La espuela
...Me quiero correr una última vez y necesito que él lo haga conmigo. Paso del trote al galope, él comprende y sus manos se mueven hasta abrazar mis nalgas. Allí se clavan, sus uñas en mi piel, sus huellas en mi memoria...
Un regusto amargo, similar pero distinto del de la cerveza que posa sobre la barra tras beber un trago, es el que encuentro en sus labios cuando termino de contestar los mensajes y regresando a él, lo beso.
- ¿Y si nos vamos?- sugiero. Apura la bebida y agarrándose a mi cintura, como para no perderse, me sigue mientras nos escabullimos del trasiego del bar. Al llegar a casa los relojes marcan esa hora difusa entre la noche y la madrugada. Ya no somos dos jovencitos para pasar la noche fuera de casa, p...