Chiquita
Leandro, le folló el culo suavemente. Ariana, quería caña. -¡Dame, dame fuerte, papá! Leandro, la clavó sin piedad. ¡Chas chas chas chas chas chas chas...!
Ariana medía casi un metro ochenta, era preciosa, rubia, con larga melena, de ojos verdes, labios gruesos, y tenía medidas de modelo de talla mediana. Tenía dieciseis años y su padre, Leandro, la tenía sobreprotegida. Sus paseos, en BMW, con chofer, eran para ir al colegio de monjas en lunes y volver a su pazo en sábado.
Eran las once de la noche de un sábado del mes de agosto. Había una ola de calor. El aire acondicionado estaba a tope en el pazo. Leandro, que tenía 43 años, estaba en el salón en pan...