Negocios y quizás amor 3.
Su cuerpo quedó atrapado entre mis brazos, ella sonreía agitada por correr y yo sudaba demasiado, no sabía si por su cercanía o...
- ¿Te dejarías secuestrar? - le propuse viéndola de reojo.
- ¿Me está pidiendo permiso para secuestrarme caballero? – hizo una pausa – que extraño secuestrador es.
- Hay cosas que se deben pedir permiso – dije manejando.
- Hay otras que no – dijo mirándome y voltee a verla rápidamente –
- La noche es larga y Roma inmensa – dije sonriendo y acelerando el carro.
*En la inocencia de las cosas, en lo genuino de los sentimientos cometemos estupideces, estupideces que realmente son encantado...