La mujer de Carlos
Cuando Carlos me presentó a su bella y ardiente esposa, quedé prendado de ella. Nos la acabamos follando los dos a la vez, dejándola literalmente empapada de leche.
Cuando Carlos me presentó a su bella y agradable esposa, quedé prendado de ella; estaba buenísima. Era alta, esbelta, escultural. Su cabello rubio y rizado y un lindo rostro con unos grandes ojos verdes y penetrantes. Y una sensual boca que debía haber comido innumerables veces el gordo rabo de su marido. Iba exquisitamente maquillada con aquellos sensuales coloretes, sus carnosos labios pintados de rojo y aquella sombra de ojos oscura que realzaba su expresiva y profunda mirada. Además, iba vestida de una...