La habitación entreabierta

Una puerta a lo desconocido

Nos encontrábamos en la habitación de un hotel, lo recuerdo muy bien, casi todo era blanco -demasiado clarito para mi gusto- hasta su piel como su pelo rubio. La cama bastante ancha estaba como anclada a un cabecero de metal forjado con una forma muy atrayente, cómo si estuviera destinada a agarrarse de distintos tipos de forma.

En eso que estuvimos jugando durante un buen tiempo a esos juegos de enamorados que cualquier pareja suele realizar -recorriendo nuestros cuerpos con nuestras bocas, lenguas y...