Las horas del diván
Podria pasar que por querernos curar mas enfermos cayesemos hundiendonos sin remedio con nuestros demonios.
Las horas del diván
En las palmas de tus manos
Con confianza estoy sentada
Revelare mis secretos
si tan solo no me engañas.
Veo los números cambiando: 1,2,3...8 hasta que llego al octavo piso y las puertas del ascensor se abren con un ruido sordo, salgo y camino por el pasillo desierto amortiguando los pasos inconscientemente para no romper el críptico silencio que se cernía sobre la estructura como presagiando malas noticias.
Camino unos pasos más hasta llegar frente...