Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 55, 56 y 57)
Final del libro 3.
CAPÍTULO 55
Tan pronto cerré aquella puerta tuve un mal pálpito. Un intangible de desconfianza. Me quedé allí, frente a la puerta. Completamente quieto. En silencio. Y pude escuchar, en tono bajo, pero con nitidez, aquellos jadeos de María, aquellos “¡Ohhh!” “¡Ooohh!”, morbosísimos. Unos jadeos, más largos, otros más cortos, y pensaba que... si aquel polvo tranquilo, en cuchara, se escuchaba desde fuera de la habitación... lo que se habría escuchado cuando la embestía con furia, a cuatro patas, y ella...