decía Verónica: “ Cuantas parejas se separan, sin saber que siguen enamoradas”

-       Es verdad, mi amor…, cuanto bien hizo por nosotros… Vero.

-       Le gustaba que la llamasen Vero…. ¿te acuerdas?

-       Si…, claro que me acuerdo. Jamás la olvidaré….

-       Jamás la olvidaremos… ¿verdad?

-       ¿Te acuerdas de los ejercicios prácticos que nos hacía hacer, juntos y por separado?

-       Claro que si…., fueron muy interesantes y altamente efectivos. Algunos muy graciosos y tremendamente divertidos.

-       Gracias a ella seguimos juntos y felices.

-       Lo sé mi amor…. y gracias a Vero,  vamos a pasar nuestras primeras vacaciones  a solas y enamorados perdidamente…

-       Así es.

Sus miradas lo decían todo… Todo era amor en aquellos dos cuerpos, sus mentes y sus sendos corazones…

Faltaban apenas unos kilómetros para llegar a su destino.

El viaje había sido muy tranquilo.

Muchos kilómetros, pero con muchas paradas, oyendo música que Isa había grabado de los grupos que le gustaban, sobre todo de los 70 y de los 80, de esa música que siempre había escuchado en su niñez y a sus hermanos mayores.

Habían parado muchas veces, habían hecho cientos de fotos, incluso habían bailado unos pasos de baile en aquella pinada y se habían dado un abrazo y un beso como si se tratase de unos jóvenes enamorados.

Por fin llegaban a la enorme urbanización.

Calles idénticas, con casas todas pintadas iguales, prácticamente iguales todas ellas, salvo el pequeño número que las diferenciaba.

Según iban entrando José Antonio y María Isabel habían comentado que debería de haber miles, decenas de miles de casas, incluso habían bromeado con la  posibilidad de algún “guiri” se hubiese confundido en más de una ocasión de casa con una pinta de cerveza de mas, sorprendiendo a otra familia con su presencia en la casa, o incluso en el dormitorio, si tuviesen la puerta de la casa abierta.

El propietario ya les había advertido que era un “poco difícil” llegar pero con las explicaciones que les había facilitado,  llegarían sin problemas…

Alguien le había recomendado este apartamento por su tranquilidad y su buen precio. No lo recordaban en ese momento.

El propietario era un poco raro, pero fue muy simpático y amable, anotando y anotando los detalles, primera rotonda, segunda rotonda, tercera rotonda.

Infinitas rotondas, izquierda, derecha, izquierda…

Siguiendo los tres folios de instrucciones, pues en el GPS no habíamos encontrado la dirección de la calle, José Antonio y María Isabel consiguieron llegar, eso si después de más de una hora y media atravesando plazas, calles y rotondas de una enorme y luminosa urbanización, cuyo nombre y leyenda, les había causado mucha gracia cuando la vieron al llegar:

Urbanización Monte Perdido, donde puede perderse en sus vacaciones o sus sueños pueden hacerse realidad ”.

Estaba anocheciendo cuando las últimas bolsas de viaje entraron en el apartamento, estaba muy bien decorado y tenía algo mágico, se sintieron felices y contentos desde el primer instante.

Detalles y detalles en el apartamento…, cuadros, espejos, plantas, verdaderamente era un apartamento idóneo para unas vacaciones románticas.

El teléfono móvil de José Antonio sonó.

-       Juan…, hola… ¿dónde estáis?

Juan era un amigo de la infancia de José Antonio, con el que hace unos días por casualidad se había reencontrado.

Lo había saludado efusivamente…, y por esas  circunstancias del destino, después de una breve charla, se dieron cuenta de que iban a veranear en una localidad muy próxima, los unos de los otros, coincidiendo prácticamente en las mismas fechas, quedando por este motivo en tomar alguna cervecita juntos cuando José Antonio e Isabel, estuviesen instalados.

-       Acabamos de llegar, vamos a ducharnos y salir a cenar…, por aquí cerca.

-       Estupendo…, pues claro que si…

-       ¿Dónde?

-       Está bien…. dentro de 2 horas.

José Antonio fue a buscar a la ducha a María Isabel, se metió con ella, sonrío y la beso…

-       Mi amor, era Juan, hemos quedado en cenar juntos los cuatro.

-       ¿Dónde?

-       Te acuerdas cerca de la última localidad que había ese centro comercial tan grande, cerca del casino…

-       Si.

-       Pues allí, Juan dice que hay un restaurante estupendo…

-       Lo que tú quieras…, pero ya te dije que no me gustaba demasiado…, era un poco extraño, según me dijiste.

-       Mujer…, extraño…, extraño. No tanto.

-       Si José…, te acuerdas de la cara que puso cuando le dijiste que éramos la única pareja perfecta de este mundo…. (Así me lo dijiste)

-       Ah. Si. La verdad, mi amor es que todo el mundo se extraña de los unidos que estamos, especialmente en estos últimos meses.

-       Pero, José, ¿Tú vas a saber salir bien de la urbanización? de noche y con tantas calles y rotondas tan iguales…

-       Pues claro que si mi amor….

Tenían tiempo de sobra.

Se ducharon, jugaron…

Se secaron el uno al otro con cariño, ternura y un enamoramiento sin igual.

Fueron al dormitorio e hicieron el amor de una manera sobrecogedoramente única, como si fuese la última vez…, aunque sin ser conscientes de ello.

No fueron conscientes en ese mágico momento, de que sus instintos, pensaban que no se volverían a amar nunca más…

Terminaron ese momento mágicos fundidos en un beso y un abrazo intimo que incluso ambos lloraron de emoción…

José Antonio se había arrepentido de haber quedado con Juan.

-       Teníamos que anular la cita, Isa.

-       Ya que has quedado, vamos. Intentaremos pasarlo lo mejor posible y volvemos rápido aquí. ¿Vale?

-       Si. Tengo infinitas ganas de dormir abrazado a ti, mi vida.

-       A mí, me pasa lo mismo, mi amor.

Cuando faltaban treinta minutos para la cita, ambos salieron del apartamento, estaban aseados, perfumados y con ropa nueva comprada para pasar estos maravillosos días que iban a ser estas vacaciones a solas…

La primera calle y la primera rotonda, fueron fáciles.

Luego se fue complicando.

-       Gira por la derecha…, José.

-       No, mi amor era por la izquierda…

Realmente no se preocuparon hasta que una hora después, realmente sintieron que no sabían dónde estaban.

Intentaron decenas de veces volver hacia atrás, a coger una referencia concreta, pero misteriosamente cada rotonda, cada plaza y cada calle, parecía cambiar y al mismo tiempo ser iguales a la anteriores.

-       Isa…, estoy absolutamente desorientado…

-       No te preocupes José.

-       Tenemos que preguntar a alguien…

-       Si mi amor…, preguntemos.

Dieron decenas de vueltas por las calles, y no encontraron a nadie a quien preguntar…, antes al llegar, había gente paseando a los perros, parejas paseando, pero ahora que necesitaban preguntar a alguien…, no había nadie…, parecía un misterio…, ambos lo pensaban y sin embargo no lo decían…

La luz de la luna, antes más luminosa, parecía apagarse poco a poco.

La sed y el desmayo empezaron a hacer mella en ellos, tres horas después…, necesitaban hidratarse, pues habían sudado mucho en aquella noche veraniega…, quizás también la tensión...

La botellita de agua que Isa solía llevar siempre en el bolso estaba agotada…

Pararon decenas de veces el automóvil y bajando daban vueltas sobre sí mismos, procurando encontrar una sola luz en alguna casa para poder preguntar…

-       Parece una pesadilla José… ¿Es que no vamos a encontrar una sola vivienda habitada en toda la urbanización?

-       Joder…, Isa no seas negativa…

-       Encima, el móvil sin cobertura…

-       Llama a emergencias….

-       Ya lo he intentado…, tampoco puedo…

Habían parado en aquellas pocas casas que tenían algún punto de luz, o parecían tenerla, como faroles en la entrada o algún punto en el interior…, y en ninguna parecía haber nadie. Al menos nadie les había abierto.

Que extraño.

Sobre las tres de la madrugada creyeron ver una luz luminosa en la lejanía e intentaron acercarse a ella girando a la derecha y a la izquierda según se aproximaban las rotondas y las plazas de la urbanización…

José Antonio cada vez más nervioso, por la situación tan sórdida que estaban viviendo, y aunque intentaba mostrarse tranquilo ante su esposa, cada vez lo conseguía de peor manera.

Cuando la luz parecía estar más cerca…, en la siguiente rotonda o giro parecía alejarse….

De pronto…, el coche se paró…

El combustible se había agotado…,  habían sido más de nueve horas conduciendo por la urbanización…, cansados y exhaustos absolutamente se rindieron a la evidencia de estar perdidos…

-       No te preocupes amor…, por la mañana alguien nos encontrará… o con la luz podremos encontrar a alguien…

-       Durmamos algo.

-       Vale, mi amor.

-       Si, mi vida.

Se habían recostado en los asientos del coche, haciéndolos más confortables y habían entrelazados sus manos…

Semidormidos…, al cabo de unas horas una tremenda luz les sorprendió…

Sobrecogidos…, sorprendidos y esperanzados…, ambos salieron del coche saludando y gritando….

-       Hola…

-       Aquí…

-       Ayúdennos…

-       Socorro…

José Miguel, un compañero de trabajo de María Isabel en el trabajo varios meses después consiguió entrevistarse con Verónica la terapeuta que había ayudado a José Antonio y a María Isabel…

-       Gracias por recibirme….

-       Me llamo José Miguel y era amigo y compañero de María Isabel…

-       Lo sé todo sobre usted…, dijo Verónica.

-       ¿Se sabe algo de ellos?

-       No…, la policía estuvo preguntándome durante semanas muchos datos…, y a pesar del secreto profesional…, colaboré con ellos todo lo que pude…

-       No se supo jamás que había pasado con ellos…, su pista se perdido en el viaje…

-       ¿Y los teléfonos móviles?

-       Ninguna llamada…,  desde que salieron de su casa de Madrid…

-       Estoy desesperado…, estaba enamorado de ella…, perdidamente enamorado de ella…

-       Lo intuyo…, José Miguel, pero ella amaba a su marido desde incluso antes de conocerlo…, y el de ella…, eran una pareja perfecta. Estaban predestinados a ser un todo.(Dijo Verónica)

José Miguel salió del gabinete cabizbajo y con una cara de tristeza, como hacía mucho que no había vito a nadie.

Verónica vio en él un reflejo de muerte en vida y un impulso incontrolado, la obligó a intentar ayudarlo como fuese.

-       Por favor, José Miguel, por favor llámeme cuantas veces desee.

No contesto.

Un instante y breve pensamiento ilusionante paso por la mente de Verónica.

Fue a la ventana a verlo de  nuevo.

José Miguel como un autómata se alejaba calle abajo.

Quizás pueda volver a enamorarme alguna vez. Pensó fugazmente mientras veía alejarse a José Miguel.

Si, queridos lectores, ya lo intuyen o lo saben a ciencia cierta, muchos meses después, aquella pareja estaria junta, pues estaba predestinada a ser dos en uno solo, juntos durante el resto de sus vidas…

Espero que les haya gustado.