Viaje de un jubilado a La Argentina (38)
Las mujeres de mi familia me cuidaban y estaban pendientes de mí, yo se lo agradecía en lo que podía, con Malena tuve que hablar para consolarla en sus problemas
Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.
Al abrir la puerta de casa de mi hijo el corazón me iba a mil, vivía en un piso alto y el ascensor no funcionaba y con la debilidad de piernas que llevaba llegué a duras penas, nada más abrir me encontré con la mirada de Elena, al verme tan apurado se preocupó por lo lívido y sudado que llegaba, le conté que había subido la escalera a pie y ella me riñó y con razón, debía haber llamado desde ab...