Aniversario (3: Inicio del crucero)
Estos tres es que no paran. Ni zarpando se pueden estar quietos.
El día antes de embarcarnos en el crucero, Natalia llegó como huracán caribeño, justo a tiempo para evitar que Alessandra terminara con mis últimas reservas de energía.
Fue un alivio poder dejarlas en el hotel, dejarlas jodiendo, quería decir, y dedicarme a callejear por Venecia. O a vadear por Venecia, según se mire.
¿Ya he contado la increíble cantidad de mierda que atesora tan celebrado enclave histórico-turístico? ¿Sí? ¡Da igual, insisto!
Seguro que Alessandra, presa de fervor pat...