Nueva masajista
Elisa vio esto como una invitación y deslizó sus manos abiertas por ambos senos hasta llegar a los pezones, abrazándolos como ambas secretamente deseaban y masajeándolos firmemente. Sara no pudo evitar gemir mientras danzaba al ritmo de las caricias de la masajista...
Sara llegó casi a la carrera, del mismo modo que llevaba toda la semana. Sí, ciertamente necesitaba ese masaje. Tenía reservada la sesión con la masajista desde hacía diez días, en principio lo enfocó como su pequeño capricho mensual, pero después de una semana infernal en el trabajo se había convertido en una imperiosa necesidad.
Al entrar por la puerta del balneario saludó a Susana, la recepcionista, buena amiga de ella. Esta levantó la cabeza de la pantalla del ordenador y sonriéndole con indulgenc...