La confesión
Angie se abre en canal. Ahora conozco la verdad.
Como en todos los de la comarca, también en nuestro pueblo era habitual que, después de una noche de mucho calor, amaneciese rodeado la mañana siguiente por una densa niebla atravesada por una brevisima corriente que helaba los huesos. Todavia lo recuerdo, y al hacer memoria no me cuesta sentir la sensación de un fino filo de navaja abriendo mis entrañas, disfrazado de escalofrío.
Esa misma sensación de un puñal abriéndose paso entre mis carnes es la que sentí la mañana siguiente al despertar. La nieb...