01 - A 4 Para ti
Así estoy ahora: mojada, cachonda y puesta a 4 patas para ti. Lo estamos pasando muy bien.
Así estoy ahora: mojada, cachonda y puesta a 4 patas para ti. Lo estamos pasando muy bien.
Mucho antes de que esto empezase, por la tarde yo ya repasaba mi depilado; apurando la suavidad de mi piel y de cada pliegue de mi coño, húmedo tan solo con pensarte. He dejado una fina línea de vello -como a ti te gusta- que parece conducir al camino de mi placer, húmedo, lubricado, ansioso de ti. También he elegido la ropa cuidadosamente: un conjunto de lencería roja, que parece hacer arder mi piel bronceada. El sujetador es de tela fina y no hace falta imaginar mi pecho redondo y terso bajo él, ya que transparenta una parte de tus dulces premios: esos erectos pezones que te gusta morder y lamer. El tanga es un elaborado encaje, también fino y suave sobre mi culo redondo y juguetón, unido a unos ligueros que bajan a mis medias; seda fina sobre la suavidad de mi piel. Cuando tenía lista la ropa interior que iba a encenderte, he dejado sobre la cama el vestido corto y ajustado de color negro que te hace enloquecer.
Más tarde, me he dado un baño de espuma con el agua tan caliente como yo te quería encender. He puesto música de fondo, he dejado caer mi albornoz y he ido dejando que el agua caliente mordiese mi piel. Con el calor del agua sobre mi cuerpo depilado, las caricias de la espuma, la música de fondo y la tenue luz no he podido más que pensar en ti: en verte, tocarte, dejarme hacer… Lo confieso, mi mano no ha aguantado mi calor. Primero frotaba bajo el agua mis labios, excitados y necesitados de ti. Luego, mi otra mano ha empezado a acariciar mi pecho, ansiando tus labios sobre mí. Mis caricias pasionales se han tornado juguetonas, y entre mi clítoris y mis labios he sentido necesidad de tenerte dentro de mí. Primero ha entrado uno, despacio y delicado, después dos y al final tres, pensando en tu polla, masturbando mi coño ansioso y lubricado, llenándome de mí. El baño ha quedado hecho un desastre tras mis orgasmos, con espuma y agua desparramada por el suelo, y yo todavía necesitada de ti.
Al secarme, he deseado que, en lugar de la toalla, me rodeases tú. Luego, me he puesto la loción hidratante que deja tu olor favorito sobre mi piel. Me he perfumado y peinado en una práctica trenza: gruesa y por debajo de mis hombros, tan práctica como sé que será luego. Me he colocado la lencería milimétricamente y, sin ponerme el vestido, he ido a la cocina para cenar algo ligero. Comiéndome de postre el plátano no he podido más que imaginarte en mi boca. Duro, grueso y largo… ya estaba deseando atragantarme de ti.
Estando más caliente que nunca, me he puesto el vestido, los tacones y la gabardina roja que me regalaste: he salido pensando en nuestro encuentro, y por fin he llegado ante ti.
Lo que ha pasado lo he vivido rápido, pero he disfrutado cada maldito segundo. Me has besado y has puesto tus manos firmes sobre mi cadera, acercándome a ti. He empezado a empaparme desde que tus labios se han posado sobre los míos, y todo se ha convertido en un frenesí. Mi gabardina, al suelo; tu camisa, fuera; mi vestido, fuera, tus pantalones y cinturón, también por el suelo. Nos hemos quedado en ropa interior, con tus manos agarrando mis nalgas redondas y tersas, perfectas para ti. Yo notaba tus músculos, tu calor, tu vigor. Mi mano ha acariciado tu ropa interior, comprobando que esa gran polla estaba muy, pero que muy invitada a nuestra fiesta particular. Sin darme tiempo siquiera, has bajado tu bóxer y has dejado al desnudo toda tu piel.
Tu miembro erecto apuntaba directo hacia mí, y mis manos han agarrado tus nalgas duras y redondas mientras bajaba a besos a por ti. Huele bien, me encanta todo de ti. Mis besos y lengüetazos han ido acercándose, cosquilleándote despacio tu entrepierna, calentándola con la humedad de mi aliento. Has suspirado, acariciándome el pelo. Me he colocado de rodillas, todavía con mi ardiente lencería en mí: una mano ha seguido acariciando tus nalgas, y la otra ha agarrado al fin ese miembro, solo para mí. He acercado mi boca y mi lengua, bien abiertas. Un lametón desde tus huevos hasta tu glande te ha estremecido y has gemido cuando, empapándote de saliva, te he metido lentamente en mi boca, con mi mano pajeando suavemente tu polla, y mi garganta pidiendo más de ti.
He apartado mis manos, y me he quedado con mi garganta dilatada y ensalivada, sabiendo que te tocaba a ti: has agarrado mi pelo con fuerza controlada, y has empezado a follarme la boca, ahogando mis gemidos con tu virilidad erecta, gruesa y alargada. Mi mano no ha podido más que acariciar mi coño como en la bañera, ahora con tu polla en mí… confiando en que me dejes coger aire de vez en cuando, respirando tu olor a sexo sobre mí. Me he sometido a tu control, y he cogido aire preparada para ti: has metido tu polla hasta el fondo, casi golpeando mi cara con tus huevos, acelerando y gimiendo, llenando mi garganta de tu semen caliente y dulce, casi ahogándome de ti.
Parando para recuperarme, me has dejado coger aire mientras me acariciabas y besabas. Tus manos han acariciado mi pecho duro de excitación, y has palpado de primera mano mi humedad, de la que eres el único responsable. Te he dicho que ya estaba lista otra vez, pasados apenas un par de minutos. Has sonreído y me has tumbado en la cama, haciendo a un lado mi tanga y contemplando mis labios, mi coño lubricado y depilado para ti.
Sonriendo, has agarrado mis muslos y has acercado tu boca a mi sexo, ansiosa tu lengua, yo muerta de deseo de ti. He gemido y he notado el calor de tu boca, de tus labios, de tu lengua. Me has lamido despacio y rápido, succionando, acompañando de caricias sobre mi piel tu lengua sobre mi humedecido y dilatado interior. He arañado tus brazos, he agarrado fuerte las sábanas… y he pedido más de ti. Has metido primero un dedo y luego dos. Tu boca trabajaba mis labios y mi clítoris, y tus dedos el interior de mí. Me he corrido como una cerda, lo confieso: una, dos, tres… y veinte veces más, teniendo tu boca dándome el gusto de ti. Tu boca, tu lengua, tus manos… están mojadas de flujo de mí. Te quiero dentro, muy dentro de mi cuerpo.
Y así estoy ahora: mojada, cachonda y puesta a cuatro para ti, como una perra. Lo estamos pasando muy bien… ¿No crees?
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