Dos maduros para mi (18)
El caballo de Santiago y Pepa nos proporcionó una sesión de sexo inolvidable, llena de lujuría y corridas interminables
Después de la afirmación de Julián, yo me quedé mirándolos a los cinco. Se empezaron a reir mientras Ramón se dirigió al caballo, se puso detras del animal y empezó a acariciarle sus enormes pelotas, el caballo se quedaba quieto signo de que estaba disfrutando y que estaba acostumbrado a participar en algunos juegos eróticos. Santiago y Pepa se acercaron al animal y empezaron a masajear su enorme rabo, incluso Pepa empezó a pasar su lengua por el palo sonrosado que iba creciendo a marchas forzadas.
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