La puta de Marcela y Antonio.
Todos nos corrimos. Antonio en mi concha y Marcela en mi cara. Se quitaron pero sin desatarme. Me dijeron que para mí todavía faltaba. Yo les dije que ya no podía más pero me respondieron que ya se habían dado cuenta de lo puta que era y que seguirían otro rato.
Como todos los demás, este también es un relato ficticio de mis fantasías.
Al fin, después de mucho insistir, acepté la invitación de mi amigo Sergio de acompañarlo a un bar swinger. A mí no me llamaba la atención la idea, pero me decía que solo no lo dejaban entrar, que necesitaba que entrara con él un rato. Así que entramos, nos hicieron desvestir y cubrirnos con toallas. Al poco tiempo, mi amigo consiguió compañía y yo decidí sentarme en la barra a esperar que transcurriera la noche sin contratiemp...