La nueva jefa IV
Laura despierta
No podía pensar ni quería, solo sentir, sentir, sentir intensamente, aquel dolor que se convertía en placer. Aquella prohibición de hablar que multiplicaba lo que sentía y no podía soltar. Todo concentrado sobre la piel ardiente, todo concentrado en ese coño tan suyo y tan desconocido. Sentir, sentir, sentir y desear más y así llegó a un orgasmo bestial en el cual ya no pudo contener el grito salvaje de su garganta. Tampoco mantuvo el cuerpo que cayó desmadejado en los espasmos de satisfacción ¿y qué falta...