Horas extras (I)
La esposa trabaja en una oficina donde es preciso hacer duras tareas, sin importar el tiempo que demoren. Después de la llamada de su esposo está inquieta y caliente... pero también su jefe.
Ese día tuve que quedarme a trabajar fuera de hora, los malditos papeles me encadenaron al escritorio. Por dentro maldecía hacerlo aunque tenía que ponerle cara linda a mi jefe, un cuarentón bien parecido, divorciado hacía tiempo ya y para quien la vida era solamente su oficina, un teléfono, un fax y una computadora. Hablábamos muy poco al cabo del día, simplemente charlas laborales, apenas sabíamos sobre la vida del otro, sólo los chismes de la gente de la oficina. Unos decían que su mujer lo había dejado...