Secretaria por fuerza (III)
Sin un euro en el bolsillo y con miedo de volver a casa, entro a trabajar para un señor con las cosas muy claras: convertirme en su puta particular
(Viene de “Secretaria por fuerza II”)
Nada más cruzar la puerta del despacho de mi Jefe, me vine abajo y quería llorar. ¡No! No agacharé la cabeza ante mis padres y el malcriado de mi hermano. Si tengo que chuparle la polla al señor este, pues me acostumbraré.
En la oficina general pregunté por Severino. Con ese nombre pensaba que sería un señor mayor y mi sorpresa fue al encontrar un chico de unos veinte años, de cabello rizado y ojos azules aún llenos de inocencia.
-¿Eres la nueva...