La conversión de mi hijo Eduardo
Mi vida no era para quejarse pero había algunas cosas que me sacaban de quicio, sobre todo mi hijo Eduardo. No tenía ni idea que era así.
Aquella mañana me desperté de mal humor, más exactamente muy enfadada y harta, notaba todavía la leche que me había metido mi marido en el coño cuando me levanté y fui a la cocina directamente, preparé la cafetera más grande que tenía, era del tipo italiano y la cargué lo más fuerte que pude, esperé dando vueltas por la cocina hasta que el café salía a borbotones, llené una taza y me senté en la mesa, no me puse ni azúcar, intenté tranquilizarme, ya había pasado muchas veces por aquella situación pero hoy n...