Tu lugar está dos pasos por detrás
De pronto notó la aspereza del cuero ciñéndose alrededor de su cuello y un tirón la hizo caer de la cama desprendiéndola de la toalla y dejándola completamente desnuda. Él desabrochó la cremallera de su pantalón dejando a la vista un enorme pene que se erguía amenazadoramente ante sus ojos.
Era una mañana de Agosto en un pueblo costero del sur de España. El sol bañaba el paseo marítimo dándole a todo ese tono de luz tan propio de los pueblos de Andalucía, pero a la vez calentando sin tregua y haciendo difícil incluso pasear por las empedradas calles.
El minúsculo vestido de tela fina que ella llevaba se le pegaba al cuerpo debido al sudor, mientras la parte de abajo ondeaba movida por la leve brisa, dejando entrever unos generosos y firmes glúteos.
Él la observó al tiempo que camin...