Emanuelle 3: Mi primera vez
Tras unos instantes irónicamente cortos acerco su boca a la mía. Era mi primer beso. Me encantó sentir su lengua tibia entrar a mi boca, desesperadamente tierno. Nuestras lenguas se rosaban recíprocamente al ritmo de la música mientras su respiración se agitaba, al igual que la mía.
Esa noche no pude sacar de mi mente a Don Antonio, mi imaginación me engañaba pero fantaseaba con un gran pene, me inquietaba. Dormí por partes, despertando cada dos o tres horas. Tuve varios sueños y en todos estaba involucrada con don Antonio, ya sea en una aventura en el coche o simplemente fornicando salvajemente en el departamento. Él estaba allí, en mi mente y no sabía cómo había entrado ni cuándo ni que tenía que hacer para sacarlo de allí.
Cuando amaneció me sentía cansada, había terminado una...