El Gran Danés de Kassandra
Kassandra y la zoofilia
Cuando vio mi eyaculación próxima, enredó sus piernas a mi torso para no dejar que me separase, de modo que todo mi jugo fue a parar al interior de su fértil útero, colmándolo y desbordándolo cuando me dejó separarme, luego, contrariamente a la fogosidad de su acto previo me apartó de un empujón y pegó un grito que resonó con fuerza por todo el piso:
-¡Ares!
Pocos segundos después apareció aquella bestia por la puerta, y Kassandra se puso a cuatro patas y se dio una palmadita en El Monte de Ven...