Que santo
No hay nada como tener una amiga que sepa hacerte los regalos que más te gustan.
Como todos los viernes, al salir de la oficina me llegaba a casa de mi vecina para charlar con ella (era una viuda solitaria) y bajarle a comprar algo al super. Solo que esta vez era algo especial porque era mi cumpleaños, cumplía 40 años, y aun seguía viviendo con mi madre en casa.
Pues bien llame a su puerta y me vino a abrir, ella iba siempre vestida con su bata roja y negra con un amplio escote que atraía mi mirada como si de un imán se tratara, tanto es así que muchas veces tenia que acabar...