El extraño siempre llama tres veces
Para perder peso, una ama de casa, experimenta una extraña dieta.
Teresa ya había cumplido sus tareas matinales. Después de dejar a sus dos hijos en el colegio se enterró en sus quehaceres hogareños que no le llevaron más de una hora, y no eran ni las diez cuando la nevera comenzaba a llamarla.
No es que estuviera gorda, pero la maternidad había ensanchado sus caderas y siempre veía su culo enorme, a parte de haber ganado unos kilos. Su 1,65 aguantaban bien sus cerca de 68 kilos, pero aun así, la tarde anterior visito a un dietista que le recomendó una madre del col...