El profesor (9)
El profesor ya no es profesor. Trabajo nuevo.
Caminaba patéticamente por la ciudad, con una fila horrible. Andaba como podía, muy cansada y débil, con esos tacones altísimos y las piernas abiertas, el culo adolorido: me acababan de inaugurar el ano con una tremenda follada. Me sentía violada, y en realidad lo había aceptado libremente, pero la brutalidad de la follada pareció una humillante violación. Por mis piernas, las medias estaban pringadas de sangre y semen. Por suerte mi gabardina permitía disimularlo a la vista de la gente, aunque yo lo...