Cazado espiando en el gimnasio
Un voyeur recibe una dura disciplina al ser sorprendido espiando
Yo iba habitualmente a ese gimnasio y sabía que ellos venían los jueves a entrenar. A hacer pesas. Siempre venían a última hora, eran conocidos del dueño y se demoraban en las duchas… ya podéis imaginar por qué.
Eran tres jugadores de baloncesto, enormes. Ya había coincidido en los vestuarios con ellos. Eran abiertos, al igual que las duchas, de tal forma que todo el mundo podía verte mientras te duchabas y vestías. Me sentía intimidado. Parecía un niño al lado de unos gigantes. Todos debían medir m...