Reconversión (Noche de marcha II)

Al ver a Sabrina preñada y haciendo malabares en la calle, nuestros protagonistas no pueden pasar por alto su deber cívico y deciden apartarla de la calle… a su manera.

No habíamos recorrido  ni diez metros cuando nuestra obligación cívica nos hizo llamar a la policía local. Lo que estaba haciendo aquella preñada iba claramente contra las ordenanzas municipales. Se veía que estaba embarazada, pero aquella cría ya había delinquido al intentar robarle el ordenador a nuestro amigo hacia siete meses y ahora lo seguía haciendo. Afortunadamente, es bueno tener amigos en todas partes y más si son policías. Así pues, saque el móvil, busque el número adecuado y lo marque. Después d...

La Reputación de Macarena IV

Lo que sucede después de la reunión con el profesor jefe. "La cenicero" va aprendiendo cuál es su lugar. Capítulos con menos escenas sexuales, pero con más morbo.

Nota del autor

Para quienes colaboramos con nuestras historias en Todorelatos. Las valoraciones y comentarios, son una recompensa y la manera de obtener un juicio sobre nuestra creación. Tómate un momento y valora/ comenta en este comentario... sea para bien o para mal, será agradecido por mi parte

IV

Se limpió lo mejor que pudo con una de las toallas de mano que encontró en los casilleros que cubrían una de las paredes del vestidor. Peinó lo que pudo su enredado y sucio cabello...

Mi iniciación como esclava (3)

Se turnaron en mis huecos, luego mi Amo me soltó, y me botaban como un muñeco sobre el sofá, teniendo que obedecer, sentándome sobre uno para que mi Amo me clavara por el culo e hicieran un sandwich conmigo. En cuatro, sentía mi sabor porque sacaban la verga de mi concha para pasarla a mi boca.

Relato anterior

https://www.todorelatos.com/relato/140523/

Me di una buena ducha, me dolían las nalgas, las piernas, los brazos, todo el cuerpo. Y encima mi Amo me había anunciado que seguía más. Bajé al primer piso desnuda, porque ni siquiera sabía dónde estaba mi ropa. Sólo llevaba puesto el collar, las muñequeras y las tobilleras.

Cuando llegué a su despacho me dijo:

  • Ven, hay que arreglarte, quiero que se den cuenta la cerda puta que tengo.

Y de sus cajones sacó una nariz...

A merced de mi madrastra (3)

Llega el momento. Finalmente mi madrastra me convierte en su putita sumisa personal.

Aquella noche casi no pude dormir. Me la pasé recordando sensaciones, tratando de entender cómo pude volverme tan putita y tan desesperada como para hacer y decir esas cosas a mi madrastra, sin mencionar que sabía muy bien que estaba siendo filmado.

Antes de acostarme había visto mi actuación enterita en la tv. No sé por qué, pero no podía dejar de mirar el espectáculo. Cada segundo que duraba me hacía sentir más humillado y avergonzado, pero mi pito estaba cada vez más duro. Me tuve que masturbar tre...

La pérfida institución (ii)

Continuación de las peripecias de nuestra protagonista en ese Internado tan especial...

Capítulo 4

Vanessa Begaglia esperó a que las luces de la habitación se apagaran por completo. En la soledad compartida de la noche, podría, si era un poco discreta, acariciarse el clítoris. La tensión del post-encierro estaba siendo demasiada. La empleada de servicio que normalmente inspeccionaba la habitación colectiva, una vieja enjuta y de aspecto nada amable, hizo el recorrido de rigor y se marchó. Las luces se apagaron. En unos minutos todo el mundo dormiría. Alba, su “mejor amiga”, le asaltaría...

A merced de mi madrastra (2)

Mi madrastra continúa con mi adiestramiento, llevándome a niveles insospechados de humillación.

Clara, mi madrastra, mi mami, me soltó cuando terminé de limpiar sus tetas y tragar mi propia leche. Me tiré hacia atrás y caí al suelo aturdido. No podía creer que había comido mi propia acabada, y directamente de sus tetas.

Ella, sentada tranquilamente al borde de su reposera revisó que sus tetas estuvieran libres de todo rastro de mi semen; yo continuaba en el suelo, desnudo como ella, sin saber cómo reaccionar. Clara encontró en su pecho derecho una gota generosa de leche y me miró fijo.

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La pérfida institución (i)

Relato que cuenta la vida de una chica en una Institución educativa muy habitual el pasado siglo, y que sufre todo tipo de castigos físicos y sexuales, pero acaba disfrutando con ellos. Relato que me manda una amiga y que me dice que es mas o menos autobiográfico.

.La pérfida institución

Capítulo 1

Era una mañana de Noviembre, fría y clara. El bosque y los campos aparecían revestidos de una gruesa helada. Las pistas que conducían a la gran mansión, otrora propiedad del Marqués de Villadóniga y Santo Cristo, habían amanecido heladas y ahora permanecían húmedas, a pesar de un sol que parecía querer redimir a la naturaleza del yugo riguroso del invierno. Su escaso calor era inútil, una brisa gélida bañaba los rostros de las empleadas de servicio, movilizadas...

Gorda puta y obediente II

La gorda sigue las ordenes de un extraño por internet

D: (recibe mi foto con semen en la boca) muy bien vaca, se ve que la pasaste bien, no?

FatandSlutty: Sí, papi, la pase bien,muuu

D: muy bien, ya estas de vuelta en tu casa?

FatandSlutty: sí, papi muuu

D: pasame tu numero de whatsapp. Quiero que estes disponible todo el tiempo para mí, ESTA CLARO?

FatandSlutty: Emm, sí, papi, pero tengo escuela también muuu

D: .... y? Yo soy tu prioridad o no? No sos mía?

FatandSlutty: Sí, papi, perdón. muuu soy una vaca tonta.

...

Emma y Juan

De cómo en una fiesta universitaria un joven acaba dominando a su compañera Erasmus.

—Te digo que le medía 25 centímetros, ¿vale? Intentó metérmela entera y pensé que me ahogaba con mis propias babas.

—Chica, qué cerda eres. Parece mentira que seas la alumna modelo de la clase.

—¡Habló la santurrona! ¿Cuántos profesores llevas ya? Estás celosa porque me eligió a mi y no a ti.

—Tía, no exageres tanto, anda. A las dos nos gusta perder un poco la cabeza, pero hay un límite. No puedes chupársela a cada conductor de Uber que pillemos. Si será por dinero, tía. Además, fuiste tú...

Emma y Juan (II)

De cómo continua la historia entre Emma y Juan y se acaba yendo todo a tomar por culo.

El suelo de la cocina de Emma tenía las huellas de la batalla que se acababa de librar: gotas de semen, saliva y orina sumado a un olor penetrante de fluidos, el olor del sexo recién horneado. Hasta el aire de la cocina parecía enrarecido y pesado, como si estuviera cargado de la tensión sexual que ahí se había liberado. El orden, en cambio, brillaba por su ausencia: objetos caídos de la encimera se amontonaban por el piso y una abundante cantidad de frutas y hortalizas parecían se habían estropeado por la...