Lujuria
Los caminos de los deseos inconfesados.
Eran dos, del bullicio ensordecedor del trafico, del griterío de la gente, de las músicas entremezcladas, nada se oía, solo sus miradas gritaban de deseo, solo su respiración resonaba en sus cuerpos enardecidos. Si algo se hubiera interpuesto entre ellos hubiera quedado atrapado en una corriente que lo hubiera arrastrado al mas profundo de los oscuros recovecos de sus alteradas mentes. Pero nada oso hacerlo, porque era demasiada poderosa la fuerza que emanaba su unión. Nadie se dio cuenta, nadie se percato...