Una mansión para el sexo duro (05)
Yo sigo con la profesión de puta aunque me aburre un tanto. Os cuento algunas anécdotas que se salen de la monotonía.
Cuando los dos conserjes terminaron mi examen ya eran casi las cinco de la tarde. Me fui a la habitación de espera de las putas pensando que, si a las seis no tenía algún cliente me iría para casa, pues por seguridad, me convenía regresar siempre antes que mi marido. No tenía intención de andar explicándole que asuntos me habían retenido en la fundación y tener siempre dispuesto en la cabeza un repertorio de casos.
En las dependencias de fulanas seguía la tal Afrodita pero ahora había una más. T...