En mi imaginación
La mente es el único lugar en donde no existen los límites.
Una de la tarde, así habíamos arreglado. Yo entraba a las tres y él a las dos.
Mis tacones negros contra el suelo eran el único sonido que se escuchaba en el pasillo del edificio, sólo tenía que llegar hasta su puerta y golpear. Estaba muy emocionada por encontrarme con él por fin y llevar a cabo todo lo que pasaba entre nosotros cuando me tocaba. Fantaseaba con él de todas las maneras posibles, incluso haciendo cosas que yo TODAVÍA no había probado. Cuando él me abrió lo saludé con un beso en la meji...