Polvo de despedida, polvo de bienvenida
De cómo un hombre sensato dice adios al matrimonio y hola a la soltería...
-Te recojo a las nueve, ya le he metido la bola a mi mujer.
Hacía tiempo que quedaba con Tamara a espaldas de Sandra. Era una amiga que había conocido recientemente y con la que podía desnudar mi alma hasta los límites más insospechados. A ella podía contarle las cosas que no era capaz de decirle, ni a mi mujer, ni a mis más íntimos amigos. ¿Me gustaba? Sí ¿Me había liado con ella? No. Por mucho que mi imaginación pudiera hilvanar escenas sexuales juntos, mi conciencia y mi sentido de la responsabilid...