Hipnosis por texto. Orgasmo sin manos (Para mujer)

Prueba hipnótica Este texto no es tanto un relato como una prueba de hipnosis real. He decidido subirlo a control mental y no a otros textos, porque creo que se adecúa mejor a este fetiche. Aunque está pensado presuponiendo a una lectora cis, podéis editarlo para vuestro género y sexo

Lo primero que necesito para hipnotizarte es que estés relajada, así que te vas a acostar en un sitio cómodo como una cama, una silla, o un sofá,

Cuando estés en ese lugar te voy a pedir que comiences a respirar profundamente para que llegues a ese estado de tranquilidad, que voy a aprovechar para ahondar, para llegar a las zonas de tu subconsciente. Cómo esto es un texto, tu vas a elegir el ritmo con el que vas a entrar en trance. Cuando estés lista, vas a inhalar todo lo que puedas, mantener un poc...

El Cubo Gris. 2.

Relato de fantasía en el que una madura y un jovencito comparten celda. El joven ha sido dominado por su compañera, pero ella ha olvidado la jerarquía de verdad. Dominación, NC, Sexo con Maduras, Jovencitos. Algo de autosatisfacción y voyeurismo.

Abalaba se despertó sintiendo algo agarrándole la pierna. Ubul intentaba acercarse a ella, arrastrándose. Se había convertido en un bruto salido que intentaba llegar a ella para satisfacerse. Sin embargo, era complicado que la alcanzara porque el collar reaccionaba cuando escuchaba las órdenes de ella y la señora lo tenía dominado. “¿Que quieres hacerme, Ubul?” “¿Quieres comerme el coño más todavía? Eres verdaderamente insaciable”. Ubul creía entender ese tono arrogante. “¿Quizás quieres perder esa erección...

El cubo gris

Relato fantástico sobre las consecuencias de profanar el templo de unos seres antiguos. Un mundo de opresión mágica. Una mujer madura comparte celda con un joven. Juguetes de fuerzas superiores. Múltiples subs, Dominación, No consentido. Hetero. Madura y Joven

La habitación era completamente cúbica, 25 metros cúbicos que las paredes castigaban con un gris mate pero perfecto. No había nada más que dos personas dormidas vestidas de calle, y sus colores rompían la serenidad del sitio. Un chico, moreno con mechas rubias en un pelo muy corto como para saber si se le rizaban, sudadera negra y chándal. La mujer medía lo mismo que el chaval, pero tenía unos cincuenta años y él 21. Era algo regordeta, pero fuerte, por años que trabajó en la policía y tenía pocas arrugas,...