Escondidos (1)

Y alli los encontró, haciéndole girar su mundo de narcisismo falso y sus paranoias multiples.

Enorgullecido, me encontraba rodeado de mis amigos, y de las chicas más guapas del instituto. Eran pasadas las ocho y cuarto, y las clases empezaban a y media. En los alrededores del colegio, aprovechábamos para dar las últimas caladas a los cigarros, viendo a la gente pasar, temiéndonos, envidiándonos.

Éramos la creame de la creame , los populares. Y yo era uno de los dioses del Olimpo, uno de los más deseados, uno de los más odiados.

Era Guille, un chico de cuarto de ESO, el ch...

La Acampada (3)

Después de todo, no todo sale como uno quiere... o sale como en fondo quieres, solo que no lo ves.

Cuando los olvidados regresen

Otra noche durmiendo afuera, en la tumbona, con una sabana. La temperatura había descendido unos grados, pareciendo estar de luto por mi estado de ánimo. Me encontraba en la penumbra, entre la oscuridad y la luz que iluminaba el farolillo. Héctor estaba sobando en el suelo, en su saco de dormir, jurando lealtad hacia mi. ‘Si tu vas a dormir afuera, yo también’, gritó antes de acostarnos.

Eran cosa de las cuatro de la mañana. Mue estaba durmiendo con Marcos, Be...

La Acampada (2)

Después del primer día, viene el segundo (que listo que soy), y la história sigue, aunque se tuerce un poquitín...

Tenía 17 años cuando me di cuenta que el amor era una mierda. Aunque más que amor… lo que sentía era… decepción. Puede que mi faceta ya olvidada de soñador, brotase de nuevo… aunque ésta vez esperaba no encontrarme entre tubos de hospital y una raja en las venas.

Apenas desperté por la mañana, en la tumbona, se me vino el mundo encima. Sólo de pensar que para Marcos sólo había sido un reto personal y que se lo había dicho a Mue… Tenía frío. Cogí la sudadera de Héctor, una negra que me llegaba po...

La Acampada (1)

Como cada año, mis colegas y yo nos vamos de acampada a un claro de los Pirineos. Serie de relatos románticos y eróticos.

Me desperté entre bostezos. Afuera aún era de noche. Casi no había podido dormir por los nervios. Hoy era el gran día.

Fui al baño soñoliento, quitándome las lagañas con los puños cerrados, mientras me bajaba el slip y meaba. La luz fluorescente intermitente aún no había quedado quieta, y el grifo de la ducha ya corría bajo el tronante sonido que causaba ante el silencio matutino. Me metí bajo el agua mientras mis manos surcaban todas las partes de mi cuerpo. Tenía frío.

Al salir, me miré e...

Fue un flechazo

Conocí un chico en el ambulatorio el cual se covirtió en una historia de amor que no cabe en este relato.

Iba con mi padre al ambulatorio, para hacerme el examen médico para poder sacarme el carné de moto. Tenía dieciséis años, era todo un crío a los ojos de la sociedad, pero todo un salvaje en mi interior. Mi madurez, incluso a veces me agobiaba. Prefería ser un niño inconsciente. Pero tener las cosas claras a veces te hace pasar buenos momentos.

Estaba yo allí, en la sala de espera para que me llamasen para que me mirasen la vista y no sé que pruebas más. Mi padre no paraba de balbucear cosas, sin...

Me recitó mi poema

Dicen que el roze hace el cariño. sin duda. la historia que me pasó kn mi compañero de piso.

Salí a la calle a comprar el pan en la panadería que hay debajo de mi piso. Estaba llena, pues era domingo y suele haber mucha gente. Me puse en la cola a esperar, y cuando me tocó, pagué y volví a mi casa.

Tenía diecisiete años y vivía sólo. Cuando mi padre murió, mi madre consiguió rehacer su vida con otro hombre y se compraron un chalé en la periferia de la ciudad. Al principio querían que yo fuese con ellos, pero aún no conocía muy bien a Fernando, mi padrastro, y no quería estorbar en su rel...

La obsesión (1)

Su silencio hizo que me enamorase de él, y aunque aparentaba ser una especie de marciano indiferente, lo hicimos.

Le acababa de conocer y creía que, simplemente verlo en su silencio, le amaba. Estaba todo el grupo. Yo era Daniel. Conmigo estaban Marta y Laura, mis mejores amigas, y con nosotros, que nos habían invitado, Pablo, Verónica y Adrián, tres muy buenos amigos entre ellos. Laura y Pablo, estaban de rollo, y los demás de sujetavelas. Estábamos ante el abismo en esa gran roca plana. Abajo, el mar. Cincuenta metros de caída sería suficiente, pensaba.

Primero de todo, dejadme describirnos. Yo era bastant...