La zanahoria
En soledad alguien descubre un placer inesperado.
Las agujas del reloj lastraban un agobio perenne y cada segundo crujía en mi sien. Agobiado por el calor plomizo y exhibido por la blancura del sol, yacía en el sofá de la tarde sin saber qué hacer en esta nueva ciudad con sus nuevas horas, sus nuevas soledades. Una vez instalado no supe qué hacer durante las primeras tardes. Hecho la compra, arreglado los trámites de toda mudanza, paseado y concebido este nuevo nido, tenía horas que eran imposibles de eliminar con la mera lectura, la televisión; era...