0 - Explorando

Acá va el relato completo. Lo que ya leyeron es el final, una manera distinta de contar cosas, no? jejeje Besos y Abrazos a tod@s..

Explorando

Me bajé en Plaza Italia para hacer tiempo. Siempre llego temprano, no puedo evitarlo.

Toqué el portero, una voz grave me atendió, abrió y subí al tercer piso. Lo sabía: no había llegado nadie. Antes de darle la mochila, saqué el paquete con los libros. Literalmente Sonia tiró mi campera que le había dado antes para abrirlo. Apenas vio el de Baudelaire, buscó entre las páginas y mirándome fijamente empezó a “leer” en un precioso francés:

“Hippolyte, ô ma soeur! tourne donc ton visage, ……………………….”

No leía, recitaba de memoria, ya que no me despegó los ojos hasta que decidió parar. Entonces tomó el otro libro y me dijo: genial! este no lo tenía. Tengo, el segundo de Macky, “Inferno”, el primero imposible conseguirlo. Prometí hacerle una copia del mío.

Me hizo seguirla para dejar mi bolso y mochila y campera en su cuarto. Olía a vainilla y jengibre. Dejé todo sobre un sofá azul oscuro y cuando me di vuelta casi me la llevo por delante.

- ¿Qué pasa? le dije.

- Nada, nada, miraba cómo acomodabas las cosas.

Y salió rumbo a donde tiene el portero porque estaba sonando. Fuimos como 10 mujeres y un par de chicos gay. La noche pasó, pero por alguna razón mi cabeza andaba en otras cosas… o bien andaba en ella… Entre las otras invitadas estaba Amanda, mi amiga de la facu que es amiga de Sonia, pero que no sabía que nosotras habíamos empezado a intercambiar mensajes a partir de conocernos en uno de sus cumpleaños.

- ¿Qué hacés vos acá?

- Sonia me invitó, dije calma.

- ¿A vos?

- Sí, y a vos y al resto de esta gente. ¿Qué pasa?

- No pasa nada, dice Amanda, o vos decime ¿pasa algo?

- ……….

La noche del sábado fue pasando, el vino fue pasando, la cerveza para las más jóvenes fue pasando, unas ricas picaditas fueron pasando, hasta que me di cuenta de que quedaba yo sola. Mientras le ayudaba a llevar cosas a la cocina le pedí a Sonia que me llamara un radiotaxi y si me podía pasar mis cosas así me podía ir.

- ¿Ir? ¿A dónde?, me pregunta sorprendida.

- A mi casa.

- ¿A esta hora? ¿Vos estás loca?

- No, bueno, quizá un poco, pero está bueno irse cerca del amanecer…

- ¿Un domingo? Sabés que te podés quedar, hay lugar como habrás visto.

La que mira sorprendida soy yo ahora.

- Gracias, pero mejor me voy. Así podés descansar.

- No, vos te quedás. ¡Dale! y a la tarde, cuando nos levantamos vamos a comer por allí o a tomar mates a un parque, o no nos levantamos y listo, largó con una carcajada contagiosa.

- ¡ No, gracias!! Jaja. Mejor voy a buscar mis cosas, le digo.

- Están en mi cuarto, si vas te encierro con ellas adentro y no te dejo salir, dejó de lavar un plato y con las manos llenas de detergente se vino hacia mí, me agarró la cara y me estampó un beso. Sí. Me estampó un beso, tipo estampilla especial, de esas que no se despegan nunca o parecen no despegarse y marcan un evento que vos sabes es especial: fecha patria o la venida del Papa.

Sentí la presión de sus labios besando despacio pero firme, sentí cómo se acercaba su cuerpo al mío; sentí cómo su lengua comenzaba a presionar para pasar el cerco de mis labios incrédulos, sentí cómo mis manos comenzaban a jugar con su cabello corto, en su nuca, sentí el agua jabonosa corriendo por mi cuello, mojándome la camisa. Sentí que no había opción. Y me quedé.

Cuando mis dedos muy delicados y muy blancos, tocaron su piel sentí un salto en el pecho, mi corazón latía muy acelerado, y toda la situación me excitaba mucho. Le acaricie la panza muy suavemente, algo temblorosa, con la vista fija en su ombligo, la escuche susurrarme, ¿te gusta?, y quise decir que si, pero no pude, la excitación me había robado la voz, así que asentí con la cabeza.

Ella extendió su mano y la puso sobre la camisa. Cuando sentí sus manos me estremecí.

Sus manos estaban mojadas, y quise mirarla a los ojos pero me quede paralizada en sus senos, se veían punzantes, y se marcaba mucho el pezón en su blusa. Y me susurro mas bajo en el oído, son tuyas si quieres, eso me dio un escalofrío que se coló por toda la espalda, y me percate que estaba muy mojada. Alce una mano en dirección a sus pechos, sin sacar la vista de allí, no me atrevía a mirarla a los ojos. Me daba un poco de miedo la situación. Y muy torpemente llegue a su seno izquierdo, y cuando lo toque apenas con las yemas de mis dedos, me sentí morir, tan redonditos, y duritos. Su respiración en mi cuello, y en mi campo de visión apareció su hombro, y sus pechos no tardaron en golpear muy suave y excitantemente a los míos que estaban a punto de reventar, por la presión. Hasta que beso mi cuello. La humedad de su boca, me estremeció, tan delicadamente rozo su lengua que me hizo cerrar los ojos, y mirar el techo. Luego sentí que mi camisa se desprendía, el hecho de notarla desprenderse me excitaba muchísimo, como me acariciaba el cuerpo a medida que lucia me desprendía los últimos botones, y empezaba a morderme el cuello. Deje de acariciar su pecho y la abrace, acaricie su espalda, me llamo la atención no encontrara un solo granito, la piel era muy suave, y fresca.

Me saco la camisa, y empezó a darme besos en la garganta y bajo hasta el pecho. Sus hombros tocaron mis pezones y cuando termino de bajar mis senos rebotaron, debido a que estaban muy erectos, más de lo que jamás los había tenido. Sus manos en mi espalda, me desabrochaban el sostén, y libero  mis tetas, que muy firmes se quedaron sostenidas, con la piel erizada.

Su lengua no tardo en lamer mis senos, mis pezones, bajo a la raíz y saco toda su lengua y subió lentamente hasta al pezón haciendo fuerza, lo que hizo levantar por completo mi seno, me volvió loca, creo no hay palabras para describirlo, me dejo en un completo éxtasis. Luego me hacia círculos en el pezón mientras masajeaba como una experta la otra. Mi mente estaba liberada, superada, no podía pensar en mas que sentir mas placer, y con mis manos sujete la cabeza de lucia, le acaricie la cabellera y la perita como a un bebe. Ella succionaba como queriendo mamar, aquella sensación me desbordo, necesitaba mas placer, mis manos me cosquilleaban, al igual que mis brazos, que como por instinto uno se dirigió a mi entrepierna, y empecé a masturbarme, por encima del jean.

Con la mano que le sujetaba la perita, me la lleve a la boca y la bese, nuestras lenguas se daban hermosas caricias y bailaban muy sensualmente en nuestras bocas, mientras los labios se acariciaban como amantes. Ella me tumbo en la cama y me desprendió el pantalón, me miro y se rió al ver mi rostro, entregado al placer. Yo con mis manos haciendo circulitos en la punta de mis pezones, y los ojos entrecerrados, para ver a lucia, debería de ser todo un espectáculo.

Me saco el jean. Se acerco a mi entrepierna, puso sus manos en mis muslos, lo que me hizo estirarme hacia arriba, y me olió, la sentí inhalar el aroma que desprendían mis jugos, hueles muy bien, y se relamió, pero siempre mirando mis braguitas púrpuras.

Me las quito delicadamente y arremetió contra mi conchita.

Mientras me lamía el clítoris, con un dedo me acariciaba los labios menores, mientras ella se deleitaba, yo escuchaba… hummmm. Empecé a gemir, aquello me estaba por matar, cada ves me excitaba mas, hasta que temí reventar, estaba sudando, y empecé a contornearme, y relamerme como un gato, hasta que el mundo quedo boca abajo, mi concha se apretaba y dilataba, y me mojaba toda, lo que me excitaba más.  Empecé a hacer espasmos, y pequeños temblores que cesaron pronto al igual que las contracciones, y suspire. Uff que acabada xd…

Gran parte de la excitación se me había ido, pero aun tenía más. Sonia termino de lamérmela, y subió hasta mi boca y me planto un beso, pude sentir mis propios jugos acumulados en su boca, mezclados con su saliva, me gusto su sabor. Ahora te toca a vos, me dijo, lo que no me negué para nada. Y cuando se saco su pantalón y yo me acerque a su concha, la excitación volvió a crecer en mí. Antes de lamerla, olí su entrepierna al igual que ella lo había hecho, mmmm..., el mas exquisito aroma, olía muy bien, le saque la tanguita, y me perdí entre sus piernas, porque ella me abrazo, Me capturo ahí dentro, en el paraíso.

Lamí sus jugos, aquellos que desprendían el aroma embriagante, y penetrante. Con cada lamida me llevaba a mi boca su lubricación, algo aceitosa, y excitante, y me la tragaba toda, puse mis manos en mi entrepierna y empecé a masturbarme. Hasta que ella tuvo su orgasmo, gimió como una perra en celos, mientras temblaba y me sacudía a mí también.

Nos vestimos muy calladitas, sin ninguna vergüenza, y no dijimos una sola palabra, nos enganchamos a hablar y fue como  ignorar lo ocurrido, hasta que antes de que el sueño nos venciera  ella me pregunto:

¿Te gustó  lo que hicimos?,

A lo que respondí:    " fue de lo mejor que me ha pasado en estos tiempos…"

…………………………………………..

Domingo 11 de la mañana. Siento una rodilla que me intenta mover en una cama que no es mi cama.

- Correte, me dicen.

- ¿Otra vez? pregunto mientras me intento hacer a un lado.

- No de esa forma, tonta, me dicen con una sonrisa que dibuja un sol en la habitación. ¿Dibuja un sol? Uff!

Y correrme de nuevo no podría ni aún queriendo. Las diosas! Hacía tiempo que no hacía el amor así, bueh, hacía tiempo que no hacía el amor, pero ese dato no lo comparto con Sonia, que me pone un paquete de facturas en mi falda, y me alcanza un mate amargo.

La habitación huele a sexo y a champagna. La miro por primera vez. Un dormitorio común y corriente, tranquilo, lindo cómodo, perdido por el barrio de Palermo. La miro mientras ella busca algo en un cajón, mientras me cuenta lo que querría hacer  a la siesta.

Le miro el culo, precioso. Miro sus caderas, admirables, y suspiro mientras casi una bola de fraile se me atora en la garganta.

- Si querés te podés quedar unos días. Yo vuelvo al laburo el martes, me dice mientras trae un cuadernito.

- Hmm no sé si debo y además no tengo muda de ropa, traje poco porque mi idea era irme.

- Y ¿por qué no te fuiste? ¿Qué te lo impidió? me pregunta clavándome esos ojos color miel.

- Ahh, no sea así.

- El deseo Silvinita, el deseo te pierde.

¿Qué sabe ella de mi deseo? ¿Qué sabe ella de mí? ¿Qué sé yo de ella? ¿Quién cuernos este mujer que me metió en su cama sin preguntarme ¿puedo? ¿Quién es cómo se atrevió ? ¿Quién?

Me acerco y la beso. Le hago tambalear el termo, la acaricio, la vuelvo a besar, le muerdo apenas el labio inferior, dejo que mi lengua dibuje el labio superior de su boca.

- Te dije, el deseo te pierde nena.

- ¡Vos no tenés ni idea de lo que soy capaz! le digo soltando una carcajada.

Nos reímos y nos abrazamos y sé que esa pierna se tensa de otra forma, veo que el termo descansa en el piso y el mate en la mesa de luz, y veo que sus planes para la siesta no están tan claros y me doy cuenta que tendré que ir al barrio del Once a comprarme un par de remeras al menos.