El ojo discreto
Cómo una pantalla puede unir dos cuerpos en una comunión de caricia y placer.
Llovía copiosamente y la tarde estaba siendo un verdadero tedio, la televisión ofrecía la misma porquería de costumbre de que si Pepito se ha acostado con Menganita o si Fulanita le gustaban más las mujeres que los gatos de angora y por hacer algo distinto me fui a mi habitación y conecté mi ordenador, muchos de mis contactos aparecían en línea y yo estaba conectado pero sin aparecer como conectado y tampoco tenía muchas ganas de hablar, confieso que tampoco estaba muy “caliente” por lo que empecé a brujule...