Raquel

Humillación y servidumbre

Raquel empezó su mañana como cualquier otra. Su alarma la despertó casi de madrugada, desayunó y se aseó bien a fondo para estar lo más presentable posible. Se dirigió medio adormilada hacia el apartamento en el que vivía su amo y entró con la llave que éste le había proporcionado. Se sentía enormemente feliz de saber que él confiaba en ella hasta tal punto.

A las 7 de la mañana que llegó al apartamento, su amo seguía profundamente dormido. Ella iba al baño silenciosamente y cambió su ropa de calle po...